Por Walter Krohne
Los chilenos observan sigilosamente como la candidatura presidencial de la oposición se estaría articulando a través de misivas esporádicas entre Nueva York y Santiago que las reciben los altos mandos de los partidos políticos, cada vez que éstos tienen sesudas convenciones. Al parecer este es el camino escogido por la ex Presidenta Michelle Bachelet para ir construyendo su candidatura que, precisamente por las excesivas esperas o dilaciones que ha sufrido esta comunicación satelital, ha ido perdiendo terreno, cansando a muchos de sus partidarios, aparte de que otros se han simplemente desilusionado.
Sus misivas son más de lo mismo si se comparan las últimas dos que ha enviado este año, especialmente porque tienen la similitud de que en ninguna se refiere concretamente a su posible candidatura presidencial que es justamente lo que más interesa o llenaría la cara de risa a sus seguidores.
Que le diga a los chilenos que en Chile se ha abierto “una nueva etapa y un nuevo ciclo político” y que eso “nos enfrenta a grandes desafíos”, lo venimos escuchando desde el tiempo de “la alegria ya viene”. O que haga un llamado a la unidad y a la integración de otras fuerzas sociales y políticas, para sumar fuerzas y energías, construir consensos y voluntades, para proyectar un modelo de desarrollo sustentable y a escala humana, que no reproduzca ni acentúe las desigualdades, ni las injusticias ni los abusos que hoy conocemos".
Me recuerdo a un ex diputado porteño, democristiano, Eugenio Ballesteros, que al término de una elección parlamentaria donde arrasó la Falange en los años sesenta se subió a un escenario en pleno Parque Italia de Valparaíso y con una potente oratoria dijo que “hoy hemos derrotado a toda la riqueza de Chile”, refiriéndose a los capitalistas de hace casi 50 años y en medio de la euforia por el Gobierno popular de Eduardo Frei Montalva. ¿Y qué es lo que seguimos viendo hoy a nuestro alrededor como en los años sesenta? Mucho más capitalismo y también pobreza.
Son todas argumentaciones generales que no son ya parte directa de una agenda presidencial en un país que tiene problemas cruciales como son el déficit energético, el lucro que ofrece una educación desigual o el desastre de la salud, además de la desigualdad provocada en parte por los bajos ingresos y la criminalidad que es espantosa. Ninguno de estos problemas tampoco fueron encaminados hacia una solución cuando Bachelet era Presidenta de la República entre 2006 y 2010. Ni siquiera, en su calidad de médico, el de la salud, cartera que ocupó en el gobierno de Ricardo Lagos. Las largas esperas en los consultorios, que Lagos le encargó resolver, todavía están vigentes como problemas sin solución.
La idea de armar una candidatura a través de mensajes, está dejando a la Concertación o la ex Concertación, ya no se sabe bien, en una complicada situación de falta de liderazgo. Han pasado más de dos años sin que este conglomerado haya encontrado o tenga a un candidato de reemplazo para Bachelet. No se forman tampoco nuevos líderes y cada día que pasa, los partidos concertacionistas tienen menos significado en el escenario político chileno influenciado fuertemente ahora por los movimientos sociales. Ya son cada vez menos los que consideran o toman en serio a los partidos, porque son poco influyentes y su nivel de aprobación en las encuestas sigue con suerte todavía en los dos digitos.
Como dice el ex ministro Francisco Vidal “si juntamos la más reciente misiva” de Bachelet con la anterior, ya “estaríamos armando un programa” del hipotético futuro Gobierno.
Un cincuenta por ciento de los candidatos presidenciales opositores han surgido totalmente al margen de los partidos. La excepción son Juan Antonio Gómez (PRSD), Ximena Rincón (PDC) y Claudio Orrego (también PDC). Los demás son Andrés Velasco, ex ministro de Hacienda de Bachelet, en campaña como independiente, el ex democristiano Tomás Jocelyn-Holt, es abanderado de Chile Primero, partido creado por Fernando Flores, ex ministro del Presidente Salvador Allende, senador concertacionista en democracia y empresario vinculado al actual Gobierno derechista de Sebastián Piñera; y Franco Parisi, un economista que se muestra en la radio y televisión como un rebelde al modelo neoliberalista actual.
Tantos candidatos opuestos a la actual alianza gobernante, pero aún ninguna decisión o fórmula electoral que pueda unirlos. Es decir, es un conjunto de candidatos que en su mayoría marchan en una dirección propia y distinta a la del vecino.
El error es la indefinición de Bachelet que, a veces da la impresión, que no le está siendo nada de fácil tomar una decisión que la comprometa a volver a los sinsabores que seguramente tuvo que vivir en los cuatro años que gobernó este complicado país. No es fácil ser presidente en Chile con los múltiples problemas de todo tipo, donde todavía hay seres humanos que se mueren de frío abandonados en plena vía pública o en las plazas.
Seguimos esperando. ¿Sabremos algo más concreto en la próxima misiva?
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