Un tribunal la inhabilitó para ejercer cargos públicos durante cinco años, con efecto inmediato, lo que significa que no podrá presentarse a las elecciones presidenciales francesas de 2027.
Además, Le Pen fue condenada a cuatro años de prisión, dos de los cuales serán suspendidos, y también recibió una multa de 100.000 euros (US$108.000).
Así finaliza para Le Pen -al menos por ahora- un viaje de más de una década con el que llevó a su partido a convertirse en la formación más votada de Francia.
Más de una década después muchos pensaban que Le Pen tendría en 2027 su mayor oportunidad de ganar la presidencia de Francia.
Pero para ella todo se derrumbó este lunes cuando un juez la declaró culpable junto con más de 20 miembros de su partido por malversar fondos de la Unión Europea.
Cuando el Frente Nacional fue fundado en 1972 por Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, junto a otros colaboracionistas nazis y negacionistas del Holocausto, se le consideró un partido periférico.
Hoy, después de una década bajo el mando de Marine Le Pen, más de un tercio de los votantes ven a Agrupación Nacional como una opción de la que no hay que avergonzarse.
Le Pen logró dos veces pasar a la segunda vuelta de las presidenciales francesas, en 2017 y 2022, donde en sus carteles, con el eslogan “Marine presidenta”, ni siquiera aparecía el apellido Le Pen para borrar asociaciones con el pasado.
En ninguna de las dos
ocasiones logró su objetivo contra un preparadísimo Emmanuel Macron, maestro en
el debate y en los datos. Pero cada vez se acercó mucho más de lo que hizo su
padre en 2002, cuando se disputó con Jacques Chirac la presidencia y solo
obtuvo menos del 17% de los votos.
En 2024, Le Pen fue la vencedora en las elecciones europeas donde obtuvo el 31,37% de los sufragios, más del doble que la siguiente formación. Y en la primera vuelta de las legislativas que siguieron mejoró el resultado: 33,15% de los votos.
"Marine Le Pen hizo su misión de cambiar la imagen del Frente Nacional: desdemonizar el partido ante la percepción pública.
Hasta la llegada de Marine Le Pen a la cúspide del partido en 2011, el Frente Nacional se había asociado de forma indisoluble a la figura de su padre: un veterano de las últimas guerras coloniales francesas, proclive a la provocación y condenado en varias ocasiones por sus comentarios antisemitas.
"No digo que las cámaras de gas no existieran. Yo no las vi. No he estudiado especialmente la cuestión. Pero creo que es un detalle en la historia de la II Guerra Mundial", dijo en una entrevista en 1987, como recordó este lunes la BBC de Londres.
Marine Le Pen intentó enérgicamente alejarse del legado de su padre. Se esmera en proyectar una nueva imagen inclusiva, niega todo tipo de ánimo antisemita o racista y hace constantes acercamientos a la comunidad judía francesa y a las nuevas generaciones de ascendencia norteafricana.
Su política de inmigración y de dar prioridad a la vivienda y el empleo de los franceses sigue siendo de extrema derecha, pero la imagen que transmite la líder de la renovada Agrupación Nacional es moderada y cercana al populismo.
Le Pen ha aparecido, por
ejemplo, a menudo en las redes sociales con sus gatos, una pasión que hizo
pública en las últimas presidenciales y que ha contribuido a suavizar su imagen.