Por Enrique Fernández
Un sorprendente relato del novelista cubano Leonardo Padura reivindica el rostro humano de León Trotsky, asesinado 23 años después de encabezar junto a Lenin la revolución rusa de 1917, que por primera vez en el mundo llevó a los comunistas al poder. Pero el lector no sólo se sorprenderá por los dramáticos entretelones de aquel crimen, sino por la sinceridad con que Padura critica, desde el interior de Cuba, al socialismo soviético y a la revolución cubana.
No es la suya una crítica vociferante ni panfletaria, como aquélla que vemos con frecuencia cuando de Cuba se trata. Es, por el contrario, un conjunto de observaciones profundamente humanas que lanza un hijo de la Revolución. Padura tenía poco más de tres años cuando Fidel Castro entró victorioso en La Habana el 1 de enero de 1959. Ahora, a los 56, este hijo del “proceso” es el escritor más representativo de la literatura cubana actual.
“El hombre que amaba a los perros” es el misterioso título de esta novela editada por Tusquet en la que confluyen tres historias: Una de ellas es la de Trotsky, exiliado y perseguido hasta su asesinato en México en agosto de 1940. Se convirtió así en uno de los 20 millones de muertos en medio de las purgas que ordenó José Stalin, situado a la cabeza del gobierno ruso. Otra historia es la del joven español Ramón Mercader, el asesino que creía estar cumpliendo una misión histórica encomendada por Stalin. Y la tercera es la historia de Iván Cárdenas, un escritor que tiene un encuentro fortuito en la playa con Mercader, poco antes de su muerte en La Habana en 1978.
La obra |
El autor Padura |
El libro ensambla la rigurosidad histórica –fechas, nombres, lugares- con elementos creados por la imaginación de su autor. En noviembre pasado recibió en Francia el Premio Roger Caillois, que antes obtuvieron el chileno José Donoso y el peruano Mario Vargas Llosa, entre otros. En febrero de este año, en La Habana, la novela fue galardonada con el Premio Carbet del Caribe y el Mundo. La cronología de sus 765 páginas comienza en la revolución rusa y concluye a comienzos del siglo XXI, tras la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la caída del Muro de Berlín y el fin de los “socialismos reales”.
“Muerta y enterrada la URSS –explica Padura-, quise utilizar la historia del asesinato de Trotski para reflexionar sobre la perversión de la gran utopía del siglo XX, ese proceso en el que muchos invirtieron sus esperanzas y tantos hemos perdido sueños, años y hasta sangre y vida”.
Así de claro es Padura para manifestar su desengaño con los líderes rusos que echaron por tierra el sueño socialista y la utopía comunista. En el caso cubano, el escritor cuestiona la falta de información sobre lo que ocurría en el mundo, como la rebelión de los estudiantes franceses en 1968 o el movimiento hippy de Estados Unidos, a comienzos de los años 70. El escritor imaginario que relata en primera persona una de las historias de la novela afirma:
Mercader el asesino de Trotsky |
Trotsky |
“Mucho menos tuvimos la menor idea de quien había sido Trotsky ni de por qué lo habían matado, o de los infames arreglos subterráneos y hasta evidentes de la URSS con el nazismo y con el imperialismo, de la violencia conquistadora de los nuevos zares moscovitas, de las invasiones y mutilaciones geográficas, humanas y culturales de los territorios adquiridos y de la prostitución de las ideas y las verdades”.
“A estas alturas, –agrega, al situarse en el momento actual- no creo que haya mucha gente que se atreva a negarme que la historia y la vida se ensañaron alevosamente con nosotros, con mi generación y, sobre todo, con nuestros sueños y voluntades individuales”. Padura –o, mejor dicho, el personaje de su novela- sostiene que aquellas promesas que alimentaron el entusiasmo y el romanticismo de los jóvenes cubanos en los años 60 y 70 “se hicieron agua y sal mientras nos asediaban la pobreza, el cansancio, la confusión, las decepciones, los fracasos, las fugas (de los balseros) y los desgarramientos”.
Al margen de estas reflexiones ideológicas, “El hombre que amaba a los perros” refleja el estilo magistral de un escritor acostumbrado a jugar con el suspenso a través de otras novelas suyas de corte policial. Entre ellas, “Pasado perfecto”, “Paisaje de otoño” y “La neblina del ayer”.
Su próximo trabajo, que espera publicar a comienzos de 2013, es una novela con nuevas reflexiones sobre la realidad cubana, según adelantó en una reciente entrevista con Radio Nederland. La historia transcurre en esta época, pero se inicia en 1643 en Holanda, en el estudio del pintor Renbrandt. Por eso Padura viajó a Amsterdam, para empaparse del espíritu del artista y volver a crear un relato de ficción basado en realidades históricas.
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