kradiario.cl

viernes, 4 de enero de 2013

ESTADOS UNIDOS: POBRES REPUBLICANOS RICOS

Por Hugo Latorre Fuenzalida

Estados Unidos es una potencia que dominó gruesa parte del siglo XX y ya en el siglo XXI ha dado curso a su repliegue, que parece cumplir la fatalidad cíclica de la que hablaron los historiadores Arnold Spengler y Arnold Toynbee  con sus respectivas obras: “La decadencia de Occidente” y “Un estudio de la historia”.

La historia de los imperios parece ratificar esas fatalidades que acosan y demarcan toda actividad e institucionalidad creada por el hombre: todo crece, se desarrolla y envejece o decae. Toynbee se dio a la tarea monumental de estudiar veintitantas civilizaciones, y en todas descubrió esta misma rutina.

Por tanto, da en pensar que lo mismo le sucede y sucederá a esta dominación de Norteamérica, que desplazó al imperio británico, el que, a su vez, desplazó al holandés, el que, a su vez, desplazó al español y portugués. Y así, de imperio en imperio, se va tejiendo la historia humana hasta llegar a los albores de la cultura escrita o la arqueológica, que nos han dejado memoria para nuestro aprendizaje.

¿En qué decae EE UU?

Los signos de decadencia se expresan en lo económico, en lo cultural, en lo político y en lo social. De hecho, la economía estadounidense pierde competitividad con respecto al Asia; la cultura norteamericana, que nunca fue sobresaliente, se masifica y se corrompe en lo psicodélico, en la violencia y en un individualismo disolvente y disoluto; en lo político se aprecia un estancamiento de las ideas y un sesgo de los intereses hacia la dominante oligárquica, lo que deteriora la convivencia democrática a mediano plazo y en lo social se aprecia una emergencia de la pobreza de una masa que antes gozó de cierto bienestar y seguridad.

El endeudamiento de la Nación es uno de los signos de dependencia externa que auguran una dificultad mayor para la gobernabilidad futura, estresando al Estado para tomar decisiones dolorosas en uno u otro sentido, dejando, de seguro, heridos por el camino, pues alguien debe financiar las cuentas adeudadas y acumuladas de manera irresponsable, con el poco loable justificativo de mantener niveles de consumo que están por encima de la capacidad de generación de riqueza, y que el mundo ha tolerado por ser la demanda norteamericana el gran impulsor del crecimiento de otras economías poderosas, y las no tan poderosas también, y porque el sistema monetario mundial se alimenta desde la imprenta dolarizada, es decir del papel moneda que Washington imprime a destajo y según sus propias y antojadizas necesidades.

Es en este dilema, es decir de enfrentar el tiempo de las vacas flacas y sincerar las cuentas y el estilo de vida, es donde se prevé la gran disputa y conflicto futuro de la sociedad norteamericana. Subir por la escala social es mucho más fácil y llevadero que bajar, sobre todo si el descenso es algo atropellado o precipitado. Nadie desea pagar las deudas que consideran gastadas por otros. Entonces es muy probable que el pueblo norteamericano comience a pedir cuentas a la economía de los ricos y les pregunte: ¿dónde está el dinero que nos hizo la nación más poderosa del mundo?

Los ricos querrán responder como Caín lo hizo en el Génesis: ¿Acaso soy yo responsable de mi hermano?

¡Ciertamente!, dirán los Demócratas. ¡Por ningún motivo!, replicarán los Republicanos.

En un país donde las elecciones democráticas aún son confiables-incluso con sus sospechas-, y donde el electorado va variando del blanco hacia la hegemonía del latino, lo que previene una postura dominante desde la barricada del cambio. Esta visión la va confirmando las últimas elecciones presidenciales donde los republicanos van perdiendo terreno en todos los estamentos.

Esta nueva situación, podrá argumentar usted, puede variar en el futuro, como ha venido variando, de hecho, en las sucesivas postas de relevo que significa la competencia política entre demócratas y republicanos en la nación del norte.

Pero lo cierto es que en este relevo se ha dado cierta lógica que viene atada a los procesos más macros de su desarrollo. Toda la etapa de emergencia de EE UU como potencia, se ha hecho sobre la hegemonía de los republicanos y toda la fase de integración social y democratización se ha hecho sobre la iniciativa demócrata. Esto podría coincidir con la emergencia de los “bárbaros internos” de que habla Toynbee y que acorralan al Imperio hasta obligarlo a aflojar su sistema excluyente de dominación.

Para terminar, mi previsión desea instalar la idea de que el futuro de los republicanos está sellado hacia una decadencia de representación muy severa en el futuro de la política norteamericana. A menos que –siempre lo hay en la historia y en las ciencias sociales-, la decadencia se transforme en derrumbe y los elementos fascistoides levanten sus alternativas belicosas, donde el Partido Republicano seguramente se constituiría en el nuevo heraldo de dicho poder.

Por ahora, mientras EE UU siga descendiendo hacia su caída, progresiva, los pobres republicanos deberán sufrir los estigmas de su enriquecimiento fraudulento y el desprecio de un pueblo empobrecido, al que se le alimentó con el mito del poder mundial, de la riqueza ilimitada y del “sueño americano”. Un pueblo al que no se le preparó para los tiempos duros, a los que se les ablandó el alma a través del consumismo y al que se le idiotizó el espíritu por las drogas.

Nuevas generaciones, nuevas mezclas raciales, nuevos valores vienen peregrinando desde hace un tiempo y prometen renovar las bases de esa democracia de blancos y para blancos, pudiendo derivar en una sociedad de iguales, de esfuerzo, de realismo pragmático y de humanismo auténtico.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario