El triunfo de José Antonio Kast en las elecciones presidenciales en Chile modifica el mapa político de las derechas e izquierdas en América Latina. ¿Qué impactos puede tener en la región?, pregunta la Deutsche Welle.
Con el triunfo en un movimiento pendular, que a veces se inclina a la derecha y otras a la izquierda, y que configura ciertas coincidencias temporales, las elecciones presidenciales en los países latinoamericanos están modificando el mapa político de América Latina.
Con el triunfo en Chile del ultraconservador José Antonio Kast, fundador y líder del partido Republicano, llega por primera vez la ultraderecha al gobierno, después del retorno a la democracia. En el tablero latinoamericano la derecha suma así una nueva ficha, que se suma a presidentes como Javier Milei en Argentina, Daniel Noboa en Ecuador o Nayib Bukele en El Salvador.
La "corrida" u "ola conservadora" en América Latina es un fenómeno político reciente (mediados 2010s-2020s) de ascenso de la derecha, reaccionando a la anterior "marea rosa" de gobiernos de izquierda, con líderes que enfatizan orden, seguridad, nacionalismo y soluciones pragmáticas ante el descontento social, reconfigurando el mapa político regional y desafiando a la izquierda tradicional con un mensaje más enfocado en la necesidad y el 'interés nacional".
De 19 países latinoamericanos, actualmente en nueve hay gobiernos de derecha y en diez, de izquierda. Entre estos últimos, en México (Claudia Sheinbaum izquierda moderada), Brasil (Lula da Silva), Colombia (Gustavo Petro), Uruguay (Yamandú Orsú), además de Chile (Gabriel Boric). Con la llegada de Kast a la presidencia y el probable resultado de las recientes elecciones en Honduras -aún no finalizados los escrutinios-, la balanza se inclinará hacia la derecha.
Más allá del mapa, hay una complejidad que no se explica simplemente como una "ola derechista". La foto del momento tiene que ver con procesos tanto internos como globales y el impacto a nivel latinoamericano de la llegada de un gobierno de color distinto dependerá del peso del país en cuestión y del liderazgo de su presidente o presidenta.
Alternancia izquierda-derecha
En opinión de Andrés Malamud, "es improbable que la victoria de Kast tenga gran impacto regional". Esto, por dos razones, dice a DW el investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa: "Primero, es (casi usual que Chile alterne entre izquierda y derecha cada cuatro años (aunque para corregir esto no es tan asi como lo dijo Malamud en la DW el mencionado investigador, ya que antes del actual populista Boric gobernaba la derecha centrista con Piñera).
Es importante tener en cuenta el peso de Chile en la región, el de los liderazgos -en este caso el de Boric comparado con el que podría tener Kast- y luego la vinculación de Chile y de este nuevo liderazgo con la agenda global, explica a DW la politóloga Yanina Welp.
"Chile no tiene la incidencia que puede tener Brasil en un cambio de política o el peso económico o simbólico de Brasil. Por lo tanto, sin negar que hay un impacto claramente, no veo un cambio enorme. Por otro lado, la política chilena se ha caracterizado en los últimos años por una gran estabilidad", dice la investigadora del Albert Hirschman Democracy Centre, Geneva Graduate Institute.
A pesar de que el cambio político en Chile no tiene mayor impacto a nivel latinoamericano, reconoce Welp que el presidente Boric "tuvo un peso bastante importante en la agenda democrática en la región. Fue uno de los pocos qué es autoritario y de los primeros en hablar claro alrededor de distinguir qué es democrático y o, con independencia de si se lo ubica a la izquierda o la derecha. Me parece que ese valor con Kast se pierde, no tiene una agenda pro democracia y tampoco espero que tenga tanta intervención como intentó tener Boric en ese debate global".
¿Ola derechista?
"Hay una dimensión regional del surgimiento de estos liderazgos de ultraderecha, no es casualidad que se está fortaleciendo en distintos países de América Latina. También tiene una dimensión global, porque este tipo de propuestas radicales tiene antecedentes en Estados Unidos, en Europa y distintas partes de mundo", dice a DW Claudia Heiss, profesora del Departamento de Estudios Políticos de la Universidad de Chile.
