NINGUNO DE LOS POLÍTICOS CHILENOS DA CONFIANZA…APARTE DE MICHELLE BACHELET
Por Walter Krohne
El tema de las elecciones se ve complicado al menos hasta ahora, debido a la falta de claridad tanto en el oficialismo como en la oposición, dos sectores que muestran carencias graves en cuanto a líderes que puedan ser capaces de encender, deslumbrar y convencer a las masas. Las críticas del senador UDI Jovino Novoa en su libro "Con la fuerza de la Libertad", presentado anoche en Santiago, afectan directamente al gobierno de Sebastián Piñera, quien ha conducido una administración apoyándose en una evidente “política realista” que lo ha llevado a improvisar apartándolo de las ideologías o programas de campaña, pero defendiendo a brazo partido la economía de libre mercado.
Esta actitud le ha hecho perder credibilidad bajando fuertemente en las encuestas, y casi sin posibilidades de repuntar fuertemente por el escaso tiempo que le queda de mandato.
Con razón el senador UDI explica el supuesto "derrotismo que sufre este gobierno" escribiendo que esto se debió al abandono de un programa de centroderecha para terminar metiéndose en “temas ajenos” como es el alza de impuestos o el discurso igualitario, que van directamente en contra del sector privado.
Ciertamente Piñera no es un ideólogo fundamentalista de la derecha ni tampoco llegó a La Moneda para serlo. Su ambición ha sido más bien personal, defendiendo el libre mercado con cifras concretas que durante tres años han mareado a todo el mundo, porque la inseguridad social y laboral continúa y los “números” no han repercutido en el bienestar de grandes grupos de chilenos postergados. Su ambición es pasar a la historia de Chile como un Presidente y, más que eso, como un buen presidente. Si lo ha logrado o no, lo verán los historiadores después del 10 de marzo de 2014.
Piñera, según Novoa, ha caminado por un sendero equivocado, porque "en vez de luchar en el campo ideológico para convencer al electorado de la importancia de defender la libertad, el emprendimiento, el respeto al orden y a la propiedad privada, se trazó como objetivo camuflarse con la competencia, absorber su discurso igualitario y estatista”.
El problema está en que los hechos producidos tras su elección en 2009 obligaron en parte o ejercieron presión sobre el mandatario para ir avanzando por otro camino, distinto al que quería la centroderecha. Primero fue el terremoto y luego vinieron las marchas de los estudiantes y de otros gremios que han pedido mejoramientos sociales y justicia. Estas presiones produjeron un cambio de rumbo a medias, porque no había ningún plan ni preparación para ello, como fue la reforma educacional, de la cual no ha podido eliminar el lucro ni tampoco ha dejado encaminado un gran proyecto de educación pública gratuita como pide gran parte de los chilenos.
Sin embargo, esta reforma a medias lo llevó también a impulsar una reforma tributaria que tampoco estaba en su programa y que ha terminado siendo un avance bastante mediocre. Ha tenido igualmente problemas con el plan garantizado de salud, con la criminalidad que no ha mostrado grandes cambios con lo que ocurría en gobiernos anteriores y el conflicto mapuche que lo ha acompañado durante todo su mandato en el cual no ha logrado definir una estrategia a seguir, cometiendo los mismos errores históricos ya conocidos como es responder con violencia y leyes draconianas que sólo protejen a los latifundistas blancos y convierten a los mestizos mapuches en delincuentes.
Lamentablemente un salto al gran progreso que termine con la desigualdad profunda, tampoco se ve posible en los actuales dos candidatos presidenciales de la derecha, menos en Golborne, que aparte de conducir el rescate de los 33 mineros atrapados en Atacama en 2010 no muestra una hoja de vida como para “sacarle el sombrero”, como lo confirma su "autobiografía" que acaba de difundir en las redes sociales. Golborne no tiene trayectoria política ni siquiera es militante de la UDI, el partido que lo apoya.
Pero, por el lado de la oposición tampoco se vislumbran salidas. Mañana se realizan las primarias de la DC con dos candidatos que no ofrecen nada de nuevo, sólo continuar por la senda que ya venimos recorriendo desde hace décadas.
Ximena Rincón se define como rebelde y social-cristiana. Escribió recientemente: Lucho por una reforma tributaria real; por una agenda energética que proteja los recursos naturales; por una política pública que recupere nuestros pueblos originarios y no se quede en las hectáreas en disputa; por la erradicación de la discriminación en todas sus formas; por la adecuada utilización de nuestros recursos naturales como la pesca y el litio. Es decir, absolutamente nada de nuevo.
Si miramos a su contrincante, es casi lo mismo: Claudio Orrego escribió esta semana: A los DC nos tiene que volver a latir el corazón para ser una mayoría que articula los cambios políticos. Debemos recuperar la confianza de aquellos que dejaron de creer en la política. A la política le sobra calculadora y le falta pasión. No podemos renunciar a priori a trascender con nuestras ideas: comunidad, libertad y dignidad de la persona humana. Lo que en clave actual se transforma: en reforma urbana, protección de la clase media y los distintos tipos de familia, y redistribución del poder político, económico y social. ¿Es esto lo que quiere escuchar hoy la gente?
La tragedia de la oposición es que si no mira a la ex mandataria Michelle Bachelet no tendrá tampoco chances verdaderas para volver a recuperar el poder. Sus dirigentes padecen del "síndrome" de la mujer más poderosa de Chile que se da el gustito de postergar una y otra vez su decisión de si acepta o no ser candidata.
Es un caso raro de la política que produce complejos profundos en los partidos de derecha, que no pueden entender que la supuesta candidata, que no ha estado en Chile en los últimos tres años y no se ha pronunciado para nada en ningún temna de la contingencia, tenga, según las encuestas, una tan alta popularidad en estos sondeos de opinión arrasando con la figura de Piñera y de los dos candidatois de derecha.
Esto nos hace meditar profundamente y llegamos a la conclusión de que ¿quizá en Chile es mejor quedarse callado para poder aspirar a la más alta magistratura nacional?
La respuesta la dio hoy en su blog el académico y escritor Agustín Squella y se llama “confianza”.
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