NEGÓ HABER INFLUIDO
EN EL GOLPE, NEGÓ CONTENIDOS DEL INFORME CHURCH SOBRE LA CIA, NEGÓ HABER RECIBIDO
PLATAS DE LA CIA, NEGÓ HABERSE REUNIDO CON EL PRESIDENTE
RICHARD NIXON, NEGÓ HABER TENIDOS INFLUENCIA EN LA PAGINA EDITORIAL DEL DIARIO
DURANTE LA DICTADURA, NEGÓ CENSURAR LAS INFORMACIONES PUBLICADAS, NEGÓ HABER RECIBIDO INFORMACIÓN DE LA CENTRAL
NACIONAL DE INFORMACIONES (CNI) PARA ENCUBRIR DELITOS VINCULADOS CON LA VIOLACIÓN
DE DERECHOS HUMANOS Y NEGÓ NUEVAMENTE ALGÚN VÍNCULO CON EL ORGANISMO
QUE FUNCIONÓ COMO LA POLICÍA SECRETA DE LA DICTADURA DEL GENERAL AUGUSTO
PINOCHET.
El ministro en visita Mario Carroza interrogó en calidad de testigo al dueño del consorcio periodístico El Mercurio, Agustín Edwards Eastman, en el marco de dos querellas presentadas por familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos durante el régimen militar. La declaración se desarrolló en total reserva, donde Edwards fue acompañado por su abogado Miguel Alex Schweitzer y se desarrolló por cerca de dos horas en el despacho del juez.
Sin embargo, durante esta jornada el diario El Mostrador reveló detalles de la declaración
del empresario donde reconoció haber tenido contactos con la CIA y con Henry
Kissinger, pero descartó haber influido en el Golpe de Estado encabezado por el
general Augusto Pinochet, pese a lo señalado en el Informe Church elaborado por
el Senado de Estados Unidos.
Según ese documento, “la CIA gastó un millón y medio de
dólares para apoyar a “El Mercurio”, el principal periódico del país y el canal
más importante de propaganda contra Allende. Según documentos de la CIA, estas
gestiones tuvieron un papel significativo en la preparación del escenario para
el golpe del 11 de septiembre de 1973”.
No obstante, Edwards negó esta situación pese a reconocer
que viajó a Estados Unidos al día siguiente de la elección que llevó al poder
al candidato de la Unidad Popular, Salvador Allende, el 4 de septiembre de
1970.
Además, el informe Church desclasifica que Helms coordinó
una reunión con el presidente norteamericano Richard Nixon, y el consejero de
Seguridad Nacional, Henry Kissinger. Pero, nuevamente, en su declaración niega
haberse reunido con el mandatario señalando escuetamente que “no tengo
recuerdos de haberme entrevistado con Nixon”.
En ese sentido, Edwards afirma que si bien “no tenía
contactos con la CIA en Chile, pero sí las tuve cuando estuve en Washington”.
“Reitero que tuve una reunión en Washington con Kissinger y
con Helms. Además esta reunión se efectuó días después de la elección de
Salvador Allende oportunidad donde se comentó las circunstancias de haber
salido un presidente comunista en un país democrático, pero en ningún caso se
pensaba en un Golpe de Estado o algo parecido, ni menos de un financiamiento
hacia el diario El Mercurio”, indicó.
Consultado por el estado financiero de El Mercurio y la baja
en los avisajes que podrían haber puesto en riesgo el futuro del matutino,
Edwards es categórico en descartar haber recibido dineros de la Central de
Inteligencia norteamericana para mantener el diario. “No recibí dineros de la
CIA”, aclara.
Respecto la línea editorial que mantuvo El Mercurio, Edwards
se desmarcó señalando que “al regresar (1975) no es efectivo que haya llegado a
hacerme cargo del diario, por cuanto ya había un equipo formado, en ese sentido
yo no tenía control ni injerencia sobre la información que se daba en él”.
En esa misma línea, y ante la omisión que realizó el
matutino de las violaciones a los derechos humanos en nuestro país, el dueño
del diario derechista negó alguna orden para censurar las informaciones
publicadas, asegurando que supo del Informe Rettig tiempo después.
“Debo indicar que el Gobierno Militar a mí me salvó la vida.
Tal como lo afirmé yo no tenía injerencia en el control de las informaciones
que eran entregadas por el diario, y en ese sentido no es efectivo que haya
dado una orden acerca que determinada información sobre Derechos Humanos fuera
o no publicada. Acerca del Informe Rettig, supe con posterioridad de su
existencia”, señala.
Agustín Edwards enfrenta una querella en su contra por su
eventual responsabilidad en una operación de montaje para encubrir la
desaparición de 119 personas en 1975, en la denominada Operación Colombo.
Al respecto, el dueño del influyente diario señala en la
declaración que “eran otras las personas que estaban a cargo de la línea
editorial de El Mercurio, sin que yo tuviera injerencia en ello (…) no tengo
antecedentes sobre los hechos que se me relatan, los desconozco y reitero que
no tuve injerencia en los titulares de la prensa de la época ni en la
información que se entregaba públicamente”, sentencia.
Por último, y ante las acusaciones de haber recibido
información desde la Central Nacional de Informaciones (CNI) para encubrir
delitos vinculados a la violación de derechos humanos, Edwards niega nuevamente
algún vínculo con el organismo que funcionó como la policía secreta de la
dictadura del general Augusto Pinochet.
“Jamás hubo contacto entre El Mercurio y la CNI. Debo
reiterar que El Mercurio no recibió aportes de Estados Unidos, ni hubo una
relación estrecha entre El Mercurio y la CIA, más que lo que ya he declarado;
no manejé información sobre las actuaciones de los Servicios de Inteligencia en
Chile, ni antes ni después del año 1975 (…) en la actualidad soy accionista de
El Mercurio y pertenezco a su directorio, pero ni ahora ni antes he tenido
influencia en la línea editorial de éste, reiteró”.
Por medio de la llamada “Operación Colombo”, los servicios
secretos de la dictadura de Pinochet intentaron encubrir la desaparición de 119
opositores, la mayoría miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR), haciéndolos pasar como muertos en enfrentamientos entre ellos en Brasil
y Argentina.
El 24 de julio de 1975, el diario La Segunda -propiedad de
El Mercurio- tituló su portada “Exterminados como ratones: 59 miristas chilenos
caen en operativo militar en Argentina”, mientras que el diario El Mercurio
tituló: “Identificados 60 miristas ejecutados por sus propios camaradas”, supuestamente
en Brasil.
Las fuentes de la información se remitían al diario
argentino Lea y el brasileño O’Día, que circularon únicamente un día, y que
publicaron las nóminas de nombres de 59 chilenos abatidos por purgas internas
según su versión en Argentina y otros 60 en Brasil.
La “Operación Colombo” forma parte de la “Operación Cóndor”,
una confabulación de las dictaduras del Cono Sur para eliminar opositores, en
casos que siguen bajo investigación en la justicia.