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lunes, 20 de agosto de 2012

DUEÑOS DE LA PELOTA


Por Wilson Tapia Villalobos

La imagen es antigua y se remonta a la época en que los niños aún podían jugar fútbol en las calles y la pelota la ponía el acomodado del barrio. El partido terminaba cuando el propietario del balón se enojaba porque había sufrido un trancazo rudo o iba perdiendo y no lo soportaba. Tomaba la pelota, y se iba. Acababa el partido abruptamente, pasando por sobre los acuerdos previos, las reglas establecidas y todas esas normas que los niños del barrio habían establecido y la tradición reafirmaba. Es cierto, ahora tal realidad ya no existe. Pero la forma de ejercer el poder continúa siendo la misma.

Basta echar una mirada al barrio global, y ahí están. Los dueños de la pelota terminan el partido o expulsan jugadores cuando las cosas van mal o el otro equipo hace lo mismo que ellos. Es el caso de Inglaterra con Ecuador, Julian Assange de por medio. El asilo diplomático para el creador de WikiLeaks permite nuevamente observar las maniobras de quienes manejan el poder a nivel global. Hasta la figura del asilo diplomático es puesta en duda. Y las razones que tiene el gobierno de Quito para recibir a Assange no son menores. Estados Unidos pretende juzgarlo por haber puesto en peligro la seguridad nacional al dar a conocer miles de sus documentos secretos, en especial del Departamento de Estado y del Pentágono. Por tal delito, Assange podría ser condenado a la pena capital en territorio norteamericano.

A los pocos días de destaparse el escándalo y poner en muy mal pie a Washington con algunos de sus propios aliados, Suecia reactivó un juicio en contra de Assange por abuso sexual en contra de dos mujeres. Estocolmo recurrió a Inglaterra para que Assange fuera extraditado. Pero la intención final sería ceder a una petición de extradición de Washington. A todo esto, Assange niega los cargos.

Hasta hoy, se calcula que WikiLeaks ha permitido el conocimiento de más de 1 millón 200 mil documentos secretos de distintos gobiernos y empresas multinacionales. Se comprende, entonces, que Assange no sea querido por los dueños de la pelota. Y cambiaron las reglas del juego. Hoy, Inglaterra sostiene que para cumplir con la ley europea, podría entrar a la legación ecuatoriana en Londres y sacar de allí al súbdito australiano. Esta postura cambia por completo las reglas de derecho internacional respecto de la extraterritorialidad de las embajadas. Y, por supuesto, echa en el tacho de la basura la tan defendida libertad de expresión. Porque es en aras de ella que WikiLeaks hace el esfuerzo informativo -que además es sin fines de lucro- para develar los rincones oscuros del poder.

Al escribir esta nota se conocía que Inglaterra provee de datos de inteligencia y armamento pesado al ejército rebelde de Siria. Tarea en la que cuenta con ayuda expedita de los Estados Unidos y otros miembros de la Organización de Tratado del Atlético Norte (OTAN).

En la otra banda, las cosas no van mejor. Las tres integrantes del grupo musical ruso Pussy Riot acaban de ser condenadas a dos años de cárcel por cantar en una catedral ortodoxa de Moscú contra del presidente Vladimir Putin. En aras de la libertad, Putin cuestiona las maniobras de Occidente en Siria.

En Europa, las protestas contra el cambio en las reglas del juego para evitar el colapso económico son crecientes. Y ello se debe a que españoles, griegos, portugueses, italianos, entienden que los esfuerzos tendrán que hacerlos sólo los ciudadanos de clase media hacia abajo. Las grandes empresas siguen siendo tratadas como corresponde a quienes ejercen el poder.

Este proceder neoliberal no es sólo distintivo de la derecha europea. También lo practica lo que antes se denominaba izquierda, como los socialdemócratas. El columnista Luís Casado recuerda que “antes de dejar la Cancillería alemana Gerhard Schröder (socialdemócrata) cuidó sobre todo de su propio futuro: le facilitó algunos créditos al conglomerado ruso GazProm, que le devolvió la mano nombrándole en una suculenta gerencia. Tony Blair, su amigo de la Tercera vía, “aceptó” una asesoría a bancos yanquis por un millón de dólares al año”. Yo agrego que Felipe González hizo lo mismo en España. Y en Chile, los ejemplos sobran. Van desde los cargos en directorios de empresas transnacionales, como Eugenio Tironi y otros, hasta encabezar sociedades anónimas deportivas, como Jaime Estévez.

El problema es que mientras la política siga por esos cauces, las crisis se agudizará. Lo vemos en Chile. Los estudiantes continúan protestando y sus demandas cuentan con el respaldo mayoritario de la ciudadanía. Hay amplio respaldo a que es necesaria una educación gratuita de excelencia, a cargo del Estado. La respuesta de las autoridades -las actuales y anteriores- ha sido ganar tiempo para terminar imponiendo, por el cansancio, el hastío y el temor, sus puntos de vista de inmovilidad. Además, por supuesto, con grados crecientes de represión policial.

Un panorama conocido, que no augura un mundo mejor. Con certeza, el poder seguirá intentando manejar la pelota. Hasta que los chicos de la pichanga se aburran… Y es lo que me hace recordar un chiste estadounidense: “Los políticos son como los pañales, hay que cambiarlos seguido…y por la misma razón”. Aunque aquí tal vez no baste con sólo los pañales, también habría que cambiar la mentalidad de la guagua.

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