Por Róger Rumrrill
Celebramos el 22 de mayo el Día Mundial de la Biodiversidad. Esta vez, en medio de verdaderas tragedias humanas relacionadas con la naturaleza: las diluviales inundaciones en Río Grande do Sul, Brasil, desbordes fluviales en Afganistán e Indonesia y otros países; olas de calor infernal, pavorosos incendios y otros extremos climáticos con dolorosas e irreparables pérdidas de vidas humanas y colosales daños materiales.
Para los negacionistas a ultranza del cambio climático-Jair Bolsonaro, Javier Milei y Donald Trump, entre otros-estas catástrofes son “naturales”. Pero la ciencia y la propia realidad están demostrando y probando que el cambio climático y la destrucción de la biodiversidad y de toda la naturaleza provocadas por el Antropoceno, una nueva era geológica de origen humano, son las causas de este apocalipsis.
En una reciente entrevista (Newsletter 13/5/2024), el destacado climatólogo brasileño, Carlos Nobre, Premio Nobel de la Paz de 2007, junto al equipo del Cuarto Informe de Evaluación del Panel Internacional de las Naciones Unidas (IPCC), ha declarado que en Río Grande do Sul está el mayor número de negacionistas del Brasil, incluyendo al Gobernador del Estado, Eduardo Leite, que con acuerdo de la Asamblea Legislativa estadual, han desmantelado toda la legislación de protección y conservación de la biodiversidad y del ambiente en el referido estado.
Además, de acuerdo al mismo científico, las lluvias e inundaciones en Río Grande do Sul son también los efectos e impactos de la masiva deforestación para la instalación de los megalatifundios para ganadería, cultivos de soya, girasol, palma aceitera y otros productos de exportación y la tala de los bosques de las orillas de los grandes ríos, que evitan los derrumbes e impiden que la erosión se colmate en los lechos fluviales y que éstos pierdan profundidad, facilitando las inundaciones. Todo esto, para beneficio crematístico del imperio de los gigantes agroalimentarios.
Las cifras del apocalipsis de la biodiversidad. Las
consecuencias en la Amazonía
Se estima que 1 millón de especies están amenazadas en el mundo. Una de cada 10 especies puede desaparecer antes de fin de siglo. El 69 por ciento de la fauna silvestre ha disminuido desde 1970.
En el caso de la cuenca amazónica, que está llegando al “punto de no retorno”, las cifras son de pesadilla. Debido a la deforestación y degradación del bosque la Amazonía pierde entre 50 a 200 millones de toneladas de carbono al año.
Se estima que el 49 por ciento de las emisiones son resultado de la deforestación y el 25 por ciento por los agronegocios, los latifundios de soya, café, palma aceitera y otros monocultivos que se ahora se expanden en toda la Amazonía. Al final de cuentas, son la misma causa: porque se deforesta para la instalación del modelo del agronegocio en Brasil y el resto de la cuenca amazónica.
Incluso el área todavía no deforestada-2.5 millones de kilómetros-está siendo degradada por incendios, sequías y agronegocios. El área degradada del bioma (38 por ciento) es mayor a la deforestada (17 por ciento). Sumadas ambas cifras revelan que la mitad del bosque amazónico ha sido ya destruido. (Informes de Servindi).
Entre el 1 de enero y el 20 de agosto del 2019 estallaron en la Amazonía brasileña 74,155 incendios convirtiendo en cenizas millones de hectáreas de bosques. Con el bosque se extinguió la biodiversidad y también 500 millones de abejas, víctimas de los incendios y los herbicidas y pesticidas. Las abejas, los animales más valiosos del mundo, polinizan el 70 por ciento de las frutas y verduras del consumo humano.
Los incendios no han cesado. En el año 2022, de acuerdo a los registros de ACCA, un millón de hectáreas se quemaron en la Amazonía. Esos fuegos continuaron en el año 2023, el año con el verano más caluroso en 2 mil años y este año de 2024 puede ser más aún caluroso. Los incendios se multiplicarán con este calor y el fuego provocado por incendiarios de la naturaleza. Los acólitos del Capitaloceno.
El bosque amazónico atesora una de las mayores biodiversidades del planeta. Es, asimismo, la mayor fábrica de agua dulce del mundo: produce el 31% del agua dulce del planeta. Más de 800 millones de personas, en el mundo, viven de los bosques tropicales y de su biodiversidad.
Proteger y conservar la biodiversidad, salvar la vida
Se necesitan, urgentemente, 700 mil millones de dólares para proteger y conservar la biodiversidad han dicho los expertos en la COP 15 Sobre Biodiversidad Biológica, en octubre de 1921, en Kunming, China. No existen esos fondos. Pero hay recursos ingentes para financiar la producción de petróleo. Los bancos han prestado a las empresas que deforestan el planeta 267 mil millones de dólares en años recientes. (Forest and Finance).
Todos los informes científicos más serios y rigurosos coinciden en afirmar que los cuatro mayores riesgos globales del planeta Tierra y de sus habitantes, además de las guerras genocidas y las pestes y patógenos que, en su mayoría, provienen del bosque y la biodiversidad devastadas, son cuatro: los eventos climáticos extremos, los cambios críticos en los sistemas de la Tierra, la pérdida de la biodiversidad y el colapso ecosistémico y la escasez de los bienes de la naturaleza, conocidos como recursos naturales.
http://mundoclaraboya.blogspot.com/
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(*) Escritor y periodista amazónico peruano, autor de libros de realismo mágico amazónico. Trabaja la problemática del narcotráfico y tiene varios libros al repecto. En 1963, fundó el grupo cultural Bubunzana en Iquitos, y dirigió las revistas Surco y Bubinzana.terior
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