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jueves, 4 de abril de 2024

EL REARME NAVAL BRITÁNICO (2)

 Por Eduardo J. Vior*-

Tektónikos, Argentina 


En su discurso ante la Conferencia sobre Poder Naval (Sea Power Conference), celebrada en Londres el 17 de mayo de 2023, el jefe de la Marina Real Británica, Ben Key, resumía así el programa de construcción naval en marcha: “Hace poco más de un año hablé en Rosyth, donde se están construyendo nuestras fragatas de tipo 31, y lancé un llamamiento a la industria para que no se limitara a ser contratista, sino que se asociara a nuestro viaje en el desarrollo de la flota del futuro. 

Han respondido y en la actualidad tenemos encargados o en construcción 16 buques y 6 submarinos y eso sólo representa los principales programas de capital.

Las inversiones en la Royal Navy –continuó–, incluso en los últimos 12 meses, han sido significativas: tres nuevos buques de Apoyo Sólido a la Flota, otros cinco Tipo 26 han sido encargados. El SSN-AUKUS está en fase de diseño. El HMS Anson se ha unido a la Flota. Muy pronto entrarán en servicio el RFA Proteus y el RFA Stirling Castle”. Este programa se continuó hasta la actualidad.

A largo plazo, la Royal Navy podría modernizar su persistente presencia en la región con patrulleras de altura de la clase River, para convertirlas en fragatas de Tipo 31, más aptas para el combate. Estos nuevos despliegues complementan la presencia regional del Reino Unido, que ya incluye destacamentos permanentes en Brunei y Singapur. Una red ampliada de agregados de defensa está siendo asimismo coordinada en el Sudeste Asiático y Oceanía y se espera que un próximo acuerdo con Mauricio permita al Reino Unido y a Estados Unidos seguir utilizando la base militar de Diego García.

Cualquier papel del Reino Unido en una crisis o conflicto real en el Indo-Pacífico tendría que calibrarse teniendo en cuenta la situación de seguridad europea. Un apoyo en Europa o la provisión de seguridad marítima que libere fuerzas estadounidenses podría ser tan valioso como cualquier contribución militar directa en el Indo-Pacífico. Aun así, la presencia cada vez más visible del Reino Unido en el Índico y el Pacífico, coordinada hasta cierto punto con Francia y otros países europeos, debería tener un efecto disuasorio para cualquier adversario.

Una vez tenidos en cuenta los compromisos con Ucrania, los arsenales de municiones y las contingencias por exceso de gasto en la disuasión nuclear, el presupuesto de defensa del Reino Unido debería aumentar un 1,8% en términos reales durante este ejercicio, manteniendo el gasto por encima del 2% del producto interior bruto. 

Al exponer la visión laborista de una Britain Reconnected (Gran Bretaña reconectada), el probable futuro ministro de Asuntos Exteriores, David Lammy, abogó por aliarse con Australia y otros países para enfrentar el “giro autoritario” del líder chino Xi Jinping. Sin embargo, los laboristas parecen más escépticos que los conservadores sobre la inseparabilidad de la seguridad europea y la indopacífica. En Britain Reconnected, Lammy aceptó el AUKUS, pero advirtió que los compromisos del Reino Unido con el Indo-Pacífico “no pueden ir en detrimento de nuestros compromisos de seguridad en Europa”.

Parte del escepticismo laborista probablemente refleje preocupaciones más amplias sobre la sobrecarga de Estados Unidos y las prioridades de un posible segundo gobierno de Trump. La “gran estrategia” del Reino Unido se cimenta sobre la alianza con EE.UU. que, a su vez, se complementa con los Cinco Ojos (Five Eyes), la coalición de inteligencia y seguridad de EE.UU. con el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Canadá, con AUKUS y con Quad (EE.UU., India, Gran Bretaña y Asutralia). El concepto de defensa colectiva se ha transformado así en un elemento central de la estrategia mundial británica. La posibilidad de responder unilateralmente a un adversario parece estar fuera de discusión. 

Malvinas y otras áreas de patrullaje

A estos teatros principales de operaciones se añaden los patrullajes de rutina en el Atlántico Sur. Ello incluye obviamente las Islas Malvinas, visitadas recientemente por David Cameron, el expremier conservador y hoy secretario de Estado para Asuntos Exteriores en el gobierno de Sunak, y otras islas argentinas como Georgias del Sur, toda una zona donde Londres ha ampliado unilteralmente una zona de exclusión pesquera y avanza en un puerto a favor de los kelpers y de la defensa británica. La cancillería argentina llamó la atención de la embajadora Kirsty Hayes en Buenos Aires por estas acciones, pero para Gran Bretaña todo es cordialidad por parte del nuevo gobierno argentino, cuyo presidente Javier Milei mantuvo un encuentro con Cameron en Davos hace dos meses, acompañado por su canciller Diana Mondino.

Los patrullajes también incluyen al Océano Antártico (yuxtapuesto con las áreas reclamadas por Argentina y Chile), el Atlántico Norte, el Océano Índico y el Pacífico Sur. 

El área de despliegue de la Marina Real Británica es inmensa y supera completamente las posibilidades reales de su fuerza naval, que ésta intenta compensar con su programa de construcciones. Sin embargo, éste debería continuarse durante décadas, para satisfacer las ambiciones de poder del reino.

Sin el apoyo de Estados Unidos, Gran Bretaña no puede sostener duraderamente su presencia mundial. Si Donald Trump vuelve al gobierno y concentra las menguadas fuerzas de su país en la confrontación con China, Gran Bretaña se va a ver desprovista de apoyo en el teatro europeo, el Atlántico Sur y el Antártico. Si, además, una importante minoría antieuropeista en el Parlamento Europeo obstruye los planes de defensa de los partidos hoy dominantes, Gran Bretaña estará obligada a emprender un esfuerzo adicional para enfrentar a Rusia.

La alta coincidencia de ambos partidos británicos en política exterior y de defensa implica asumir costos que la economía británica no puede solventar y su sociedad no está dispuesta a acompañar. Si, como parece, los laboristas acceden al gobierno antes de fin de año, tendrán que calibrar muy bien entre mantener su base electoral o continuar las aventuras de sus predecesores.

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*Doctor en Ciencias Sociales y en Sociología, periodista independiente sobre América Latina y política mundial. Profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires (UBA)


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