¡Ah! Cuando me acuerdo de las declaraciones de Bachelet y de Velasco, asegurándonos en el año 2009 que la crisis había terminado, me viene la risa nerviosa. En su primaverita irresponsable veían “brotes verdes” por todas partes. La verdad es que aún estamos en plena manifestación de las consecuencias, agravadas por los remedios de los médicos de Molière que ahora llevan el título de economistas. Se les reconoce porque en vez de blusa blanca llevan un embudo a guisa de sombrero y la mano derecha metida entre los botones del capote, en un gesto incuestionablemente napoleónico.
La inflación que muestra la punta de la nariz no será el último capítulo de la crisis, ¡Oh que no! Entremedio está el desastre de la deuda soberana que puso de rodillas a Grecia, luego a Irlanda, y ahora a Portugal. Si el nuevo primer ministro irlandés Enda Kenny se propone renegociar con la Unión Europea y el FMI el Plan de rescate que condena a los irlandeses a una recesión sin fin, su homologo portugués José Sócrates cayó ayer ante el rechazo por el parlamento lusitano del mismo trago amargo que le sirvieron a Grecia e Irlanda: restricciones presupuestarias, reducciones de salarios y pensiones, aumento de la edad de jubilación, privatización del patrimonio nacional, y otras tan amenas como las precedentes.
En Grecia prosiguen las masivas protestas mientras la deuda pública aumenta gracias al Plan de rescate. Los rufianes de las agencias de calificación apagan el incendio con gasolina: degradan la “nota” de los países en cuestión lo que tiene por consecuencia el incremento de las tasas de interés que pagan por los créditos con lo que se les “ayuda”. La recesión agravada disminuye los ingresos fiscales, y la espiral de la crisis no termina.
A fines de noviembre pasado, en el marco del Congreso del Partido de Izquierda francés en Le Mans, los delegados portugueses nos decían: “Nosotros somos el ultimo muro de defensa antes de que caiga Europa. Después de nosotros viene España…” España es uno de los grandes de Europa. Si España cae, ¿Qué podría detener los ataques de los especuladores? Justamente: la banca española posee un tercio de los activos portugueses. Y Moody's recortó hoy la nota de calidad crediticia de la banca española… La presión sobre la deuda de los países de la zona euro crece. La decisión de Moody’s hace que Banco Pastor, Catalunya Caixa y Banco Valencia quedan en calidad de bono basura. Otras siete entidades se quedan a un paso del grado de no inversión. Cuando uno sabe que los bancos alemanes están grandemente involucrados en la banca española…
Servidor llego a Europa a fines de los “treinta gloriosos”, ese mítico período de crecimiento sin fin en el que no había desempleo. Thatcher, Reagan y Merkel aun no aparecían. El neoliberalismo no existía. Cuando las cosas empezaron a degradarse, fue fácil echarle la culpa a los Estados, a la regulación, al poderoso sector público de la economía, y propiciar la borrachera neoliberal que nos trajo una crisis cada dos años con una pasmosa regularidad. Si en medio del naufragio los conservadores y los socialdemócratas abrazaron el mercado como una especie de salvavidas (en realidad fue como agarrarse al ancla), los espíritus simples, con un codo firmemente apoyado en la barra del bar, decían: “Lo que nos falta es una buena guerra…”.
En una de esas no se enteran. Con el advenimiento de la mundialización, el Consenso de Washington y el neoliberalismo, las guerras no han faltado. Incluso en el seno de Europa. Ninguna de ellas ha tenido el efecto esperado, el que tuvo la Segunda Guerra Mundial, que terminó con la Gran Depresión: de un lado murieron tantos millones de currantes, y por otro había tanto que reconstruir…
En todo caso los conservadores y los socialdemócratas le hacen empeño. A lo de las guerras digo. La de Irak no termina de acabar, la de Afganistán aceleró el crecimiento de la producción de heroína y la creación de puestos de trabajo en su transporte y distribución. La que comienza en Libia ya necesita la reposición de misiles de crucero, un cazabombardero F15, algunos tanques y mucha munición. Por el momento no es muy evidente que haya desaparecido tanto currante en busca de empleo, pero tanto la “coalición” como las fuerzas en presencia en el terreno necesitan carne de cañón.
Y ya puestos a destruir con el afán de reconstruir, Fukushima ayuda. No por nada quiere decir “La isla de la buena suerte”.
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