Por Walter Krohne
Editor de Krohne Archiv
El flamante gabinete de Sebastián Piñera calza a la perfección con los intereses de la alianza para intentar resolver las rivalidades internas, pero no aparece como un puente necesario para buscar una salida a la profunda crisis social que afecta a Chile, no sólo frente a los estudiantes sino también ante otros gremios nacionales, como Codelco, y distintos grupos de presión que van desde hidroaysén, pasan por los mapuches, continúan por las regiones afectadas por el terremoto, siguen en Santiago con los abusos de los bancos y el hundimiento de La Polar y terminan quizá en Punta Arenas con los problemas del gas.
La figura del Presidente origina hoy desconfianza, según las encuestas, y no aparece como un aliado de los más débiles y necesitados, sino como socio de los más ricos. Su Gobierno defiende un modelo que es incompatible frente a las soluciones que se buscan para los diferentes problemas sociales, donde no sirven las medidas rígidas y más bien hay que buscar soluciones por la vía del diálogo, mecanismo que en este Gobierno se desconoce.
Este nuevo gabinete se sostiene sobre tres pilares: Reforzamiento del papel de la UDI en el Gobierno; blindaje de algunos presidenciables y el "salvataje" desesperado y de última hora de Rodrigo Hinzpeter, a quien Piñera defendió a brazo partido y se las jugó por entero a favor de su correligionario de RN, colaborador leal de años y fiel amigo. Esto le significó hacer concesiones, como la entrada al Gabinete de dos políticos “peso pesados” de la UDI como son Andrés Chadwick y Pablo Longueira.
El Movimiento estudiantil sacó la voz de inmediato diciendo que este gabinete tampoco los detendrá en su lucha por una reforma educacional clara y contundente, porque “mejor sería que cambiaran la forma de hacer política”, según las palabras de la líder estudiantil Camila Vallejo.
El ex candidato presidencial Joaquín Lavín, tras su fracaso como alcalde de Santiago, debería figurar ahora en su curriculum también el fracaso como ministro de educación. Sin embargo, como ostenta el título de “presidenciable” en la UDI, a pesar de haber caído 24 puntos en la última encuesta Adimark, no podía ser eliminado de plano del equipo de Gobierno. Así se decidió sacrificar a Felipe Kast en Mideplan para que Lavín pudiera buscar allí soluciones para la pobreza en Chile y termine su calvario como negociador del Mineduc.
El ex ministro de economía Juan Andrés Fontaine, quien cometió el error de decir que lo de La Polar era sólo un accidente, lo que molestó a muchos personeros del Gobierno y también fuera de éste, tuvo que dejarle el paso al ex senador Pablo Longueira, un ingeniero que buscaba desde marzo de 2010 el ingreso al Gabinete, aunque hubiese preferido un ministerio más social como el Ministerio del Desarrollo que se está recién estructurando. Entre los "viejos tercios" de la UDI, Longueira tiene igualmente aspiraciones presidenciales, aunque lo niegue permanentemente, pero junto a él están además Andrés Allamand y Evelyn Matthei, ex senadores que ya ocupan cargos ministeriales desde enero pasado.
Por último Laurence Golborne es otro de los presidenciales que debían ser protegidos, especialmente cuando en la cartera de Minería las cosas comienzan a ponerse difíciles con los problemas en el sector del cobre, igual que en la de energía. Fue enviado a Obras Públicas, donde las cosas marchan mucho más silenciosas y planificadas y existen pautas claras que hay que cumplir si o si. Para este tipo de tareas Golborne está "mandado hacer" porque es un personaje ordenado y esquemático, lo que es raro encontrar en la política actual.
Felipe Bulnes reemplaza a Lavín en Educación. Está obligado a asumir como “oveja mansa” y tratando de hilvanar un punto para comenzar una nueva negociación con los estudiantes y los profesores, porque si llega como “autoridad de verdad y legalista”, podemos asegurarle de antemano que tendrá un fracaso rotundo.
Andrés Chadwick reemplaza a Ena von Baer, una joven comunicadora y politóloga que se desgastó en el cargo que desempeñó durante un año y medio. Ella fue vocera y punto. Chadwick, además de vocero, se espera de él que se ocupe y participe también en las discusiones políticas y decisiones del Gobierno. La UDI consiguió introducir a este político y pariente del Presidente con la condición de que Rodrigo Hinzpeter no fuera movido de la cartera del Interior. Quizá este último sea el caso más curioso en el ajuste de Gabinete, porque se sabe bien que la evaluación a su gestión no es buena, especialmente en lo que respecta a la lucha contra la criminalidad, con un resultado en que los delitos violentos han subido en cerca de un 5 por ciento en vez de bajar.
Hinzpeter ha tenido desempeños insuficientes o ineficientes como fue la detención de un palestino acusado erradamente de terrorista o en el controvertido caso bombas. Pero también es rechazado por muchos por su arrogancia y su autoritarismo, cualidades que le han "servido" para ganarse una gran cantidad de críticas y de enemigos, lo que en política hay que tratar de evitar.
El problema de este gabinete es que en menos de un año y medio, Chile se ha quedado con cuatro senadores menos, todos elegidos democráticamente, porque el gobierno, al no tener gente suficientemente capacitada para ocupar cargos importantes, se ha visto obligado a recurrir a su “staff” del Senado. Esto ha significado sacar a brillantes senadores de sus puestos (el 10 por ciento de la Cámara Alta) mediante la utilización de instrumentos legales disponibles en Chile, pero que en este caso se ha prestado para abuso.
¿Qué opinan quienes votaron por Allamand, Matthei, Chadwick y Longueira como sus representantes en el Senado? ¿Cuál es hoy la reacción de estos electores cuando ven a sus senadores ocupando cargos no representativos?
Sin embargo lo peor de todo es que dichos senadores tendrán reemplazantes que serán designados a dedo por los partidos oficialistas, es decir...¿vuelve a surgir la figura del senador designado en Chile?
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