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miércoles, 6 de junio de 2012

LA ESQUIVA VERDAD DE LA EQUIDAD EN EDUCACIÓN SUPERIOR.

Por Hugo Latorre Fuenzalida

La polémica desatada entre el ministerio de educación y los estudiantes respecto a si la educación debe ser gratuita o pagada, tiene visos de un diálogo de sordos.

El Ministro, que parece ser hombre inteligente, sabe que su argumentación en relación a la educación pagada es falaz y sesgada. No es para nada defendible el argumento de que una educación superior gratuita es necesariamente regresiva e inequitativa.

El Ministro sostiene que si se da gratuitamente la educación superior, entonces lo que acontece es que se favorece a la población escolar con más recursos, pues esos son los que estudian en las universidades.

En cambio si esos recursos se destinan a la educación básica, ahí si se beneficia a los sectores más pobres.

La argumentación del Ministro tiene un barniz de verdad pero un soporte de falacia, pues si los impuestos para financiar la educación gratuita se cobran a los más ricos, entonces los más ricos pagarán la educación de sus hijos, pero además pagarán la educación de cuando menos otros 700 mil estudiantes universitarios que no son ricos.

En consecuencia, con sólo pagar la educación de sus hijos y dejar un plus para los de clase media y los pocos de los de clase baja que se encumbran a la educación superior, entonces ya es un proceso progresivo respecto a lo que tenemos hoy, en que los ricos pagan apenas y en parte con subsidio del Estado, la educación de los suyos y no cooperan en nada, sino más bien los ricos sacan del bolsillo de los pobres y la clase media, lo que éstos deben gastar en educación, pues pagan intereses por los créditos (hasta ahora deben a una banca que cobra comisiones bastante elevadas) y pagan un arancel universitario a empresas de educación que ejercen el lucro, aún estando prohibido por la ley.

Todos esos pagos van a parar a manos de los más ricos y salen del bolsillo de los más pobres. Todo porque los más ricos se niegan a pagar impuestos (como está demostrado) y los gobiernos se niegan a cobrárselos, pues se han convertido en sus más gentiles servidores desde el aparato del Estado y en nombre de todos quienes han votado por ellos, que en su inmensa mayoría son los mismos endeudados.

Hablando de los endeudados, una reforma tributaria efectiva, debería alcanzar para refinanciar las deudas de los cientos de miles que han sido obligados a endeudarse a niveles insostenibles. Esto es parte de la equidad más que progresiva que el Ministro dice que no es real. Con razón se dice en el evangelio que no hay peor ciego que el que no quiere ver y sordo que el que se tapa los receptores. Se trata al parecer de esa “dureza del corazón” de que también hablan los textos sagrados.

Así las cosas, al pan, pan y al vino, vino, como reza el decir popular. El Ministro plantea un argumento falaz y tiene que dejar de tener razón, pues lo que hace es un engaño premeditado y eso es falta grave en un personero del Estado. No es que haya una doble ambigüedad argumentativa en lo que se discute; lo que hace el Ministro es simple distorsión de la verdad objetiva y eso sí que, además de feo, es penoso, pues habla mal de una persona que debe tener mucho respeto a su investidura, si es que no tiene respeto por la inteligencia de los demás ni respeto hacia sí mismo.

Lo que sucede con estos personajes en el poder es que sufren el mal de Dido, aquél reyezuelo de la leyenda que mandó cortar todo el cuero de un buey para fabricar lienzos suficientes para enlazar todo su reino. Pero por apretado que sea el entramado del tejido, siempre quedan espacios para que se escape la verdad y amenace con desatar una por una las bridas de un poder abusivo y falsario.

La derecha está en el poder para proteger los negocios de la gente de su clase, no para favorecer al pueblo. Eso lo tenemos bastante claro y al parecer los chilenos también. Lo que pasa es que la gente de la Concertación traicionó a su clase creyendo que existe un bien superior al de los intereses sectoriales. Creyeron que postulaban un “bien general” cuando dieron rienda suelta a la jauría empresarial para que invadiera el gallinero. Ahora que ya se devoraron todas las aves del corral, comienzan a ”darse cuenta”, como dijo un ex ministro concertacionista. Pero ya quedaron con la complicidad en el alma y ¡por Dios que cuesta quitarse ese estigma! Sobre todo cuando muchos de sus filas aún muestran huellas de sangre en sus hocicos, pues también disfrutaron y gozan aún del festín.

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