OPINIÓN-LATORRE-KRADIARIO
LOS PROFETAS OLVIDADOS DEL PENSAMIENTO CRISTIANO
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Charles Péguy, pensador de extracción obrera, de vida
humilde, socialista en primera vocación y cristiano en segunda, última y
eterna. Crítico furibundo de todo
aburguesamiento del alma y de toda hipocresía intelectual. Defensor del
espíritu, de la esencia de las cosas;
pariente de Sócrates en sacar mentira de verdades consagradas, en
irrumpir con la contraparte de una tesis. Pariente de Platón en resaltar su
vocación por alcanzar los ideales más sublimes; también amigo de Bergson en
sacar de la vida los impulsos de lo vital.
.
Pero, por sobre todo, Péguy es un símbolo de la pasión
incansable por la justicia y la verdad, cueste lo que cueste. Por lo mismo
advertía: “Tú dices la verdad, pero no será verdad si no estás dispuesto a
pagar el precio que exige esa verdad”.
.
Ello le llevó a romper con sus aliados (socialistas) que
adoptaron compromisos deshonrosos, también con los Dryfusianos, que luchaban
contra la discriminación racista.
.
Cuando se prohíbe a
su revista publicar artículos que propiciaban una defensa de la república ante
la amenaza armada (los pacifistas dreyfusianos y los socialistas), entonces se
da cuenta que la mística socialista es traicionada por la política socialista.
De ahí concluye que…. “Siempre se inicia todo movimiento desde la mística y
concluye atrapado en los compromisos de la política.”
.
Era tan de testimonio, que nunca terminó sus estudios, siendo
brillante alumno y apreciado en sus
proyectos académicos por relevantes personalidades de su tiempo; abandonó la
vida académica y su futuro, simplemente por estar demasiado ocupado en
solidarizar con diversas causas urgentes, que le valieron innumerables varas
rotas en su espalda.
.
Es que el profesaba una devoción especial a sus “tres
místicas”: 1) la mística hebrea-judía, que refleja en el Antiguo Testamento esa
historia de sufrimiento y fidelidad de todo un pueblo para con su Dios. 2) La
mística cristiana, que representa al hombre justo, acusado y sacrificado injustamente
3) la mística francesa: que es la lucha de una república que se esfuerza por instalar la justicia
universal.
.
Concurre, en consecuencia, a servir durante la primera
guerra y ahí muere de un balazo en la cabeza.
Para Péguy, la raíz de cualquier mística es permanecer fiel
a la verdad y a la justicia, a pesar de los compromisos del partido.
.
Rechazaba imponer ortodoxias, incluso entre los
colaboradores de los “Cahiers” (revista fundada por él). Estos colaboradores
diferían en muchos puntos de vista …,y todos eran publicados. Péguy decía que
una publicación tiene vida si al menos un quinto de los lectores la rechaza;
pero en la siguiente publicación otro quinto diferente también la rechaza. Lo
justo consiste en comprobar, decía, que nunca es la misma quinta parte.
.
Rechaza las verdades establecidas, por eso ensañaba que “una
gran filosofía no es la que instala un sistema o una verdad definitiva, sino la
que apenas plantea una inquietud”. Así se hacía enemigo de las “tiranías
intelectuales”, tan propias del pensamiento de los últimos tres siglos.
.
Señalaba, en consecuencia, que “el secreto del hombre
interesante, está en que él mismo se interesa por todos.”
.
Para los pensadores sensibles de su tiempo, tanto desde la
vertiente socialista como la cristiana, la lucha por la justicia implicaba la
revolución. Pero como él supo de la perversión del poder una vez que se instala
como tal-lo percibió en los resultados de las convenciones internacionalistas
del socialismo, y también lo percibe en la Iglesia católica y los
cristianos, que olvidan sus compromisos
con los pobres y perseguidos-, decide una sentencia irrenunciable: “ La
revolución será moral, o no será nada”.
.
A la vuelta de un siglo, podemos ver que esta sentencia ha
sido ratificada por la realidad histórica, pues los socialismos que olvidaron
el compromiso moral y la Iglesia católica que ha olvidado lo irrenunciable de
su compromiso de santidad y solidaridad, les vemos a ambos movimientos, el
religioso y el político, rodar por la pendiente del despeñadero, sin brújula y
sin liderazgo.
.
Aunque Mounier, su discípulo, le corrigiera, o mejor,
complementara su sentencia, diciendo que “La revolución moral será también
económica, o no será nada”, podemos señalar que esa revolución desde el
espíritu, como la planteara Péguy, debe ser corroborada desde la carne, como lo
planteara Mounier.
.
El problema de los socialismos es que se olvidaron de una y
se equivocaron en la otra, lo que es igual a advertir que era imposible hacer
la revolución económica sin tener en cuenta una revolución moral, pues se
corrompería necesariamente. De igual manera, sería inútil hacer una revolución
moral sin hacerla económica, pues sería desencarnada, por lo tanto no humana.
.
Los cristianos en política han experimentado un gran
fracaso, debido a su indecisión moral y se indecisión económica. Su espíritu
burgués les ha hecho tan poco propenso a pensar y a arriesgar un testimonio
(como advertía Péguy), que se han conformado con las blanduras de la mentalidad
burguesa, estatus que les asegura una pasantía por el poder, pero que se los
arrebata luego de sus primeras incoherencias e inconsistencias, propias de los
servidores de otras potencias.
.
Los cristianos de hoy no quieren oír hablar de revolución.
Es que les traiciona el recuerdo de las revoluciones fallidas de los
socialismos llamados “reales”, que en verdad no fueron verdaderos socialismos,
sino, más bien, despotismos capitalistas
de Estado.
.
Lo que no perciben los cristianos de hoy, es que el Estado
democrático moderno deja de ser un Estado “oriental”, es decir despótico, para
convertirse en los que el cientista político griego francés, Nicos Poulantzas,
llama Estado de integración y que Gramsci identificaba como el sistema
Occidental de gobierno.
.
Pero se han vueltos tan pragmáticos del poder, que los
cristianos de hoy sólo aspiran a dominar el aparato de decisiones para que no
sea arrebatado por la amenaza socialista-estatista, con los cual se hacen
enemigos de un estado que en occidente hacía esfuerzos reales de integración
social universal. Pero al mismo tiempo, se convierten en servidores de un
sistema capitalista que lo que busca es
deshacerse del Estado y montar un sistema de poder basada en la potencia
absoluta y omnímoda del dinero, sin restricciones éticas, sin solidaridades,
sin tareas mundo, es decir sin moral y sin ética, en un mundo habitados por
empresas y consumidores, servidores y funcionarios, todos serviles a la única
autoridad Baalica del dinero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario