28-1-2014-KRADIARIO-885
CHILE Y PERÚ GANARON
Por Felipe Portales
El solo hecho que Chile y Perú hayan
resuelto su controversia marítima a través de la Corte Internacional de
Justicia constituye un triunfo para ambos países. En un mundo en que todavía se
suele recurrir a la matanza colectiva entre seres humanos –la guerra- para
“resolver” conflictos internos o internacionales; haber utilizado un método
civilizado, pacífico y justo como recurrir a La Haya significa un gran
beneficio para los pueblos de ambos países.
La sentencia misma de la Corte aparece también bastante equitativa. Combina
dos hechos indiscutibles:
Primero, que Perú reconoció
por muchos años como chileno el mar patrimonial al sur de la proyección del
paralelo del límite terrestre entre ambos países. Y segundo, que el derecho del
mar contemporáneo postula una bisectriz como el justo método para delimitar
fronteras marítimas en que se solapan las proyecciones de 200 millas de mar
patrimonial. De este modo, Chile conserva una porción menor del mar
patrimonial disputado; pero que es adyacente a su territorio y –sobre todo- que
concentra la inmensa mayoría de los recursos pesqueros que explota hace
décadas. Y Perú adquiere la mayoría del mardisputado el cual, al sumarle el
triángulo exterior que no era chileno pero tampoco peruano, le reporta más de
50.000 kilómetros cuadrados adicionales a su mar patrimonial.
Pero ciertamente que el bien mayor para
ambos pueblos lo constituye el hecho de que lo que consiguieron -o aseguraron-
está validado por el derecho internacional. No ha sido obtenido por una
mayor eficacia en el “arte” de matar colectivamente a otros seres humanos o de
destruir bienes ajenos. No ha sido, tampoco, el resultado del terror, la
tortura o la desaparición de personas. No ha sido, en definitiva, el producto
de la barbarie, la soberbia o el odio entre los pueblos. De tal manera que su
resultado final augura una mejor relación entre ambos países; sin prospectos de
revanchas, venganzas o “irredentismos” futuros.
.
Lamentablemente nos falta bastante
todavía para consolidar una buena relación con nuestros vecinos del norte. Esto
pasa indudablemente por una negociación satisfactoria –con Chile y Perú, de
acuerdo al Tratado suscrito entre ellos en 1929- de salida soberana al mar
de Bolivia; y por un acuerdo –también entre los tres países- para terminar con
todos los resabios enojosos que aún envenenan nuestras relaciones. Por cierto
que es deseable y posible llegar a tener buenas relaciones con Bolivia y
Perú. ¡Lo lograron Francia y Alemania luego de dos guerras terribles
en que se mataron millones de personas entre sí!¡Y esto mucho después de la
guerra del Pacífico!
.
¿Por qué no podríamos llegar con Bolivia
a un canje territorial mutuamente satisfactorio y que no afecte intereses
esenciales de Perú?¿Por qué no podríamos elaborar textos escolares comunes
respecto de nuestros conflictos del pasado?¿Por qué no podríamos terminar con
los arcaicos “trofeos de guerra”; o diseñar efemérides de modo que no
sigamos alimentando rencillas decimonónicas? Por cierto que con un mínimo de
sabiduría y voluntad política podríamos lograr lo anterior; y, luego de ello
proyectar niveles de amistad e integración económica, social y cultural
análogas a la de Europa de post-guerra.
.
¿O preferiremos la alternativa de seguir
alimentando indefinidamente los resentimientos y desconfianzas; y de continuar
armándonos, distrayendo recursos esenciales para el bienestar de los chilenos;
sin darnos cuenta siquiera que nuestra mala relación con dos de nuestros
vecinos, nos significa per se una desventaja permanente respecto del tercero?…
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