El Fondo Monetario Internacional (FMI) afirmó este jueves que trabaja «fuerte y muy estrechamente con Argentina» para reformar el programa vigente y aseguró que los equipos están trabajando «duro» en este proceso. -Así lo indicó la vocera del organismo, Julie Kozack, en el marco de la conferencia de prensa periódica que suele brindar en Washington, al referirse a la marcha de las negociaciones virtuales que se encuentran en curso por la quinta revisión del programa de facilidades extendidas.

“El FMI continúa las conversaciones con las autoridades argentinas sobre el fortalecimiento del programa del país”, aseguró Kozack tras lo cual agregó que «los equipos están trabajando duro», como publicó la agencia Telam.

Para el 21 y el 22 de junio están pautados vencimientos de deuda por total de casi U$S 2.700 millones y el objetivo de Economía es resolver la negociación antes de esa fecha, agregó la agencia argentina.

Christine Lagarde, la ex directora del FMI que dio el «si» al préstamo a Argentina en 2018

En el Palacio de Hacienda no descartan incluso la posibilidad de realizar un pago por adelantado, como muestra de buena voluntad de cara al avance de las negociaciones, aunque recordaron que los pagos podrían extenderse unos días más del vencimiento sin inconvenientes, como ya ocurrió en el pasado.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y Argentina son como una pareja desdichada que trata de reparar un matrimonio roto. No importa cuántas veces decidan intentarlo de nuevo, el resultado final siempre es el mismo: promesas incumplidas y el resurgimiento de viejas disputas. Una vez más, las dos partes están avanzando tímidamente hacia un acuerdo, el vigésimo segundo de su historia, según indicó la agencia internacional Bloomberg.

El pacto, que aún debe ser aprobado por el Congreso y el directorio del FMI, refinanciará más de u$s 40.000 millones en deuda pendiente proveniente del préstamo histórico del Fondo en 2018. A cambio, Argentina reducirá gradualmente su déficit fiscal y endurecerá su política monetaria para combatir la inflación.

El entendimiento inicial da a Argentina un respiro. Pero no prepara el camino para los cambios que necesita su economía, y mucho menos para mejorar la capacidad de Argentina a largo plazo para pagar su deuda.

Si el Gobierno del presidente Alberto Fernández no establece un plan más claro para incentivar la inversión del sector privado, diversificar el foco de su economía en la agricultura y aumentar la base impositiva, Argentina está condenada a incumplir su deuda en el curso de esta década.

La disfunción política fue evidente inmediatamente después de que el FMI y Argentina llegaron a un acuerdo. El diputado Máximo Kirchner, hijo de la vicepresidenta Cristina Kirchner y líder de la bancada del Frente de Todos en la Cámara Baja, renunció en señal de protesta. Su madre, expresidenta de la nación, ha adoptado una postura dura frente a las recetas políticas del FMI. La oposición argentina, que ahora constituye el bloque más numeroso en el Congreso, dijo que apoyará el acuerdo y ganó puntos políticos al criticar la desunión de la coalición oficialista.

Ante la gran cantidad de deuda que vence este año, el FMI y Argentina, cuyas negociaciones son lideradas por el economista formado en Estados Unidos Martín Guzmán, han optado por salir del paso por ahora.

El FMI reconoce que cometió errores cuando entregó u$s 57.000 millones para apoyar al Gobierno de Mauricio Macri en 2018. Gran parte del dinero se desperdició en un intento fallido de apuntalar el peso, dejando a Argentina con una enorme carga de deuda y poco que mostrar.

Otra cuestión importante es cómo planea Argentina aumentar sus decrecientes reservas de divisas hasta los u$s 5.000 millones propuestos. El acuerdo no pide a Argentina que devalúe abruptamente su moneda, una medida que suele aumentar la cuenta corriente de un país al abaratar las exportaciones y hacer menos deseables las importaciones. Los controles de capital de Argentina han dado lugar a florecientes mercados negros en las calles de Buenos Aires, donde un dólar cuesta alrededor del doble del tipo de cambio oficial. Guzmán insiste en que no habrá un «salto» en el tipo de cambio. Es comprensible que a Argentina le preocupe que una gran devaluación provoque una inflación desenfrenada, como ocurrió con Macri. Pero demasiado gradualismo se interpondrá en el camino de una recuperación más

La cruda realidad es que, a menos que se produzca un verdadero milagro económico (no la muy criticada versión de un milagro de Joseph Stiglitz), Argentina tendrá dificultades para pagar a sus acreedores. Los rendimientos de los bonos argentinos reflejan este pesimismo. Aunque los rendimientos de los bonos con vencimiento en 2038 bajaron desde un máximo del 16,6% tras el anuncio del acuerdo, desde entonces han vuelto a subir hasta el 15,5%.

Willem Buiter, un economista que actualmente enseña en la Universidad de Columbia, sostiene que el FMI cometió un «enorme error de juicio» con su préstamo de 2018 y debería reconocer su error otorgando a Argentina un recorte de la deuda. Eso sentaría un mal precedente para otros países. Sin embargo, como medida inicial, el FMI debería reconsiderar el rechazo a la solicitud de Argentina de eliminar los altos recargos que tiene que pagar en su cuantioso préstamo.