VIGILANCIA CIUDADANA: LA MEJOR FORMA DE FISCALIZAR
Por René Saffirio
Para nadie es un misterio que existen cercos informativos que cuesta derribar y que la realidad es mucho más que el menú diario ofrecido por los medios de comunicación en los noticiarios centrales o en sus principales titulares.
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Frente a estos hechos, hoy cabe destacar con alegría, los
efectos que ha generado una nueva forma de comunicar, basada en la actitud
proactiva de miles de ciudadanos, quienes no siendo periodistas en la mayoría
de los casos, no dudan en subir a las redes sociales, de twitter y facebook
principalmente, aquello que ven, protagonizan y necesitan denunciar.
Ha sido a través de estos canales cómo nos hemos informado,
al minuto, de hechos noticiosos claves que han contribuido a mejorar, entre
otras acciones, la función fiscalizadora parlamentaria, tal como ha ocurrido
con las denuncias de la brutal represión policial en el sur del país, a través
de allanamientos y enfrentamientos que difícilmente habrían sido difundidos en
la prensa si no hubieran sido tema prioritario en las redes.
Las fotografías que hemos visto, elocuentes, en el caso de
los niños baleados en la provincia de Malleco o las golpizas que enfrentaron
los manifestantes en Aysén, o los estudiantes en sus diversas manifestaciones,
han sido claves para exigir desde la Cámara y en otras instancias, nacionales e
internacionales, que se proceda de acuerdo a la legalidad vigente respetando
los Derechos Humanos, consagrados mundialmente.
Son pruebas irrefutables y herramientas claves en la defensa
de los respectivos casos.
Si bien este fenómeno hoy se vive con fuerza en el país, es
en todo el mundo donde apreciamos que esta vigilancia ciudadana ha generado
cambios sociales y políticos de envergadura.
De hecho, en el año 2011, tres de los momentos informativos
más importantes se transmitieron directamente a través de twitter, con más
velocidad e instantaneidad que la TV: la auto-inmolación en Túnez de Mohamed
Bouaziz, que desencadenó las revueltas en el mundo árabe, el asesinato de Osama
Bin Laden, líder de Al-Qaeda, por los estadounidenses y el tsunami de Japón.
Es esta vigilancia ciudadana la que hoy ha logrado cambiar
la Agenda Pública y, aunque sabemos que es difícil, si aunamos esfuerzos, los
medios tradicionales tendrán que incluir los temas ciudadanos, en su real dimensión;
de lo contrario, comenzarán a desaparecer, en una suerte de crónica anunciada.
El poder que demostraron redes como Twitter y Facebook, en
el mundo árabe, ha sido ampliamente reconocido por permitir a los ciudadanos
derrocar regímenes dictatoriales y mostrar al mundo las violaciones a los
Derechos Humanos que todos repudiamos. Tan efectivo ha sido el poder de las
redes, especialmente en el mundo árabe, que los dictadores han recurrido a
censurar su uso primero y, luego, a bloquearlo, en un abierto atropello a los
derechos esenciales de expresión.
En Chile, las
denuncias han sido de gran impacto e incluso han logrado modificar algunas
decisiones de Gobierno, recordemos, al respecto, el polémico caso de Punta de
Choros en el norte de Chile.
Las redes sociales han arrastrado una nueva ola de
información en los últimos años y se han transformado en una plataforma real
que, además de comunicar, permite la interacción, el feddback inmediato. Esta
vigilancia de los ciudadanos, asimilada a un periodismo casi intuitivo, ha
surgido, no cabe duda, como respuesta a la realidad social y a la posibilidad
participativa que nos brinda la tecnología. No dudemos en utilizarla.
Así las cosas, estimados lectores, esta nueva forma de
comunicar y vigilar, se ha transformado en una eficiente forma de fiscalización
a los actos de Gobierno; quizás una de las más efectivas, y la que,
probablemente, pueda generar cambios en las políticas, de tal forma que
respondan a las verdaderas demandas públicas.
El uso de estas redes hoy es un peldaño más en el
perfeccionamiento de la Democracia; no son un lujo tecnológico, sino parte
esencial del sistema democrático. Vigilantes en las redes, el soberano hoy
tiene medios y canales.
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