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miércoles, 6 de julio de 2011

Piñera perdió la gran oportunidad de mostrar un verdadero gobierno abierto al gran cambio que Chile necesita urgentemente

Por Walter Krohne
Director Editor de Krohne Archiv

La imposición de conceptos, planes y medidas dominó ampliamente anoche el discurso que pronunció el Presidente de la República, Sebastián Piñera. La escena, trasmitida por la televisión, les hizo ver a muchos espectadores el cuadro típico de un empresario parado frente al micrófono informando de lo que iba a hacer con la educación sin haberle consultado previamente a nadie o, mejor dicho, sin haber antes intercambiado algunas ideas con los que realmente saben del tema, que en Chile hay muchos de alto nivel y de todas las ideologías.

Otra vez Piñera se olvidó de lo que le ha intentado decir la gente a través de las encuestas, que es su falta de capacidad de diálogo, lo que también es válido para todos los que lo acompañan, especialmente la UDI, en un gobierno que tiene un 53 por ciento de rechazo y sólo un 35 por ciento de aprobación y con un Presidente a quien la gente no le cree o le cree muy poco (encuesta CERC).

Piñera tuvo anoche la gran oportunidad de su mandato para quebrarle la mano a la UDI abriendo las puertas a un gobierno del cambio real en todo el sentido de la palabra, especialmente cuando el 82 por ciento de los chilenos manifiesta simpatizar con los estudiantes en sus demandas de una de reforma de la educación en Chile.

Primaron el mercado, los negocios, el modo de pensar de los dueños del capital, las ideas conservadoras, y para peor, con un discurso que parecía destinado a quedar en la buena con Dios y con el diablo. No señor, para meterse en política, que es una actividad distinta a la de administrar empresas, hay que tener "carrera política", que incluye un elemento esencial como es el "muñequeo", como dice la jerga popular. El resultado logrado hasta ahora explica la opinión que tienen del Gobierno actual los electores.

Lo ofrecido anoche no es lo esperado ni por los estudiantes ni por los profesores ni por nadie que conscientemente trabaje en favor de una gran reforma educacional. Escuchamos una serie de títulos o planes inconexos entre sí y que no obedecen a una sólida política educacional, lo que demuestra una vez más que Piñera llegó al poder sin tener nada preparado en materia educacional, entregándole la misión a Joaquín Lavín, un ministro débil que lo compromete su pasado tras haber lucrado en la Universidad del Desarrollo, que él ayudó a fundar. En otras palabras, el Gobierno perdió la iniciativa y desperdició la ocasión de emprender un segundo ciclo de la reforma comenzada en 1990.

El lucro es la ganancia que obtiene una empresa y que al final de cada año se reparte entre los socios, concepto que no debe estar por ningún motivo presente en la cuestión educacional que es un derecho que tienen todos los chilenos, según la Constitución, igual que la salud pública. El lucro incrementa los costos de la educación porque en un negocio todo tiene un precio y reduce las posibilidades de mejorar el equipamiento y las instalaciones porque todo debe basarse en esquemas rígidos, donde el ahorro no puede faltar por ningún motivo, ya que éste también incrementa los ingresos de los dueños de la empresa.

Como en Chile no existe el  lucro en la educación, como dice la Ley, porque frente a cada disposición legal  pasamos engañándonos nosotros mismos (hecha la ley, hecha la trampa), los dueños de las universidades privadas, para poder recibir las ganancias, deben crear inmobiliarias por las cuales canalizar los dineros del "lucro prohibido".

Los perjudicados no son los ricos sino los humildes habitantes que forman las clases media y baja en Chile, que deben pagar y pagar muchos años por la educación de los hijos, endeudándose, cayendo en Dicom, especialmente cuando el jefe del hogar pierde el empleo, y obligados a vender los escasos bienes adquiridos a costa de sacrificios en una larga vida de trabajo e injusticias. ¿Eso es lo que quiere el Gobierno para el chileno medio?

Lamentablemente, el lucro seguirá coronando lo que ahora se llama el Gran Acuerdo Nacional de Educación (GANE), donde éste aparece en tres dimensiones: Establecimientos del Estado, los privados que no lucran y los privados que lucran y deben pagar impuestos. Es decir, lo que seguramente va a aumentar con esta nueva modalidad en Chile son los evasores tributarios, como ocurre hoy en muchos sectores de la economía nacional, y las inmobiliarias que sacarán el "lucro prohibido" a través de sofisticados nuevos métodos para evitar las miradas de los "controladores" del Estado.

En GANE tampoco se incluye un control estatal de la educación porque "creemos que constituye un grave error y daña profundamente tanto la calidad como la libertad de enseñanza", como señaló el mandatario.

"Nuestro Gobierno apoya el concepto de una sociedad docente, donde tanto el Estado como la sociedad civil puedan participar y aportar en la noble y valiosa misión de educar a nuestros niños y jóvenes, protegiendo el derecho de ellos y sus familias, a elegir libremente la institución en que quieren estudiar", agregó seguidamente el Presidente. Sin embargo, para discutir todo esto está el Congreso Nacional, entre muchos otros foros. No debe un Gobierno democrático atribuirse derechos de decidir sobre 17 millones de personas así como así.

Con respecto a los créditos con rebajas del actual 6 a un 4 por ciento de interés que los estudiantes recibidos deben pagar por años, incluyendo aquellas carreras en las que es muy difícil encontrar un empleo de inmediato, son planteamientos demasiado superficiales que no se puede saber si llegarán a funcionar alguna vez como corresponde, además que un 4 por ciento de interés sigue siendo demasiado alto para las familias de bajos recursos.

Lo de los 4 mil millones de dólares ofrecidos para la educación en general parece también un chiste empresarial, aunque bienvenidos sean. Sin embargo, para mejorar el fondo de nuestra educación se necesitan buenas ideas conducidas por gente que realmente entienda el tema. No confundamos eficiencia laboral con conocimientos educacionales.

En síntesis el GANE como nombre de márketing o publicitario está impecable, pero no sirve para mejorar la educación en Chile. Como dijo José Joaquín Brunner: "Nada, por tanto, de alcance mayor en todo esto, ninguna innovación de política pública, ningún cambio relevante; tampoco nada que pueda dañar ostensiblemente al sistema. En esta inocuidad reside justamente el problema de fondo”.

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