Hay que prestar más atención al terrorismo ultraderechista que se está haciendo cada vez más agresivo, advierte la agencia policial europea, Europol
Por Rafael Poch (*)
Fue un loco. Pero un loco con voluntad y un plan que venía de muy lejos. Y tambien con una ideología: de "limpieza" de Europa, antimarxista y xenófoba, en los alrededores del nazismo. La Noruega que ayer celebraba dos funerales, uno de Estado y otro de los familiares de las víctimas, ambos discretos y sin pompa, descubre con horror y consternación los detalles de la mente de Anders Behring Breivik, asesino de más de un centenar de sus conciudadanos.
Lágrimas del rey Harald y de la reina Sonia en la Catedral de Oslo, mientras el sólido primer ministro, Jens Stoltenberg -el temple se demuestra en estas lides- repetía una frase que pronunció el viernes: "estamos sacudidos por el golpe recibido, pero nunca renunciaremos a nuestros valores. Nuestra respuesta es más democracia, más transparencia y más humanidad, nunca la ingenuidad".
En la iglesia de Nordehov, cerca de la fatídica isla de Utoya, donde, en un campamento estival del Partido Laborista, cayeron tiroteados por Anders Behring, 68 personas (según las nuevas cifras del doble atentado del viernes que agrega otros ocho muertos en el centro de Oslo), se celebró el acto de los familiares El lugar está cerca del hotel de Sundvolden, donde aun están internados algunos de los chicos. La corona estuvo representada por la Princesa heredera, Mette-Marit, y el gobierno por el ministro de exteriores. "Es bueno que podamos dejar la política partidista a un lado para ser sólo seres humanos", dijo éste.
Fue una jornada triste, de banderas a media asta -la adorada bandera de los noruegos- de luto y conmoción por el doble atentado registrado el viernes, un coche bomba en el centro de Oslo y una masacre contra adolescentes dos horas más tarde. A ese trauma contribuyó lo que se conoció ayer.
De las notas del asesino se desprende un plan que venía de lejos, concienzudamente preparado, economicamente costoso y que exigió una gran dósis de autodisciplina y voluntad criminal. En 2006 Anders Behring se mudó fuera de Oslo, para economizar medios y también para ocultar a su madre los preparativos. Adquirió primero un rifle y luego una pistola, se procuró el uniforme, y más recientemente, en mayo, compró el material para los explosivos (fertilizantes químicos mezclados con diesel). Alquiló una granja en Asta, a 160 kilómetros al norte de Oslo, y enterró todo el material en un lugar apartado que marcó con GPS.
Mayo fue el comienzo de la cuenta atrás. La nueva residencia le alejó de sus amigos en Oslo, que quería bien lejos y ajenos a sus planes. Hizo una prueba con los explosivos, que salió bien, y pasó sustos, como cuando su casera se presentó en la granja de improviso.
Pero, ¿qué había detrás de tanta organización y perseverancia? Una vieja y criminal quimera europea: la de la superioridad del hombre blanco, del "europeo autóctono" sobre la amenaza emigrante. Una ideología con parientes universales, en el apartheid sudafricano, entre los actuales colonos de Israel, en el fundamentalismo islámico..., cuya base, fundamento y común denominador es denegar al otro su condición de humano, es decir algo emparentado con el nazismo. Algo que está regresando, con trajes nuevos, a esta Europa posmoderna, que llama "buenismo" a la solidaridad y el ansia de justicia y que abraza el darwinismo social (sobreviven los más fuertes), con la fobia antiislámica ocupando un lugar central y semejante al del antiguo antisemitismo de los años veinte y treinta del siglo pasado.
Todo está expuesto en los apuntes del antihéroe noruego, que reconoce la autoría pero, como buen hombre de ideas, no la fechoría. "Quiere explicárselo a los jueces", dice su abogado, Geir Lippestad. Ya lo hace él mismo, en un manifiesto de 1500 páginas escrito bajo seudónimo y titulado, "2083, una declaración de independencia europea". Aboga por un "cambio revolucionario de la sociedad". Una quimera como la de Al Qaeda, pero en casa. ¿Sorpresa?. No para Europol, la agencia policial europea.
Europol lleva tiempo avisando sobre el terrorismo endógeno, que es el principal en Europa. Su cuenta identifica el terrorismo europeo como un asunto, primero de nacionalistas y separatistas, segundo de la extrema izquierda, tercero de la extrema derecha. Los islámicos quedan por detrás de los europeos en ese tema. En 2008 hubo un sólo atentado entre más de un centenar, en 2010, con siete muertos en atentados, hubo 160 atribuidos a "separatistas" con sólo tres a cargo de gente de creencia musulmana, dice.
Integradas en el marco ideológico "neocon" del "conflicto de civilizaciones", las grandes carnicerías en nombre del Islam devoran todo el panorama europeo, mientras la guerra benéfica de Europa en países remotos como Libia, Yemen, Pakistán o Afganistán, con horribles masacres de civiles, perfectamente equivalentes a las de Londres, Madrid o Noruega, aunque mucho más frecuentes, se pierden en la crónica de una guerra convertida en rutina.
En países como Alemania, donde los neonazis han matado a un centenar en los últimos años, y donde el mayor atentado de la historia reciente, el de la fiesta de la cerveza en Munich, con 13 muertos en 1980, fue neonazi, nunca hubo un gran atentado islámico, aunque la ciudadanía se desayuna diariamente con su inminente amenaza en los medios. En ese contexto, "no hay duda de que la amenaza del terrorismo islámico es válida" –la guerra se encarga de alimentarla- dice el portavoz de Europol, Seuren Pedersen, "pero tenemos señales de que los ultraderechistas se están haciendo más agresivos, más profesionales y están atrayendo a más adeptos", advierte.
Ayer, mientras los buceadores continuaban recuperando cuerpos de adolescentes en el lago alrededor de Utoya, mientras policías y forenses recogían aun restos humanos en un edificio gubernamental de Oslo, estas advertencias encontraban, por lo menos aquí, su debida recepción. Esta es una nación que medita y que sacará sus conclusiones. Europol ha enviado a la Noruega en luto una amplia delegación para participar en la investigación de este terrible caso.
(*) Corresponsal de La Vanguardia de Barcelona
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