23-1-2014-KRADIARIO-884
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DUDAS POLÍTICAS
Por Wilson Tapia
Villalobos
¿Pueden
formarse nuevos referentes políticos con ideas antiguas? Sí, pero son de
corto andar. No aportan soluciones acordes con las necesidades inéditas que
llevaron al fracaso a las ideas viejas. Es lo que está ocurriendo en la
política chilena y, en general, en la política mundial.
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Hasta ahora ni aquí ni en otras partes del
mundo aparecen propuestas que se adecúen a las exigencias que ha traído la
civilización en que vivimos: Una sociedad tecnologizada y con miradas globales
que, poco a poco, van permeando hasta el campo valórico. Desde tal perspectiva,
lo que está pasando en la derecha chilena puede hablarnos de coherencia
ideológica, pero no de aportes sustanciales respecto de lo que viene. Las
renuncias a Renovación Nacional de la senadora Lily Pérez y de los diputados
Pedro Browne, Karla Rubilar y Joaquín Godoy, pueden ser sacrificios en busca de
mayor amplitud.
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Una acción casi épica para lograr espacios en la
toma de decisiones que está copada por exponentes de una generación al borde de
lo emérito. Una condición que acerca a sus integrantes al conservadurismo más
intransigente. No es más que eso. Una presión para tener tribuna y tratar de
llevar al Partido por la ruta que ellos consideran adecuada. Posiblemente para
formar un referente político que tenga como líder al actual presidente de la
República, Sebastián Piñera. ¿E ir preparando así su postulación para el 2017?
¿Pero plantean una renovación de fondo?
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En el plano económico, a ninguno se le ha escuchado que el mercado deba
dejar de ser el asignador insigne de recursos. Tampoco se ha sabido que piensen
otorgar al Estado un papel determinante, muy diferente que el que tiene hoy
como organismo subsidiario. Una condición que parece vital para resguardar a la
sociedad de la voracidad empresarial. Y el resto de las áreas en que se mueve
el poder económico viene marcado, de alguna manera, por las directrices que se
den en estos ámbitos.
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Sin embargo, no cabe duda que sus miradas valóricas son más flexibles que las
de quienes, obstinadamente, pretenden mantener a la sociedad chilena atrapada
en una cúpula de cristal decimonónico. El respeto a las diferentes etnias, a
las preferencias sexuales, a los DD.HH. sin excepción, a un rol de la mujer
cada vez más cercano al del hombre, son cambios que marcan la decisión de estos
cuatro parlamentarios.
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De cualquier modo, todo esto no basta para erigirlos como referentes distintos
en una derecha que se encuentra sobrepasada -tan sobrepasada como todos los
partidos políticos. Y tal como aparecen estas voces disidentes, no debiera
extrañarnos que comiencen a surgir posturas que rompan completamente con lo
políticamente correcto, pero desde el sector más retardatario. Como lo está
haciendo Vladimir Putin, en Rusia. Sus posturas homofóbicas y más recientemente
contra los musulmanes, son una manifestación de ello. Aquí, algo de eso se ha
visto. En ese terreno debe inscribirse la defensa de la dictadura realizada por
personeros de la UDI, como Jovino Novoa o Iván Moreira. También las posturas
asumidas por el ex senador y ex embajador Miguel Otero, militante de Renovación
Nacional.
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En este mismo sentido, en la otra banda también empiezan a surgir voces
destinadas a marcar rutas conservadoras. Es el caso del ex parlamentario y ex
presidente de la Democracia Cristiana (DC), Gutenberg Martínez. Su afán parece
ser crear un gran referente de centro de derecha. Una centro derecha en que
tenga cabida la DC -como ocurre en Europa- separando al Partido de las
diferentes corrientes socialdemócratas chilenas con que hoy comparte una
coalición que dentro de poco será de Gobierno.
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Hasta ahora son sólo afanes que rescatan de la política sólo su calidad de
instrumento para hacerse con el poder. Pero no exhiben propuestas que respondan
a las necesidades ciudadanas. Y eso mismo se puede decir que los restantes
partidos políticos locales. Por mucho que intenten copiar respuestas foráneas,
Chile no es Alemania, ni Estados Unidos.
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Este será uno más de los desafíos que deberá enfrentar la próxima
administración que encabezará Michelle Bachelet. Ella tendrá que asumir el
liderazgo de una coalición política que ha creado muchas expectativas. La
mayoría, afincadas en su carisma. Pero las empatías personales sólo pueden ser
trocadas en políticas públicas gracias a acciones políticas que tendrían que
llevar a cabo los partidos. Es posible que allí tenga que mostrar otra faceta que
hasta ahora no se le conoce a la señora Bachelet.
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