6-6-2014-KRADIARIO-Nº900
NUESTROS PRESUPUESTOS EQUIVOCADOS NOS
PUEDEN DESTRUIR
Por Leonardo Boff
.
Innegablemente estamos viviendo una crisis de los
fundamentos que sustentan nuestra forma de habitar y organizar el planeta
Tierra y de tratar los bienes y servicios de la naturaleza. En la perspectiva
actual están totalmente equivocados, son peligrosos y amenazadores del
sistema-vida y del sistema-Tierra. Tenemos que ir más lejos.
.
Dos de los padres fundadores de nuestro modo de ver el
mundo, René Descartes (1596-1650) y Francis Bacon (1561-1626) son sus
principales formuladores. Veían la materia como algo totalmente pasivo e
inerte. La mente existía exclusivamente en los seres humanos. Estos podían
sentir y pensar mientras que los demás animales y seres actuaban como máquinas,
desposeídas de cualquier subjetividad y propósito.
.
Lógicamente, esta comprensión creó la ocasión para que se
tratase a la Tierra, a la naturaleza y a los seres vivos como cosas de las
cuales podíamos disponer a nuestro gusto.
.
En la base del proceso industrialista
salvaje está esta comprensión que persiste aún hoy, incluso dentro de las
universidades llamadas progresistas, pero rehenes del viejo paradigma.
Las cosas, sin embargo, no es que sean así. Todo cambió
cuando A. Einstein mostró que la materia es un campo densísimo de
interacciones, y más aún, que ella en realidad no existe en el sentido común de
la palabra: es energía altamente condensada. Basta un centímetro cúbico de
materia, como le oí decir en 1967 en su último semestre de clases en la
Universidad de Munich a Werner Heisenberg, uno de los fundadores de la física
de las partículas subatómicas, la mecánica cuántica, que si ese poco de materia
fuese transformado en pura energía podría desestabilizar todo nuestro sistema
solar.
.
En 1924 Edwin Hubble (1889-1953) con su telescopio en el
Monte Wilson en el sur de California, descubrió que no solamente existía
nuestra galaxia, la Vía Láctea, sino cientos de ellas (hoy cien mil millones).
Notó, curiosamente, que se están expandiendo y alejándose unas de otras a
velocidades inimaginables. Tal verificación llevó a los científicos a suponer
que el universo observable había sido mucho menor, un puntito ínfimo que
después se inflacionó y explotó, dando origen al universo en expansión. Un eco
ínfimo de esa explosión puede ser identificado todavía, lo cual permite datar
el evento como algo ocurrido hace 13.700 millones de años.
.
Una de las mayores contribuciones que están desmantelando la
antigua mirada sobre la Tierra y la naturaleza proceden del premio Nobel de
química el ruso-belga Ilya Prigogine (1917-2003). El dejó atrás la concepción
de materia como inerte y pasiva y demostró experimentalmente que elementos
químicos colocados bajo determinadas condiciones pueden organizarse a sí mismos
bajo modelos complejos que requieren la coordinación de billones de moléculas.
Estas no necesitan instrucciones ni los seres humanos entran en su
organización. Ni siquiera existen códigos genéticos que guíen sus acciones. La
dinámica de su autoorganización es intrínseca, como la del universo, y articula
todas las interacciones.
.
El universo está penetrado de un dinamismo autocreativo y
autoorganizativo que estructura las galaxias, las estrellas y los planetas. De
vez en cuando a partir de la Energía de Fondo se producen afloraciones de
nuevas complejidades que hacen aparecer, por ejemplo, la vida y la vida
consciente y humana.
.
Toda esa dinámica cósmica tiene tiempos propios: tiempo de
las galaxias, de las estrellas, de la Tierra, de los distintos ecosistemas con
sus representantes, cada uno también con su propio tiempo, de las flores, de
las mariposas, etc. Los organismos vivos especialmente tienen sus tiempos
biológicos propios, uno para los microorganismos, otro para los bosques y las
selvas, otro para los animales, otro para los océanos, otro para cada ser humano.
¿Qué hemos hecho nosotros modernamente para gestar la crisis
actual?
.
Inventamos el tiempo mecánico y siempre igual de los
relojes. El dirige la vida y todo el proceso productivo, no tomando en cuenta
los demás tiempos. Somete el tiempo de la naturaleza al tiempo tecnológico. Un
árbol, por ejemplo, necesita 40 años para crecer y una motosierra lo derriba en
dos minutos. No cultivamos ningún respeto hacia los tiempos de cada cosa. Así
no les damos tiempo de rehacerse de nuestras devastaciones: contaminamos los
aires, envenenamos los suelos y quimicalizamos casi todos nuestros alimentos.
La maquina vale más que el ser humano.
.
Al no concedernos un sábado, bíblicamente hablando, para que
la Tierra descanse, la extenuamos, la mutilamos y dejamos que enferme casi
mortalmente, destruyendo las condiciones de nuestra propia subsistencia.
En este momento estamos viviendo un tiempo en el que la
propia Tierra está tomando conciencia de su enfermedad. El calentamiento global
indica que ella va a entrar en otro tiempo. Si seguimos maltratándola y no la
ayudamos a estabilizarse en ese otro tiempo, podemos contar las décadas que
faltan para la tribulación de la desolación. Por causa de nuestros equívocos no
concientizados y formulados hace siglos que no hemos corregido y obstinadamente
reafirmamos.
.
Con Mark Hathaway escribí El Tao de la Liberación, premiado
en Estados Unidos con medalla de oro en nueva ciencia y cosmología.
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario