CHILE NO ES UN PAÍS CORRUPTO...¡ES SUPER CORRUPTO!
Si hay un punto en el que podemos estar de acuerdo es que el capitalismo despiadado como el chileno ocasiona corrupción y engaño en forma casi permanente. Durante este Gobierno de derecha se han registrado diversos casos complicados de corrupción que han arrastrado al Palacio de La Moneda a una verdadera encrucijada, porque carece de argumentos para poder explicar como chilenos que están metidos en el sistema le roban a otros chilenos que no se manejan bien con el modelo, no se informan sobre los peligros o simplemente no inspeccionan debidamente como le ocurre al mismo aparato estatal.
Recientemente conocimos el caso de los sobreprecios, por el cual se intentaba adquirir sofisticados equipos para combatir el narcotráfico y/o para destruir grandes contrabandos de cocaína y marihuana descubiertos en distintos puntos del país. Estas adquisiciones se hacían a través de intermediarios que le cobraban al estado chileno el doble de lo que realmente los productos costaban en el mercado internacional de Nueva York. Sin embargo, no sólo ha sido imposible dar con el paradero de los capos del narcotráfico, sino tampoco se ha logrado avanzar en el equipamiento necesario porque con este caso de corrupción prácticamente todo el proceso de compras ha quedado paralizado o marcha muy lentamente. Son ya seis los funcionarios que trabajaban en estas actividades y que han sido dados de baja por estar supuestamente implicados en irregularidades graves, entre ellos el ex fiscal Peña, un controvertido personaje que el mismo Gobierno lo fue convirtiendo en una estrella.
Pero los escándalos no terminan aquí, porque posteriormente fueron detectadas dos redes de narcotráfico organizadas y dirigidas por personal de las propias policías que dicen proteger y preocuparse de la seguridad de todos los chilenos. Aquí las responsabilidades afectan tanto a Carabineros como a la PDI, con agentes u oficiales que hacían “negocios” con narcotraficantes reales, a quienes prácticamente les robaban la droga en asaltos que se conocen como “mexicanas”. No es de extrañar entonces que en el último tiempo hayan desaparecido “misteriosamente” desde depósitos policiales cargamentos completos de drogas.
Pero aparte de estos hechos, posteriormente se conocieron los detalles de una red de prostitución infantil que operaba desde 1994 en pleno centro de Santiago. Ningún agente policial pudo sospechar siquiera de la existencia de estas operaciones ilegales que se realizaban en departamentos que ofrecían servicios sexuales con menores de edad, lugares al que concurrían conspicuos personajes de la burguesía santiaguina, entre ellos políticos, empresarios y artistas. Nunca hubo ni siquiera una mínima sospecha, ni de los vecinos de los edificios donde estaban ubicados los departamentos ni siquiera de los restaurantes chinos que atendían las compras telefónicas de comida.
Todo esto hace un balance que podríamos calificar de singular en los 22 años que llevamos de democracia. Esto nos da pie para pensar en los índices de corrupción que tiene Chile, que son bajos, pero nadie sabe cómo se elaboran y quien proporciona los datos de estos informes que, a la luz de lo que realmente sucede parecen más bien totalmente falseados.
Otro tipo de “corrupción asolapada o escondida” es la de los bancos. Hoy conocimos un estudio de Sernac sobre el costo de los créditos de consumo especialmente en este período de Navidad y cambio de año, en que la gente, en la mayoría de los casos, no le importa endeudarse o simplemente está obligada a hacerlo porque no tiene otra posibilidad para poder afrontar las compras de los regalitos del "viejo pascuero".
Para un crédito de $ 500 mil a 36 cuotas, se ha detectado una diferencia de un 73,8%, con la que un consumidor puede pagar entre un mínimo de $652.212 y un máximo de $1.133.316, es decir, $481.104 de diferencia. En el caso de pedir $1 millón a 36 cuotas, también existe una diferencia de un 73,8%, lo que significa que un consumidor pagará entre $1.303.128 y un máximo de $2.264.364. En el caso de pedir $3 millones a 36 cuotas, la mayor diferencia llega al 73,7%, con un monto mínimo a pagar de $3.907.656 y un máximo de $6.788.556, es decir, $2.880.900 (o cerca de $3.8 millones más de lo que pidió). Si nos fijamos en las posibilidades extremas, el solicitante de este tipo de crédito termina pagando mucho más del doble del dinero que recibe en préstamo. En otras palabras todo esto es un robo abierto que el Estado no está en condiciones de controlar, porque no tiene atribuciones para ello. Sólo puede dar a conocer hechos y aconsejar a los usuarios que ejerzan una mayor preocupación en este tema para evitar “un asalto a mano armada”. En un modelo de libre mercado da lo mismo si le roban o no, o mejor dicho el ciudadano con menos recursos está expuesto a ser “cogoteado” por pijes de terno, camisa blanca y corbata. En este modelo, a los bancos no se les pueden poner límites en cuanto a cobros de intereses.
Sin embargo, el punto culminante en esta ola de corrupción lo constituye el sistema capitalista de acreditación de universidades que opera en Chile desde hace varios años y que es como la punta de un iceberg, porque la verdad es que todo esto está recién comenzando.
¿Cuántos millones le costaba a una universidad mediocre y sin ética alguna el reconocimiento oficial para poder seguir cobrando el arancel a través de los créditos garantizados por el Estado (CAE)?
Esto lo analizaremos en un próximo artículo dentro de esta serie sobre la corrupción en Chile
cierto.....donde quede un lugar ahí esta la corrupción...Total si nadie se da cuenta es un buen comerciante..
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