Por Wilson Tapia Villalobos
Los políticos siempre dan material. Es uno de los principales objetivos de su actividad. No importa cual sea el tema. Si se los ignora, languidecen, se esfuman. Cierto, algunos son más virtuales que otros. Pero ya van quedando pocos que no se encandilan con las luces de la TV o que no los atrapa la forma casi fálica de un micrófono.
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En estos días en que se desempolvan trajes presidenciales, el espectáculo es grandioso. Cada uno asume su papel. Cuál sea, es lo de menos. Hacen lo posible por notarse. Y no se trata sólo de los que aspiran a llegar a La Moneda. No, los que más alboroto crean son aquellos que esperan que el o la que asuma la Presidencia, lo llame a su lado. Que, de algún modo, reconozca sus méritos. Tales esfuerzos pueden ser hasta graciosos, si a Usted le gusta el humor negro o los gags que reemplazan los pasteles por frases tan “simpáticas” como la crema chantilly. Si se le ocurre la mala idea de mirarlos como líderes, resulta patético, claro.
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Cualquier recuento actual tendrá que comenzar por el episodio que le da el nombre a esta nota. Pertenece al inefable Francisco Vidal, ex ministro de Estado, convertido hoy en una especie de escudero de la ex presidenta Michelle Bachelet. Vidal es conocido por sus dichos. Por su exagerada inclinación a imponer un humor demasiado personal en las más disímiles situaciones. Ahora lanzó una advertencia. Dijo: “A los que ataquen a Bachelet, les vamos a dar guaraca”.
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La frase hizo su efecto. Tal vez más del que pensaba Vidal. Éste, como profesor de Historia, debe haber sabido que la guaraca es una especie de huasca de cuero con la que se golpea animales. O, tal vez, algo más críptico, puede haberse referido al órgano masculino, la otra acepción de guaraca. Lo concreto es que su intervención fue respondida en duros términos por distintos personeros de los partidos oficialistas. Ellos se sintieron afectados porque, precisamente, son quienes más duro atacan a la ex mandataria.
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El diputado UDI Gonzalo Arenas fue más allá, mucho más allá. Comparó a Vidal nada menos que con Joseph Goebels, encargado de propaganda del nazismo. Un símil exagerado. En materia de comunicaciones, Vidal no ha hecho nada comparable con lo que hizo Goebels para el nazismo. Y en materia de barbarie, las brutalidades de Vidal son mediáticas, solamente.
Pero tendremos que acostumbrarnos a este ambiente encrespado y pedestre. Aceptar, por ejemplo, las disputas oficialistas. Ser testigos de cómo el ideólogo de la extrema derecha, Jovino Novoa, pone en apuros al Gobierno. Y todo porque el ministro de Salud, Jaime Mañalich, se refirió a un libro suyo de edición reciente. Y le dijo que era una traición lo que allí sostenía acerca del gobierno del presidente Sebastián Piñera. El dirigente conservador afirma que la actual administración ha dejado de lado los postulados más sagrados de la derecha para llegar a acuerdos con la centro izquierda. En realidad, y para ser algo justos, Novoa exagera. Su mirada se ubica desde el ultra conservadurismo. Pensamiento que lo llevó a colaborar en puestos gubernamentales con el dictador Augusto Pinochet. Por lo tanto, a nadie puede sorprender lo que diga o escriba acerca de la actual administración.
Pero Mañalich, igual, decidió enfrentarlo. Luego tuvo que desdecirse, porque la UDI cerró filas en torno a uno de sus referentes. De cualquier manera, Mañalich se perfila como el Vidal de la derecha. Una actuación que, luego de ser gerente general de la Clínica las Condes y personero importante de la salud privada chilena, nadie le auguraba.
Tal como nadie esperaba que uno de los más importantes directivos del poderoso conglomerado Cencosud, sea candidato presidencial. Laurence Golborne, sin embargo, aparece hoy como la mejor imagen para representar a la derecha. Pero de allí a ganar hay un abismo insalvable, dicen las encuestas.
Pero él ha aprendido rápido en esto de dar tema. Y como el tema de los mineros salvados desde las entrañas de la Tierra ya está un poco manoseado, ahora explota su origen. En un vídeo que es como la suma de los gags de Vidal y Mañalich, Golborne se define. Habla de su origen en Maipú y de su éxito al trepar hasta los primeros puestos de la política y del área económica. Se coloca como ejemplo de lo que se puede lograr en la sociedad chilena. En ella, con esfuerzo, tesón e inteligencia, todo es posible. Precisamente ese es su eslogan: Es Posible.
No sé si, en el futuro, Vidal se verá “obligado” a darle guaraca a Golborne. Por el momento, Bachelet lo quintuplica en intención de voto. Pero nunca se sabe.
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