Era, probablemente, el debate más decisivo de la historia electoral reciente, por lo reñido de la competencia. Algunos preveían una carnicería; otros un apanado de todos contra uno y otros, fatalistas, un todos contra todos sangriento. No hubo tal cosa. Tampoco tuvimos propuestas sorpresa ni anuncios de impacto sacados bajo la manga.
En el balance de las casi tres horas, resulta difícil pensar que muchos vayan a repensar su voto luego de escuchar a los cinco candidatos. Tras la expectativa y el ruido de los días previos, en el salón Independencia del Hotel Sheraton hubo anoche muy pocas nueces.
En el papel, con Ollanta Humala liderando con cierta ventaja todas las encuestas, Alejandro Toledo, Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski debían salir a jugarse el todo por el todo para garantizar su pase a la segunda vuelta. Solo Toledo, en bajada, salió a golpear. Fujimori y Kuczynski prefirieron concentrarse en exponer sus propuestas.
SIN RESPUESTAS: Lo de Humala fue, sencillamente, no debatir. Encorsetado en un guión del que casi nunca salió, el candidato de Gana Perú leyó en todo momento, incluso cuando respondía las preguntas de sus rivales. Estas, como era de esperar, se concentraron en las incoherencias de su plan de gobierno y la amenaza que suponen para el desarrollo del país.
Humala no respondió cuando Toledo y Fujimori le observaron que en su plan habla de cambiar la Constitución y de nacionalizar empresas. Curiosamente, mientras se iba por las ramas, el salón sufrió de un breve apagón. ¿Un presagio de lo que se viene en esta semana?
AGRESIVO: Toledo salió claramente a golpear a Humala y convertir un encuentro de cinco en un ring de dos peleadores. Por momentos sostuvo, también, duelos con Fujimori (cuando habló de la recesión que dejó Alberto Fujimori y de los terroristas que liberó) y con PPK (a quien llamó “mister Kuczynski”), pero el blanco de sus puñetazos verbales fue el líder nacionalista.
El expresidente trató, en todo momento, de presentar la elección del domingo como un evento en el que se decidirá no quién será el sucesor de Alan García sino el futuro del país. “Hay que elegir entre el crecimiento económico o el estatismo, el salto al vacío o el modelo de Venezuela, Bolivia y Nicaragua”, anotó.
Keiko Fujimori fue, claramente, la más ordenada en sus tiempos y en su exposición. Leyó, pero se notó poco. Se enfocó en destacar los logros del gobierno de su padre, enumerando los programas sociales que creó y subrayando que las reformas de los noventa permitieron el desarrollo de la década siguiente.
Pero las alusiones a su pasado no fueron todas positivas. La corrupción montesinista fue un flanco contra el que dispararon, con distinta energía, Toledo y Humala. Terminó con una declaración de orgullo por su padre que más pareció dirigirse al sector duro fujimorista –erosionado en los últimos días– que a captar nuevos simpatizantes.
DISTRAÍDOS: Durante varios pasajes, Kuczynski pareció el mejor informado de los cinco, citando datos y cifras de memoria. Pero era evidente que le faltaba pasión, vibraciones, empatía con el televidente. Por momentos, a la hora de las preguntas, parecía distraído. No tanto, sin embargo, como Luis Castañeda, sin duda el más desordenado.
No encontraba los papeles con sus preguntas y divagaba en generalidades. Sorprendió, algo, al prometer que eliminará la renta básica de telefonía y pondrá topes a los intereses de los créditos de consumo. A su modo, se la jugó. ¿Será suficiente?
DETRÁS DEL DEBATE: Detrás de cada candidato había un asesor. Algunos confiaron en expertos internacionales, otros prefirieron apoyarse en miembros de su equipo o en algún familiar. Alejandro Toledo hizo una combinación. Tuvo a su lado al asesor español Xavier Domínguez, experto en Marketing que colaboró en la campaña de José Luis Rodríguez Zapatero, y al congresista Carlos Bruce.
Ollanta Humala escogió a su esposa Nadine Heredia como asesora. Ella no solo le daba consejos sino también “tuiteaba’ desde su teléfono celular. A Luis Castañeda lo apoyó el economista Élmer Cuba, su jefe de plan de gobierno; Pedro Pablo Kuczynski tenía a su asesor Gilbert Violeta y Keiko Fujimori a Víctor Shiguiyama y a Pier Figari, integrantes de su equipo técnico.
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