Por Hugo Latorre Fuenzalida
El ministro de hacienda señor Larraín y el senador Escalona, fueron invitados a intervenir en la última ENADE (organización de grandes empresarios) y lo hicieron de manera que a todos nos sorprende, simplemente por tratarse de discursos no sólo de un voluntarismo que creíamos extintos a estas alturas de nuestra historia, sino por el surrealismo de los mismos.
El primero (Larraín), en gesto teatral y grandilocuente, aseguró que de seguir creciendo nuestra economía al ritmo actual, pasaríamos a la categoría de “país desarrollado” en el 2017.
El segundo (Escalona), planteó, de cierre, que esta maravillosa expectativa de Chile estaba garantizada sólo por un conglomerado como la Concertación, pues ellos son los únicos capaces de imponer un clima de tranquilidad que la economía y la sociedad chilena requieren para alcanzar tan altas metas de desarrollo.
“Hipertimia” llaman en el diagnóstico psiquiátrico a quienes adjudican a sus ilimitadas capacidades la posibilidad de realización de metas extraordinarias. “Pérdida del freno neuronal”, se denomina al síndrome cerebral que hace ver radiante lo que es gris e inmenso lo que es apenas mediocre, lo que les lleva necesariamente a distorsionar la realidad de manera grave o risible.
Larraín confunde “crecimiento” con “desarrollo”, es decir que para él es igual la gimnasia que la magnesia. Desarrollo es un crecimiento armónico en lo social, económico, cultural y tecnológico, definiendo estándares de autonomía y de articulaciones productivas que definen una simetría en todos los planos de manera estable, integrada y perdurable.
“Crecimiento”, en cambio, es un guarismo referido al PIB (Producto Interno Bruto), que es por lo demás la forma más “bruta” para medir el crecimiento, tanto por lo engañosa como por lo anodino.
De hecho, la riqueza que se produce al interior del territorio de un país, no es lo que le queda como ganancia al país anfitrión. La riqueza real es el Ingreso Nacional neto (INN), que es igual a lo que se produce al interior del país, menos lo que se llevan las empresas y agentes extranjeros, más lo que retornan las empresas chilenas que operan en el exterior.
Chile tiene una estructura de crecimiento deformante y engañosa. Deformante porque no crea una base simétrica, integrada ni autonómica, sino que es tremendamente asimétrica, inequitativa (oligopólica), segregada (hacia el consumo y lo financiero) y dependiente de las empresas extranjeras y de la explotación irracional de los recursos naturales y de las materias primas, con dos agregados que son el gran deterioro del medio ambiente y el agotamiento de recursos elementales, como el agua (crecimiento empobrecedor).
Una base de crecimiento como esta, no es el camino hacia el desarrollo, sino, claramente, es la vía más segura para representar un espejismo de abundancia para hoy, pero que garantiza el hambre de mañana.
Los tumores y las malformaciones crecen pero de manera monstruosa, es decir que desfiguran, deforman y obstruyen los flujos sanos de nutrición del sistema y terminan por arruinar al organismo entero, y eso es lo que ciertamente viene pasando en la realidad del crecimiento que expone el ministro de hacienda, señor Felipe Larraín.
Por su parte, el señor presidente del Senado, Camilo Escalona, plantea con gran desparpajo que la Concertación es la garantía de algo. ¿Cómo puede serlo una montonera, como de hecho es la coalición opositora? Para prueba está el show impresentable que dieron con la “Ley de pesca”, donde cada cual jaló para su trinchera, sin lógica ni recato.
Cree que con tener las preferencias en las encuestas de la señora candidata, ya tienen arreglado el tema de la viabilidad y gobernabilidad. No se da cuenta, el señor Escalona, que en esta etapa se tocará con otra guitarra, pues el repertorio de la vieja Concertación ya no lo escucha ni lo quiere nadie. Pero como el hombre tiende a añorar el pasado, cree que se puede vivir del crédito de la historia. Lo malo está en que el señor presidente del Senado no se ha dado cuenta que en vez de tener a su haber saldos positivos en su cuenta, es portador de un déficit tan enorme que su crédito ya se cerró.
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