Sobre el reciente triunfo de la ultraderecha en Chile, afirma que "para los equilibrios regionales, se ve más debilitado el polo de izquierda en América Latina y fortalecido el de derecha. No hay duda que Kast va a tener una relación muy estrecha con Milei". Así lo muestra la primera acción del presidente electo, que fue viajar a Buenos Aires para reunirse con el presidente argentino Milei.
En opinión de Heiss, esto anticipa "una alianza y un espectro de políticas públicas compartidas y de cooperación, entre Chile y Argentina en lo inmediato, y seguramente con otros gobiernos de derecha en la región y acercamiento a Estados Unidos". Esto podría tener efectos también en la relación con China, país que ha tenido una influencia creciente en Chile, particularmente en inversiones en obras públicas, y que busca extenderla en Latinoamérica.
Qué hay detrás de la ola
El futuro gobierno chileno, más cercano a Donald Trump, podría facilitar los intereses de Estados Unidos y su nuevo principio de política exterior con el foco en América Latina. Según Welp, esto va a resultar más fácil que con Boric, con el posible impacto en la agenda. Con todo, lo que será más relevante es que "se pierde la agenda de promoción o defensa de la democracia con el liderazgo de Kast".
Más allá del giro a la derecha, para Yanina Welp "centrar todo el debate público en hablar de una ola derechista, incluso de extrema derecha, y poner a todos los liderazgos en un mismo paquete, lo que hace es ocultar que hay unas demandas ciudadanas que tienen una base concreta.
Más adelante, Welp afirma que la criminalidad crece en América Latina y hay una tremenda insatisfacción frente al estado de cosas y, quizás como un elemento destacado en eso, es la enorme corrupción que hubo con gobiernos de giro a la izquierda". Hoy estalla demás como un bomba el escándalo de corrupción masiva en el Gendarmería Nacional (es el servicio a cargo de los presos y de la seguridad en cárceles) donde hoy ha quedado al descubierta una corrupción que verdaderamente no tiene nombre como la circulación de drogas (cocaína) y marihuna y el permiso de ingreso de protitutas a los penales para "ayudar a entretener" a los reos en distintas cárceles.
El énfasis en esta ola "demoniza liderazgos y tapa falencias de los sistemas políticos", asegura la politóloga. En los distintos países se identifican ciertos elementos comunes, que explican el avance de la derecha, como la agenda de seguridad, pero hay también bastantes diferencias, dice: "En Chile, seguridad y migración son el centro del debate, mientras en Argentina el triunfo de Milei se explica mucho más por variables económicas y por la inflación".
En opinión de Andrés Malamud, "hablar de una ola derechista es descriptivamente correcto, pero analíticamente engañoso: en Sudamérica están triunfando las oposiciones, que solo circunstancialmente son de derecha. En Uruguay, por ejemplo, ganó la izquierda porque gobernaba la derecha”.
Por su parte, Heiss observa "una votación pendular desde la izquierda a la derecha, que podría revertirse hacia la izquierda, de seguir el movimiento pendular". Las elecciones presidenciales del 2026 en Costa Rica, Colombia, Brasil y Perú serán una nueva prueba para verificar cuánto ha crecido la adhesión a las posturas de extrema derecha.
Al respecto, se han estudiado una serie de fenómenos, desde la erosión de la democracia, la mayor tolerancia al autoritarismo, la búsqueda de liderazgos fuertes que prometan soluciones inmediatas, el aumento de la desigualdad, y el efecto ejemplo, que tienen medidas como la discutida política anticriminalidad de Bukele en El Salvador.
Lo que hoy preocupa a los sectores más populistas es que Kast ha modificado el mapa político de derechas e izquierdas en América Latina.
Por ahora, Kast está moderando su discurso y evita los temas que no son mayoritarios, como la agenda cultural, la reducción del pluralismo, la diversidad sexual o las mujeres, para centrarse en economía, crimen y migración, en los que tiene adhesión mayoritaria. En su primer discurso tras ser elegido habló de bajar las expectativas y no esperar cambios inmediatos. "Eso podría reflejar la búsqueda de una derecha no tan radical como la que hemos visto en sus campañas, en sus partidarios y parlamentarios".
En un movimient
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