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viernes, 13 de julio de 2012

TAHITI: UNA JOYA EN MEDIO DEL PACÍFICO

Por Jessika Krohne

Enviada especial de Krohne Archiv


Tahiti, la isla más grande de la polinesia francesa, podría ser considerada uno de los lugares más lindos del mundo. Es un tesoro que aún es territorio de ultramar francés y que por su belleza natural podría ser considerado para los franceses no sólo un punto estratégico en las profundidades del Pacífico.

Chile no está lejos de esa belleza natural, sin embargo viajar a este territorio es carísimo. Tal vez podría ser mucho más accesible para los chilenos descubrir esas hermosuras marítimas, pero el monopolio que tiene Lan para viajar a esos lugares, impide esa posibilidad.


Esa zona vive del turismo, que se puede considerar la principal actividad económica. Se ven más aviones en el cielo que autos en las calles de las pequeñas islas. Vienen de todas partes del mundo y diariamente viaja un avión de Air France a Tahiti, aunque no es un lugar muy cercano para los franceses. Ellos tienen que viajar por EE UU para llegar a la polinesia y acostumbrarse a más de 10 horas de cambio de horario.

Otra actividad económica de estas islas es el cultivo de la perla negra, originaria de las aguas saladas de la polinesia francesa que son exportadas a muchos lugares, especialmente a Europa, Estados Unidos y Asia. La isla está llena de comerciantes de estas perlas y especialmente en los hoteles, pero hay que tener cuidado con los precios, que difieren mucho, según el lugar.

Además de franceses y percibir la gran influencia de ese país, también se pueden ver muchos turistas de Australia, nueva Zelanda y de muchas otras partes del mundo. Sudamericanos se ven muy pocos y sólo algunos argentinos adinerados se pueden percibir en uno que otro lugar. Chilenos prácticamente no se ven y eso que debería ser, como ya mencionado, un destino más accesible para nosotros.

Como dije antes, la influencia francesa es abundante, comenzando por el vino. 90% de los vinos ofrecidos en los lugares gastronómicos viene de Francia. También productos alimenticios, como quesos o mermeladas son producidos en Francia. En cada esquina se aprecia la influencia francesa, además de contar con muchas costumbres francesas y hablar francés como idioma principal.

La moneda oficial es el franco del Pacífico y los precios son elevadísimos, comenzando por el alojamiento o una simple comida en un restaurante que puede llegar fácil a los 200 dólares para dos personas. Definitivamente,  Tahiti es considerado un destino de lujo y la mayoría de las personas que llega a esos lugares son personas que pueden costear los pasajes costosos y los hoteles carísimos.

Los hoteles difieren mucho, de los hoteles all inclusive del Caribe, donde abunda la comida, la música fuerte, los shows y los estadounidenses bulliciosos que normalmente llegan en grupos. En estas islas se perciben más bien parejas solas, donde la mayoría se encuentra de luna de miel o en un aniversario importante y se ven muy pocos niños, la mayoría pertenecientes a familias europeas, franceses o italianos que tienen una crianza mucho más liberal con sus hijos y donde ellos son muy independientes y a una pequeña edad andan solitos caminando por los recintos del hotel. Incluso van solitos a la piscina.

Alrededor de las siete de la tarde ya no hay ningún niño deambulando por los salones del hotel, sino que todos están en sus respectivas habitaciones, mientras que sus padres cenan muy tranquilos en los comedores. Esto no lo vemos con frecuencia en una familia chilena, lo que podría ser calificado como negligencia. Reflexiono en estos momentos, por qué la crianza es tan diferente entre los sudamericanos y los europeos y ¿por qué somos tan aprensivos los chilenos???

Tahití (históricamente llamada Otaheite) y como ya dije, la isla más grande de la polinesia francesa,  tiene como capital a Papeete. Allí es donde llega la mayoría de los turistas que van a veranear a la isla. En total el territorio comprende unos 1.042 km² y su punto más alto es el monte Orohena.


Aunque la isla fue descubierta en 1606 por el marino y explorador español Pedro Fernández de Quirós; el primer occidental que la visitó fue Samuel Wallis, que desembarcó en la isla el 19 de junio de 1767, y le dio el nombre de Isla del Rey Jorge en homenaje al rey Jorge III de Inglaterra.

La Corona de España, por medio del Virrey del Perú Manuel de Amat y Juniet, decide tomar posesión de la isla en 1772, básicamente para controlar la expansión de otras potencias y evangelizarla. Envía una primera expedición capitaneada por Domingo de Boenechea, natural de Guetaria, en 1772-1773, que parte del puerto del Callao. Posterior a eso, le siguen otras dos expediciones, pero la política laicista de Carlos III suspende de modo definitivo en 1775 la obra emprendida. Finalmente, en 1842, el almirante Abel Aubert Du Petit-Thouars obligó a la reina Pomare IV a aceptar el protectorado de Francia.

Los tahitianos son ciudadanos franceses con completo acceso a derechos civiles y políticos. Tanto el idioma tahitiano como el francés son usados por los habitantes de la isla. La Polinesia Francesa (Polynésie Française) tiene un estatus de territorio semiautónomo de Francia, con su propia Asamblea, presidente, presupuesto y leyes. La influencia de la metrópolis se limita a proveer subsidios, educación y seguridad.

Si bien, muchas veces se ha discutido sobre la total independencia de los tahitianos de Francia, sólo un 20% de los isleños estaría totalmente de acuerdo, ya que correrían el riesgo de perder una seria de beneficios que reciben actualmente, como por ejemplo en caso de una enfermedad grave, tienen la posibilidad, si el tiempo y la enfermedad lo permiten, viajar a operarse sin ningún costo con los mejores especialistas en Francia.

Tahiti también ofrece mucha cultura, con sus bailes típicos, sus vestimentas interesantísimas y la gastronomía autóctona: El curanto en la tierra.

En los shows turísticos también se pueden escuchar acompañados de los bailes los instrumentos musicales típicos de esa zona, que incluyen el pahu, los toere (tambores) y el vivo (especie de flauta nasal).

Además, se puede percibir mucha influencia del pintor francés, que vivió en Tahiti entre los años 1891 y 1903: Paul Gauguin. En Papeete se puede visitar el lugar donde Gauguin vivió y trabajó y que hoy se ha transformado en un museo muy concurrido, aunque ya no queden pinturas originales suyas. Todas sus obras están distribuidas en los museos más famosos de Europa y Estados Unidos.

Tahiti es definitivamente un destino recomendable, ya que como turista a uno le parece estar veraneando en uno de los mejores resorts europeos, pero con la belleza autóctona de la polinesia francesa.

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