Las listas AUGE
Por Camilo Escalona
Pero, no se puede tapar el sol con un dedo.
Estamos ante una burla a la fe pública que hubiese precipitado, en todo gobierno que asuma cabalmente sus obligaciones, el inmediato abandono de sus responsabilidades de todos aquellos funcionarios involucrados en el escándalo, incluida por cierto, la autoridad política del sector involucrado.
No puede ser de otra manera ya que se comprometió directamente al propio Presidente de la República en el despliegue mediático y los bombásticos anuncios que proclamaban una solución espectacular, cuasi milagrosa, de una deficiencia arrastrada por el sistema de salud durante un largo periodo, que se lograba resolver como por encanto.
Hoy, chilenas y chilenos, saben que eso era un espejismo, una triste y penosa falsedad.
Lo que verdaderamente ocurría es que por decisión de un puñado de personas con la autoridad para hacerlo, estas nóminas se reducían sin que los pacientes hubiesen recibida la atención médica comprometida por ley. De esa forma, ¿quién no hace milagros?.
En este caso se ha configurado un abuso de poder inaceptable. El Estado deja de ser protector y pasa a convertirse en un vulgar estafador. Así es, se informan al país cosas que no son. Se entrega comunicacionalmente una realidad que no es, o sea, se ejecuta un engaño, una estafa.
Resulta difícil observar que el Jefe de Estado deje obrar sin adoptar las sanciones correspondientes hacia los subordinados que, con tal conducta, ponen en duda su credibilidad.
Mientras tanto, los responsables actúan como si nada. Ni se arrugan. Defendiéndose desde el mismo Palacio de gobierno y azuzando a que ciertos parlamentarios digan que se pase a la Comisión de ética a quienes cumplían con su deber de condenar públicamente estos hechos.Nuevamente la censura y el amedrentamiento para esconder la verdad.
Por eso en Chile se habla del desprestigio de la política. Se puede realizar una enorme operación mediática para desvirtuar el cumplimiento de las mínimas responsabilidades de una autoridad sectorial y luego, ante el escándalo que se produce, al conocerse la dura realidad, por un Informe de un tercero como es la Contraloría, simplemente denostar, ofender e insultar a quienes rechazan tales prácticas vergonzosas.
Así, con ese estilo, bien fácil resulta para algunos hacer políticas públicas. Lo malo es que lo sufren millones de personas.
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