16-12-13-KRADIARIO-883
LAS RAZONES DEL ÉXITO DE
MICHELLE BACHELET EN CHILE
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Por Ignacio de los Reyes
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Por Ignacio de los Reyes
BBC Mundo
La socialista Michelle Bachelet, exministra y exjefa de Estado, pediatra,
pionera del programa de mujeres de Naciones Unidas y ahora presidenta electa de
Chile, sumó este domingo otro mérito a su currículum: seguir siendo, a pesar
del paso del tiempo, una de las políticas más populares del mundo.
La candidata de la Nueva Mayoría –la coalición de socialistas, comunistas y
democracia cristiana que sustituyó a la Concertación- derrotó a su rival, la
conservadora Evelyn Matthei, con el 62,15% de los votos.
"El triunfo de hoy no es personal (...) es un sueño colectivo que
triunfa", dijo Bachelet en su primer discurso de agradecimiento antes de
asumir su segundo mandato a partir de marzo próximo.
Sólo la baja participación electoral del 41,60% (apenas 5,7 millones
votaron de los más de 13 millones de chilenos convocados), deslució el triunfo
de Bachelet, que ahora tendrá que liderar un país cargado de descontento y
frustación general con su clase política.
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Pero, ¿por qué Michelle Bachelet parece conservar su carisma y capital
político intacto mientras la confianza en los demás políticos se desploma? BBC
Mundo le explica las razones detrás del "fenómeno Bachelet".
Los retos de Bachelet
Bachelet llegó a la presidencia de Chile por primera vez en 2006, después
de haber ejercido como ministra de Salud, y luego Defensa, en el gobierno del
mandatario Ricardo Lagos Escobar.
"Ya desde entonces tuvo un liderazgo especial, más empático con la
ciudadanía", le dice a BBC Mundo la politóloga Pamela Figueroa.
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"El suyo no era un apoyo levantado por los partidos políticos, sino
por la población, pero a la vez cumplía con un montón de requisitos de la
política antigua, como la militancia política, especialización en Salud y
Defensa…", sostiene.
Esta popularidad le siguió durante su mandato, especialmente entre las
clases populares chilenas, que valoraron sus políticas sociales ligadas a la
infancia, a la maternidad y a la inclusión.
Decisiones como las de nombrar a un gobierno paritario, con igual número de
hombres que de mujeres, sorprendieron a una clase política acostumbrada a que
los cargos del gabinete se repartieran entre las fuerzas que componían las
coaliciones partidistas.
A pesar de algunos momentos críticos, como las masivas protestas de
estudiantes secundarios que sacudieron los primeros meses de su mandato,
Michelle Bachelet terminó su gobierno con más del 80% de apoyo ciudadano.
Experiencia en ONU
En septiembre de 2010, a los pocos meses de abandonar su cargo como jefa de Estado, Bachelet se convirtió en la primera directora ejecutiva de ONU Mujeres, una recién creada agencia internacional destinada a fomentar la igualdad de género.
La expresidenta se alejó del debate nacional y centró sus esfuerzos en el
nuevo cargo desde su oficina en Nueva York.
"Para un expresidente en Chile es muy difícil incorporarse a la vida
política. Para ella fue una buena opción ir a participar en una organización
internacional de tremendo prestigio", explica Figueroa.
"Le favoreció estar fuera de la contingencia, de tener que opinar de
ciertos cuestionamientos sobre su gobierno, como el caso del Transantiago (la
red de transporte urbano de la capital cuya caótica implementación afectó a la
imagen de su gobierno) o el terremoto de 2010".
Bachelet regresó a su país en marzo de 2013 para anunciar lo que ya todos
daban por hecho: sería la candidata de la centroizquierda, carente de un líder
del perfil y aceptación popular de Bachelet.
Nuevo discurso, nuevo programa
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Su regreso a la política nacional vino acompañado de un nuevo programa que
recogió algunos de los principales reclamos de los movimientos sociales que se
manifestaron durante su mandato y, especialmente, bajo el gobierno del actual
presidente Sebastián Piñera.
Evelyn Matthei había calificado como "un milagro" la opción de
ganarle las elecciones a Bachelet.
El principal reclamo, el de una reforma radical del sistema educativo, se
concretó en una propuesta de educación pública, gratuita y de calidad,
aplaudida por los líderes del movimiento estudiantil.
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Algunos de ellos, como Camila Vallejo o Karol Cariola, se sumaron a su
proyecto con candidaturas al Congreso (en representación del Partido
Comunista).
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"Tuvo la capacidad de leer de manera muy correcta lo que estaba
sucediendo en la sociedad chilena. Quizás fue la distancia que le impuso estar
en Nueva York", explica a BBC Mundo el sociólogo Manuel Garretón, profesor
de la Universidad de Chile.
"Leyó que el país ha cambiado y en ese sentido ella puede cristalizar
el pedido de cambio: la demanda por una nueva constitución, por una reforma
impositiva y una reforma educativa. La misma agenda del movimiento
estudiantil", añade.
Además de proponer un nuevo sistema educativo, una reforma fiscal para
acabar con la desigualdad en el país, y una nueva constitución, Bachelet
incorporó a su programa algunos reclamos de otros movimientos sociales, desde
aquellos de la comunidad gay, a los de indígenas y medioambientalistas.
Ahora asegura estar abierta a debatir una nueva legislación sobre el aborto
que lo despenalice en ciertos supuestos, dialogar sobre la opción de legalizar
el matrimonio entre personas del mismo sexo o buscar solución al conflicto
mapuche sin aplicar la ley antiterrorista, como hizo en su mandato.
Su carisma la ayudó a ganar
Bachelet tuvo, más allá de su capital político, otra arma para derrotar a
Matthei: su carisma.
A la presidenta electa es frecuente verla con una sonrisa en la boca y
hasta sus rivales políticos saben que es difícil enfrentarse en una elección a
alguien con el carisma de esta pediatra de 62 años.
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A su favor juega, según Garretón, "su modestia, su carisma, su
capacidad de escuchar a la gente, nunca con una palabra hostil hacia sus
contrincantes".
Hasta su historia personal, la de hija de un general de la fuerza aérea
muerto en prisión al poco de acontecer el golpe de Estado contra Salvador
Allende, enviada a un centro de detención junto a su madre, y después forzada
al exilio, conmueve a los chilenos que la apoyan.
Pero su carácter también ha sido utilizado por sus contrincantes para
acusarla de ser demasiado débil como líder de un país.
En la campaña electoral previa a la primera vuelta, uno de sus ex aliados
en la izquierda, Marco Enríquez-Ominami aseguró que unas elecciones
presidenciales "no se tratan de un concurso de simpatía".
Ella misma, años antes, se había defendido de quienes argumentaban que su
apoyo popular se debía a su cercanía con la gente:
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"Creo que francamente es faltarle el respeto a las chilenas y chilenos
decir que la simpatía o la empatía lo explica todo", respondió en 2010 a
un político opositor.
La debacle de la derecha
A los méritos de la futura presidenta chilena se suma además otro argumento para su aplastante victoria: la crisis de apoyo y liderazgo en la que la derecha parece haber caído en los últimos meses.
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Los partidos de Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata Independiente
(UDI) no pudieron aprovechar el impulso de tener en La Moneda a un presidente
de centro-derecha por primera vez desde el regreso de la democracia.
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A pesar de los llamados de Matthei a revertir los resultados de la primera
vuelta, la candidata logró el peor resultado para la derecha en unas dos
décadas.
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Ella misma había calificado como "un milagro" la opción de
ganarle las elecciones a Bachelet.
Los analistas auguran un nuevo periodo de reflexión para este sector de la
política chilena.
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"Tengan la certeza que el tiempo y la historia mostrara que aquellos
principios que defendíamos estaban en lo correcto; el valor a la vida, a la
libertad, son la mejor herencia que podemos dejar a los próximas
generaciones", dijo Matthei tras admitir su derrota.
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"Nada que valga la pena es gratis, lo mas valioso va siempre
acompañado de gran sacrificio", recalcó.
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La UDI y RN tendrán cuatro años para pensar en una manera de regresar a la
Presidencia
Mientras, su único consuelo parece ser que Michelle Bachelet ya no podrá
presentarse a un tercer mandato.
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