Parece que el presidente de Bolivia, Evo Morales, no sabe que una cuerda, si se estira con fuerza, puede cortarse con facilidad. Sin embargo una mezcla de ansiedad y poca paciencia lo está traicionado y lo que puede perder, si actúa apresuradamente, no tiene comparación con lo que podría ganar a largo plazo si actuara cautelosamente y avanzando con paciencia hacia un objetivo concreto que es el mar.
Muy pocas son las oportunidades que se dan entre dos naciones dispuestas a trabajar por un desarrollo conjunto sustentable y que tienen una agenda de diálogo común de trece puntos como ocurre entre Santiago y La Paz. En esta agenda figura precisamente la situación de mediterraneidad boliviana como uno de los puntos principales y que para avanzar con acuerdos sólidos y rápidos, la discusión se estaba llevando ahora a nivel de cancilleres.
Chile ha sido transparente y actúa teniendo muy claro que con Bolivia no hay problemas limítrofes pendientes. Bolivia perdió el mar en una guerra y estuvo dispuesto a firmar un nuevo Tratado de Paz y Límites con Chile el año 1904. Ahora, Chile después de 132 años de la guerra y 107 del Tratado, está en principio de acuerdo en buscar o estudiar una solución para la mediterraneidad de su vecino. Es decir todo este problema ha sido abordado, en los últimos años, en un ambiente de buena voluntad por parte de los distintos Gobiernos chilenos, a pesar de las negativas bolivianas de ayudar a Chile cuando tuvo una crisis grave de abastecimiento de gas natural, porque Argentina no pudo dar cumplimiento a un acuerdo gasífero que firmaron en su momento los presidentes Carlos Menem y Eduardo Frei Ruiz Tagle.
Bolivia debería entender que entregarle parte del territorio chileno, por pequeño que sea, no es una tarea que pueda quedar resuelta en días, semanas o meses. Una decisión de este tipo, si es que en definitiva se toma, deberá resolverse tras múltiples consultas a expertos, juristas internacionales, cientistas políticos, economistas y, especialmente al pueblo chileno, sea esta con o sin soberanía.
El Presidente Piñera ha dejado entrever que Chile podría inclinarse por la segunda fórmula que consistiría en una pasadizo hacia el mar junto a la frontera con Perú, la que tendría que contar con la aceptación del Gobierno de Lima que nunca ha perdido las esperanzas de recuperar Arica que también perdió, junto a Tarapacá, como consecuencia de la Guerra del Pacífico. En el Tratado de 1929 firmado entre Chile y Perú se estipula, por exigencia del Presidente peruano de la época Augusto B. Leguía, que Chile no cedería ningún territorio que hubiese sido peruano a Bolivia sin consultar primero al Perú.
Sin embargo la supuesta fórmula de Piñera sin soberanía no es del agrado de Morales porque Bolivia quisiera en el futuro poder llegar del altiplano directamente a un mar soberano y ciento por ciento boliviano.
La cuerda de la que hablábamos al comienzo de este artículo pareciera que está a punto de cortarse para volver a foja cero, porque Morales informó a Chile su disposición de llevar el problema marítimo al Tribunal Internacional de La Haya para que esta instancia resuelva finalmente el asunto. Pero Morales, quizá mal aconsejado, dice que paralelamente está dispuesto a seguir dialogando con Chile. Hay que ser consciente que el hecho de llevar el problema a un tribunal internacional es una clara muestra de enemistad con Chile y en ningún caso se complementa con una continuación de las conversaciones, como si no estuviese pasando nada. O se conversa amigablemente o se deja que todo quede en manos de jueces ajenos a ambos países para que resuelvan.
Esto le ocurre a menudo a la diplomacia chilena en su relación con los países vecinos. Recibe un golpe tras otro y los representantes chilenos continúan mostrando sonrisas, elogios y condecoraciones. Es lo que ha pasado en cierto modo con el presidente peruano Alan García, que llevó a Chile a La Haya por un diferendo marítimo, al parecer poco sostenible, recibiendo de las autoridades chilenas un comportamiento como si no pasara nada. García llegó a Santiago en enero y se llevó a Lima muerto de risa todas las condecoraciones que en este país podía recibir ¿Condecoraciónes por qué? ¿Qué cosas buenas ha hecho Alan García en favor de Chile?
Bolivia aprendió rápidamente la lección del profesor García: Llevar a Chile a La Haya y seguir tan "amigos" como antes.
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