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martes, 10 de diciembre de 2013

10-12-13-KRA-882

ALEGRÍAS Y DRAMAS DE LA FE

Por Martín Poblete (*)

En 224 páginas, el Papa Francisco se dirige a la gran diversidad de materias haciéndose parte de la preocupación de la Iglesia, y del Pontífice;  la Exhortación Apostòlica por su extensión se acerca mucho a las encíclicas, pero no se plantea las elucubraciones propias de la teología sistemática tan características de las encíclicas cualesquiera haya sido su autor. En la exhortación Evangelii Gaudium, Francisco es el mensaje,  su carisma explica el enorme impacto reflejado en todos los medios de las mas variadas persuasiones.

Nadie ha quedado indiferente, los católicos de misa dominical y los alejados en vías de regreso han visto confirmadas sus esperanzas en este Papa "del fin del mundo"; los conservadores le siguen inquietos,  sus temores de tiempos  pasados no se confirman, pero siguen abrigando dudas;  la izquierda católica si bien  recibe con agrado parte del discurso, por ahora prefiere ocultar sus reticencias;  los extremos no han vacilado en calificar a Francisco con los más duros epítetos de las guerras ideológicas del pasado: federalista, marxista, populista eclesiástico, reaccionario.

Por su parte, los políticos de Barack Obama a Vladimir Putin,  según sea la expresión de sus intereses, se las arreglan para encontrar algo interesante o útil de citar  en el mensaje de Francisco.

El llamado fundamental de la Exhortación de Francisco es a predicar el Evangelio de Jesucristo, a través de un Iglesia declarada en permanente condición misionera, con particular y apasionada definición por la paz y por los pobres, en el singular lenguaje de Francisco "un evangelizador nunca debe poner  cara de funeral";  quiere una Iglesia en renovación misionera y auténtica conversión pastoral, cambiar el carácter y cultura de la iglesia, sus estructuras y prioridades, enfatizar en sentido evangélico la relación con Cristo, atender las expresiones  de religiosidad popular mariana.

La inclusión recibe particular atención de Francisco, en sus palabras "en la Casa del Padre hay lugar para todos". Esta frase ha sido relacionada con la convocatoria del Sínodo Sobre la Familia en octubre del 2014, y posibles revisiones a la cuestión de los sacramentos a divorciados(as), a los vueltos a casar, y a los separados, sin perjuicio de ratificar líneas doctrinales. "La defensa de la vida por nacer no cambiará, está estrechamente ligada a todos y cada uno de los otros derechos humanos";  también a pedir de sacerdotes y religiosos formas diferentes en su trato con los fieles "el confesionario no debe ser una cámara de tortura, sino el lugar de encuentro con la misericordia del Señor", instarlos a ser "jubilosos mensajeros, guardianes de la  belleza y bondad en una vida de fidelidad al Evangelio".
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En la visión del Papa, la parroquia sigue siendo centro de vida católica, Iglesia en medio de sus fieles; por ello  pide a las comunidades de base, pequeñas comunidades eclesiales, y otras formas de movimientos evangelizadores,  beneficiarse del contacto con la rica realidad de la parroquia, a fin de evitar  enfocar en una sola parte del Evangelio y  ser nómades sin raíces.
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En las siempre  polémicas, tensas, cuestiones de la Iglesia en el mundo, Francisco no vacila en dirigirse con voz crítica  respecto a los cambios en el mundo de la globalización; el rápido cambio, enorme, cuantitativo y cualitativo, en el avance las ciencias y las tecnologías  así como su aplicación instantánea  en la naturaleza, y en la vida de personas y sociedades enteras, "ha conducido a nuevas y a veces anónimas formas de poder". 

 Francisco rechaza la exclusión y marginalización sociales, la idolatría del dinero, el hedonismo del sistema financiero globalizador-globalizante, la desigualdad generadora de violencia.    En la intuición de Francisco, la globalización destruyó antiguas certidumbres, formas de relación social y maneras de ser,  sin que de su funcionamiento hayan surgido alternativas válidas.
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Las constataciones de la globalización conducen al Papa a revitalizar la  vigencia de la Doctrina Social de la Iglesia.  Para la iglesia, la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, filosófica o política, y conceder a los pobres su especial lugar en el pueblo de Dios: "La opción preferencial  por los pobres es una forma de la primacía en el ejercicio de la caridad cristiana".    Solidaridad con los pobres y la promoción de la paz emergen como rasgos constitutivos de una iglesia misionera;  el diálogo con los Estados; con las sociedades, su cultura y su ciencia; y con otros creyentes  que no son miembros de la iglesia Catòlica, es una contribución a la paz.

En dos aspectos de la Exhortación, el Papa nos pide acompañarlo por un sendero distinto al recorrido por sus inmediatos antecesores.  En cuestiones de las estructuras de la Iglesia, Francisco se plantea dar  más autonomía a las conferencias episcopales, aliviando la excesiva centralización "que complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera"; esto lo pone en divergencia con el edicto Papal Apostolus Suos de 1988, restringiendo el funcionamiento de las conferencias episcopales, exigiéndoles unanimidad en sus pronunciamientos doctrinales en comunión con el Papa.  Sin embargo, Francisco quisiera conceder autoridad doctrinal a las conferencias de obispos además de un rol más efectivo en la conducción de la Iglesia.

En la cuestión cultural, la síntesis de los legados helenístico y cristiano viene marcando el discurso católico por siglos, así lo da a entender don Miguel de Unamuno en sus trabajos sobre San Atanasio de Alejandrìa, y muy especialmente el Gran Papa Juan Pablo II con su encíclica Fides et Ratio de 1998, y el formidable discurso de Benedicto XVI en la Universidad Católica de Rastenburg el 12 de diciembre de 2006.   Sin necesariamente diferir de sus inmediatos predecesores, Francisco quiere proyectar un discurso de mayor amplitud  "...el don de Dios se encarna en la cultura de quien lo recibe .... el mensaje revelado no se identifica con ninguna cultura en particular, tiene un contenido transcultural";  del discurso de fuerte identidad inicial en Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, Francisco quiere pasar a un diálogo "...entre la Fe, la razón y la ciencia. 

La Iglesia propone un camino distinto al del positivismo, propone la síntesis entre los usos de las metodologías de las ciencias y otras áreas del conocimiento como la filosofía, la teología y la Fe misma en Cristo".  Esta es una de las propuestas más audaces de Francisco, abre un espacio  que parecía haber quedado cerrado por sus predecesores, y en ese mismo contexto ensancha el diálogo con otras religiones expresiones de otras culturas.

(*) Profesor de historia, Fordham University  Nueva York 1981.    Ejerció en Rutgers University   (Universidad del Estado de New Jersey), New Brunswick NJ.   Director del Seminario Latinoamericano de Columbia University, Nueva York, 1998-2009.

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