Por Walter Krohne
Frente a Libia, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se encuentra en una encrucijada que tendrá que revisar a fondo a su regreso a Washington tras la gira por tres países latinoamericanos. El tema le ha generado costos y molestias, especialmente por lo que ha publicado la prensa en Estados Unidos durante su ausencia, que se preguntó ¿qué hace el presidente Obama en las playas de Río de Janeiro cuando los soldados estadounidenses arriesgan sus vidas en Libia?
En El Salvador, la última etapa de su viaje, el primero que hizo por la región, Obama decidió adelantar el regreso después de mantener una larga conferencia telefónica con su vicepresidente Joe Biden cuando viajaba en el Air Force One entre Chile y Centroamérica ayer martes.
Por consejo de sus asesores militares, EE UU debería dejar el comando de la operación y traspasarlo a la OTAN o a Francia y Gran Bretaña. Esto porque la intervención de los aliados en el conflicto libio ha tenido un sorpresivo cambio de objetivo. Desde el primer ataque los pilotos aliados han tratado de ubicar el paradero de Muamar Gadafi para matarlo, cuando las atribuciones de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sólo se concentran en la protección de la población civil.
Varios legisladores estadounidenses, tanto republicanos como demócratas, han expresado sus molestias porque Obama no pidió autorización formal al Congreso para intervenir en Libia, lo que está en la Constitución, como también la misma Carta impide matar a un jefe de estado.
Obama se defiende diciendo que actuó respaldado por la resolución de la ONU y lo hizo después de consultar a su equipo de seguridad nacional y a líderes republicanos y demócratas en el Congreso.
Pero el panorama se le complica aún más tras haber recibido informaciones de sus asesores que creen que el mandatario libio podría tratar de "atrincherarse" en el desierto hasta que la zona de exclusión aérea y el asalto militar internacional hayan pasado, a pesar de que sus fuerzas se vean cada vez más debilitadas. Esto significaría que la acción militar podría transformarse en una guerra larga, lo que no está dentro de los planes de Obama que está en proceso de retirarse totalmente de Irak y desea hacer lo mismo en Afganistán. Y sería larga la guerra, porque si se trata de matar a Gadafi, cualquier resultado que no cumpliera con este “objetivo” sería una gran derrota militar para la coalición y especialmente para Estados Unidos.
Es por eso que Obama insiste en que “el objetivo de la intervención se limite a garantizar que el pueblo de Libia no siga siendo atacado por su propio Ejército (el del régimen de Gadafi)". Así se lo dijo a la CNN.
Pero ¿cómo se puede lograr este objetivo sin matar a civiles, cuando a los pilotos de los aviones que atacan permanentemente les es difícil, desde el aire, saber dónde hay civiles y dónde no o distinguir entre civiles opositores y civiles de Gadafi?
Visto así, la pregunta que se hacen los analistas es difícil de responder, porque de qué otro modo pueden hacerlo. En la práctica habría sólo un camino que son las presiones económicas y políticas las más efectivas, como es la confiscación de fondos, bloqueo de cuentas y bienes depositados por Gadafi en el exterior como también el bloqueo total a la venta del petróleo libio, medidas que en el fondo aplicarán a partir de mañana los europeos en forma amplia.
En el Congreso estadounidense, los más exaltados ya pidieron una sesión especial para que el presidente explique "hasta dónde pretende llegar" con el ataque, que el parecer dudan que todo esto tenga una estrategia. Los principales medios sólo hacen conjeturas y se preguntan :¿Cuál es el objetivo de la acción militar?, ¿proteger a los civiles o derrocar a Gadafi?", como lo hizo esta semana el influyente diario neoyorquino New York Times.
En el Consejo de Relaciones Exteriores de EE UU, independiente, Michael Zenko, aclaró en este contexto que “la zona de exclusión aérea no es suficiente para sacarse de encima a Gadafi. Para eso, será necesario entrar en Trípoli", según declaró a “La Nación” de Buenos Aires.
Los demócratas prefieren ni pensar en un futuro que implique nuevamente la movilización de tropas ni por las pérdidas humanas que todo esto significa ni tampoco por el costo de una intervención de este tipo y por lo mismo es que Obama quiere que el comando de la operación esté en Europa y no en Estados Unidos.
"Parece que vamos tras el petróleo", advirtió el representante demócrata Michael Honda, que puso en duda que la verdadera razón de la ofensiva del presidente Obama sea la de defender los derechos humanos del pueblo libio. "Exijo un debate serio en el Congreso antes de que sean invadidos otros países", añadió, alimentando la sospecha de que, tal vez, estas acciones no terminen en Libia
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