26-6-2014-KRADIARIO-N°903
EL "FRUCTÍFERO" NEGOCIO ENTRE EMPRESARIOS Y POLÍTICOS EN CHILE
Por Walter Krohne
Chile es un país con graves defectos estructurales que le
impiden avanzar y desarrollarse en forma inequívoca y verdadera. Uno de ellos
es el manejo de las platas entre empresarios y políticos que, a modo de “donaciones”,
que al fin de cuentas son coimas legales, retrasan leyes o las opacan según los
intereses de quienes aportan dinero fresco para orientar la política y a los
políticos hacia el lado que más les convenga. Y los políticos –los parlamentarios
principalmente- se dejan “querer” para poder seguir disfrutando tranquilamente
de las dietas y gastos especiales que ascienden en algunos casos a entre 11 y
16 millones de pesos mensuales.
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El último gran escándalo es el que se conoció ayer en
Estados Unidos que compromete al empresario chileno Alvaro Saieh y que quedó al
descubierto en el marco de la fusión de los bancos Corpbanca e Itaú en Chile,
operación cuestionada por Cartica Managment ante la Securities and Exchange
Comission (SEC de EE UU), caso que se ventila actualmente en la Corte Distrital
de Nueva York (ver Kradiario). En esta gestión financiera quedó al descubierto que Corpbanca,
que era controlado por Saieh, donó en el 2013 a políticos chilenos 1.000
millones de pesos (unos 1.800 millones de dólares). Sin embargo. no se
especifican los nombres de los políticos o partidos que recibieron este apetecido regalo.
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Es muy triste que un país como Chile llegue a estos extremos
de falta de control y regulaciones específicas, porque significa que cualquier
grupo, familia o persona individual, que tenga dinero de sobra, se permitan
manejar a su antojo lo que se puede hacer o no hacer en materia de proyectos
para el desarrollo del país. No vengamos con la excusa tonta o el consuelo de que esto
ocurre en todos los países del mundo, porque explicaciones como éstas no nos
sirven absolutamente de nada.
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Los mismos políticos que han intervenido y aprobado las
leyes electorales han permitido que esto de las donaciones de dinero en tiempos
electorales queden abiertas y en ningún caso tengan la transparencia que debieran
tener. Ya vimos en la última elección presidencial la lista de donaciones anónimas
que recibieron todos los candidatos, incluida la señora Bachelet.
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El Servicio Electoral (Servel) informó que los seis
candidatos que participaron en las elecciones primarias (no generales) gastaron en conjunto 2 mil 300 millones de
pesos (unos US$ 4.600.000).
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Con más de 885 millones de pesos, Pablo Longueira fue el
candidato que más gastó en su campaña, seguido de Michelle Bachelet con 612
millones de pesos, Andrés Allamand con 409 millones, Claudio Orrego 218
millones, Andrés Velasco con 214 millones,
y José Antonio Gómez con 14 millones.
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En el caso de los ganadores, Michelle Bachelet informó que
recibió $ 422 millones en donaciones (a esta suma hay que agregarle las
donaciones recibidas en la campaña presidencial misma que terminó el 17 de
noviembre); en tanto Pablo Longueira reconoció como aporte propio $104 millones
y no nombró donantes privados para los otros $781 millones.
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La ley aprobada por los mismos parlamentarios permite en
Chile donaciones de tres tipos: públicas, anónimas (sólo el administrador
electoral conoce al donante) y reservadas (el nombre del donante es secreto),
en la práctica lo que ha pasado es que el nombre de los financistas de la
política permanecen en total anonimato. La ley obliga a que los directorios de
las empresas aprueben las donaciones, las que quedan entonces en un acta que
debe reducirse a escritura pública. Sin embargo, la misma ley prohíbe dejar en
el documento registro de quiénes son los destinatarios de los fondos, cuando se
trata de donaciones reservadas.
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El pasado 30 de agosto, el directorio de Endesa Chile acordó
donar de manera reservada un millón de dólares –equivalentes a $509.750.000,
según consta en el acta de una reunión especial (ver informe Ciper de septiembre de
2013), para financiar campañas políticas
en la primera y segunda vuelta de las elecciones presidenciales, así como
también en las elecciones de senadores y diputados que se efectuaron el 17 de
noviembre. Enersis –grupo controlado por Endesa España, que a su vez es
controlada por la italiana Enel– siguió los mismos pasos y acordó donar US$ 2,5
millones –equivalentes a $1.274 millones– con el mismo fin (ver Informe Ciper).
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Todos sabemos que el grupo Enersis tiene pendientes
millonarios proyectos como HidroAysén, a pesar que este último ya “fue borrado
del mapa” hace algunas semanas por el Consejo de Ministros, lo que no quiere
decir que no pueda ser reactualizado en cualquier momento, para lo cual se
requiere que los inversionistas apelen en contra de la decisión ministerial. No hay que olvidar que en HidroAysén
participa también Colbún, propiedad del poderoso grupo Matte. A través de sus
filiales Colbún Transmisión S.A. y Río Tranquilo S.A., los Matte realizaron
aportes de campaña tanto para las primarias de mayo del año pasado, como para las
elecciones generales de noviembre. Ambas empresas tienen directorios idénticos
y acordaron la donación reservada de hasta $25 millones cada una. Las dos
sociedades repitieron el trámite en septiembre pero con más dinero que llegó a
un monto total de 165 millones de pesos.
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Además de los grupos Enersis y Matte, el grupo Luksic acordó
hacer donaciones políticas a través de su matriz Quiñenco, pero sin dejar
registro alguno del monto que sólo lo incluye en un libro de “hechos
reservados”, según Ciper. Pero los Luksic también donan a través de sus
filiales, como Compañía de Cervecerías Unidas S.A. o Embotelladoras Chilena
Unidas S.A.
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El grupo Angelini lo hace a través de su empresa Corpesca S.A. Como informó
oportunamente KRADIARIO este grupo aportó
$25 millones a la campaña de la ex diputada independiente Marta Isasi (elección
de 2009) antes de la aprobación de la
Ley de Pesca, escándalo que gatilló la renuncia del entonces gerente de Corpesca
Francisco Mujica abriéndose una investigación en contra de la ex parlamentaria
que actualmente sigue su curso.
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El gran problema que se presenta en Chile es que el 90 y 95
por ciento de las donaciones en algunas campañas son aportes privados
reservados, por lo tanto tampoco el ciudadano al momento de ir a votar sabe
quién está financiando las campañas y a quién. Esto significa que el elector,
sin saberlo siquiera, está votando por los
intereses de un empresario o un grupo económico y no por el candidato de su
preferencia, que es en el fondo receptor de estas donaciones, al menos de una
parte de ellas. Este tendrá o se verá obligado a acatar lo que diga el donante frente a un determinado proyecto de Ley.
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Triste final para una elección que concita el interés y el
entusiasmo de millones de electores que tienen la confianza que a través de uno
u otro candidato o de partido u movimiento político, las cosas en Chile pueden
llegar a cambiar algún día. Como esto no es real, el interés por sufragar baja
considerablemente ya que la gente piensa que es inútil concurrir a las urnas
cuando “todo va a seguir igual que antes”. Esto explica el menos de 50% del electorado que fue a votar el día en que "triunfó" Bachelet.
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