PUNTOS DE VISTA - EL LIBRO "NO AL LUCRO" ENFRENTA CARA A CARA A ALBERTO MAYOL Y A PATRICIO NAVIA
El sociólogo Alberto Mayol
respondió hoy al cientista político Patricio Navia por la crítica que éste le hizo a su libro “No al Lucro”,
de reciente aparición. Navia hizo su crítica en el diario “La
Tercera” de Santiago, el 6 de agosto de 2012. Publicamos ambos puntos de vista en forma abreviada. La versión de Mayol la tomamos de su página web.
Columna abierta de respuesta a Patricio Navia
Por Alberto Mayol
Hace una semana, Patricio Navia en su columna habitual en La
Tercera comentó extensamente mi obra “No al Lucro”, con una crítica tan
lacerante como infundada. Estoy firmemente convencido que los libros se defienden
solos. Llevo 10 años investigando empíricamente la cultura política y económica
chilena. Llevo 6 años trabajando un modelo teórico para analizar
transformaciones de gran alcance, fundamentalmente culturales. Lo he hecho sólo a veces, lo he hecho
acompañado en otras ocasiones (la mayoría).
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Hemos analizado todas las variables a nivel comunal del
país (sí, todas), hemos sistematizado la cantidad de manifestantes en todas las
marchas de 2011, hemos hecho etnografías en
comunas seleccionadas con un procedimiento inédito que establece la eficiencia
de cada comuna en producir calidad de vida de acuerdo a sus ingresos, hemos
investigado el rol positivo y negativo del endeudamiento, hemos escrito un
libro (no publicado aún) sobre cultura de la desigualdad y hemos investigado el
malestar.
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En definitiva, los datos están. Es cierto que eso no garantiza
nada. Se requiere luego interpretarlos.
La total invalidez e imprecisión nos da espacio para decir
cualquier cosa, sin ningún rigor. Hay un punto donde el investigador tensiona
la validez y la precisión, logrando dar con una hipótesis relevante y con
suficiente fundamento. Ese punto es el que busco en mis análisis (si uno se
pasa, lo arruinó todo, pero uno nunca sabe cuándo se pasó). .
Respecto a que mi libro es fascinante y panfletario, es una costumbre referir así en el mundo académico chileno cuando alguien hace el esfuerzo de escribir con una pluma un poco más cuidada y cuando asume sus premisas y/o principios. No digo que escriba increíblemente bien, pero la comparación me favorece, dado que mis colegas están convencidos que escribir horrible es una virtud y que mientras más parsoniana sea la pluma (es decir, seca y sin gramática), entonces es más científica. Sin ver un solo instante que Marx, Weber, Durkheim, Simmel, Freud, Nietzsche, Elias, Bourdieu (entre tantos), carecían de miedo a la buena pluma, hemos preferido escribir mal para ver si alguna vez una revista de alta envergadura nos publica alguna cosa irrelevante que irónicamente tenga valor en el curriculum. Normalmente no pasa ni lo uno ni lo otro en nuestro país: ni los curricula toman mucho valor ni se les publica en revistas relevantes. Y no es que mucho de lo que se hace en Chile carezca de interés: el problema es que andamos obedeciendo las órdenes de un otro abstracto (las revistas ISI, comisiones de evaluación, los fondos concursables) y carecemos del ejercicio de la independencia académica. Y claro, suena panfletario, pero la independencia académica es importante para pensar y llegar a algún sitio argumentativo.
Finalmente, respecto a la acusación de dogmatismo, quisiera
simplemente decir lo siguiente: Quienes hacemos ciencias sociales tenemos un
compromiso de dar cuenta de los procesos relevantes que acontecen en la
sociedad. En el año 2011 fuimos testigos de un proceso de intensidad y
relevancia inusitada. El país de enero de 2011 y el Chile actual se diferencian
mucho a nivel sociopolítico. He propuesto un conjunto de hipótesis sobre lo
acontecido. Dentro del repertorio conocido, Gabriel Salazar ha ensayado otra
respuesta. No hay académicos que hayan presentado hipótesis alternativas ni un
debate al respecto. Eugenio Guzmán señala que no es malestar lo acontecido,
pero no dice qué fue. Patricio Navia no ha señalado, que yo sepa, tesis alguna
que explique los acontecimientos. Me parece perfecto que esté disconforme con
mi tesis, se suma a muchos. El siguiente paso no lo ha dado: proponer alguna
hipótesis. Por supuesto, tiene todo el derecho a criticarme y no proponer
ninguna tesis, esa es también una labor en la ciencia. Pero no lo ha hecho en
un paper, no lo ha hecho en un libro, lo hace en una columna de opinión donde
pone fragmentos forzados para hablar de mi falta de rigor.
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Patricio Navia debe dejar en claro que no tiene una respuesta a la pregunta que yo sí intento responder, que no sabe qué pasó en 2011 y por qué un evento de baja probabilidad (las movilizaciones) aconteció, que no sabe por qué cambió la agenda del país y por qué los datos de aprobación de gobierno y oposición ahora se mueven juntos (bajando o subiendo) en vez de moverse inversamente. En cualquier caso, Navia no tiene derecho a descalificar mi trabajo y el de mucha gente que ha hecho investigación con seriedad y compromiso.
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Patricio Navia debe dejar en claro que no tiene una respuesta a la pregunta que yo sí intento responder, que no sabe qué pasó en 2011 y por qué un evento de baja probabilidad (las movilizaciones) aconteció, que no sabe por qué cambió la agenda del país y por qué los datos de aprobación de gobierno y oposición ahora se mueven juntos (bajando o subiendo) en vez de moverse inversamente. En cualquier caso, Navia no tiene derecho a descalificar mi trabajo y el de mucha gente que ha hecho investigación con seriedad y compromiso.
Me duele mucho que sea él quien me acuse de poco serio, de oportunista, de panfletario. Me duele, porque intenta desacreditar un trabajo de muchos años, porque pone en riesgo mi prestigio, porque no faltan los que escuchan cualquier cosas para desmentir un argumento que no les acomoda. Me duele porque en el mundo académico se ha dicho de él exactamente lo que él dice de mí (tal vez me ha usado de espejo). Me duele que exorcice sus demonios aprovechándose de mí. Lo reconozco: me aterra la posibilidad de ser empatado con él. Pocas cosas me asustan, esta sí. Pero mi abuela me ha dicho muchas veces que el diablo a veces vende cruces. Y no sería raro que lo haga por La Tercera.
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Patricio Navia comentó mi libro hace tiempo, curiosamente antes de leerlo, vía twitter. Dijo algo muy diferente a lo que dice hoy, luego de leerlo. Pero siempre estuvo en contra. Asumo que era simplemente su voluntad, quizás su voluntarismo.
Alberto Mayol, Académico Universidad de Chile
Por Patricio Navia
Aunque la propuesta de Alberto Mayol en No al lucro: de la
crisis del modelo a la nueva era política resulte atractiva para aquellos que
nos dedicamos a estudiar y explicar la política, la sugerencia de que Chile ha
entrado a una etapa de mayor politización desde el movimiento estudiantil de
2011 se construye desde el voluntarismo intelectual y el análisis antojadizo de
la evidencia. Al argumentar -sin demostrarlo- que una mayor politización es
señal de una democracia saludable, Mayol escribe un libro de trinchera en vez
de intentar un análisis fundado del fenómeno social que experimentó Chile
producto de las protestas estudiantiles de 2011.
Provocador y hábil para saltar de la discusión de datos a la
especulación ideológica, las 389 páginas de la entrega de Mayol resultan a
ratos desordenadas y repetitivas. Aunque nadie en Chile se hace millonario
escribiendo libros, el lucro reputacional que se obtiene por publicar textos en
el momento adecuado lleva a veces a privilegiar el timing sobre el rigor
intelectual. Es comprensible la premura en publicar un texto mientras el tema
se mantiene relevante. Los economistas hablarían de costo de oportunidad.
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Mayol nos recuerda que el modelo chileno es herencia de Pinochet. El Chile de hoy es más parecido a lo que quiso Pinochet que a lo que aspiraba la Concertación. Para Mayol, eso es reprobable. El Chile actual debe reconocerse como un vástago de Pinochet y asumir ese traumático origen para poder derrotar a las fuerzas del mal.
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Pero Mayol va más allá, sugiriendo que el modelo neoliberal se construye sobre la despolitización de la sociedad. El “no al lucro” es el rechazo al modelo neoliberal. El grito de emancipación lo hace el movimiento estudiantil de 2011, que gatilla el fin de la despolitización. Y con el retorno de la política, “el fantasma de la democracia transita las calles de Chile”.
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Si se acepta la tesis de Mayol, pudiera ser el caso de que el movimiento estudiantil simplemente refleje -y no cause- el proceso de politización que se da inevitablemente de la mano del desarrollo. El movimiento proambientalista, las protestas de 2006, la rebelión de la opinión pública que impuso a Bachelet en 2005, Spencer Tunick y una multiplicidad de instancias anticonservadoras y antioligárquicas anteriores serían evidencias adicionales de que el modelo de democracia protegida traía su propia semilla de destrucción. Las marchas de 2011 serían sólo un peldaño más en el avance de la historia. Como diría Allende, los procesos sociales no se detienen ni con el crimen ni con la fuerza.
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Los defensores del modelo podrían apuntar a evidencia que Mayol opta por ignorar. Si bien HidroAysén podría nunca construirse como resultado de los movimientos sociales, Castilla y otras plantas termoeléctricas más contaminantes sí verán la luz. Peor aún, termoeléctricas más antiguas y contaminantes seguirán funcionando, porque resulta cada vez más difícil construir nuevas plantas que contaminan menos. El dogmático neoliberal, cometiendo el mismo error que comete Mayol al escoger sólo evidencia que apoye su tesis, dirá que los mismos que marchan contra el lucro en educación, con su comportamiento cotidiano construyen una sociedad consumista y cada vez más individualista. Cada año más padres llevan a sus hijos a colegios particulares subvencionados porque la gente sabe que la educación es el pasaporte al éxito y optimizan calidad. El problema de la educación es de regulación, costo y acceso a la información. El modelo es un vehículo cuyo motor sólo necesita ser afinado.
.
Desde la rigurosidad científica corresponde cuestionar el supuesto de que la despolitización es intencional y dañina para la democracia. Para que sea convincente, el análisis de los datos debe descartar hipótesis alternativas. Por cierto, la despolitización supone que hubo politización. En Chile, la incorporación política de los sectores históricamente marginados se dio con rapidez desde comienzos de los 60. En 1964 votó un 61% de la población en edad de votar. En 1973 lo hizo un 69,1%. La incapacidad para incorporar exitosamente a los marginados causó una polarización que llevó al quiebre de la democracia. Si vamos a repolitizar, debiésemos ser cuidadosos. Apurar el tranco demasiado puede inducir a una nueva desestabilización.
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Mayol nos recuerda que el modelo chileno es herencia de Pinochet. El Chile de hoy es más parecido a lo que quiso Pinochet que a lo que aspiraba la Concertación. Para Mayol, eso es reprobable. El Chile actual debe reconocerse como un vástago de Pinochet y asumir ese traumático origen para poder derrotar a las fuerzas del mal.
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Pero Mayol va más allá, sugiriendo que el modelo neoliberal se construye sobre la despolitización de la sociedad. El “no al lucro” es el rechazo al modelo neoliberal. El grito de emancipación lo hace el movimiento estudiantil de 2011, que gatilla el fin de la despolitización. Y con el retorno de la política, “el fantasma de la democracia transita las calles de Chile”.
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Si se acepta la tesis de Mayol, pudiera ser el caso de que el movimiento estudiantil simplemente refleje -y no cause- el proceso de politización que se da inevitablemente de la mano del desarrollo. El movimiento proambientalista, las protestas de 2006, la rebelión de la opinión pública que impuso a Bachelet en 2005, Spencer Tunick y una multiplicidad de instancias anticonservadoras y antioligárquicas anteriores serían evidencias adicionales de que el modelo de democracia protegida traía su propia semilla de destrucción. Las marchas de 2011 serían sólo un peldaño más en el avance de la historia. Como diría Allende, los procesos sociales no se detienen ni con el crimen ni con la fuerza.
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Los defensores del modelo podrían apuntar a evidencia que Mayol opta por ignorar. Si bien HidroAysén podría nunca construirse como resultado de los movimientos sociales, Castilla y otras plantas termoeléctricas más contaminantes sí verán la luz. Peor aún, termoeléctricas más antiguas y contaminantes seguirán funcionando, porque resulta cada vez más difícil construir nuevas plantas que contaminan menos. El dogmático neoliberal, cometiendo el mismo error que comete Mayol al escoger sólo evidencia que apoye su tesis, dirá que los mismos que marchan contra el lucro en educación, con su comportamiento cotidiano construyen una sociedad consumista y cada vez más individualista. Cada año más padres llevan a sus hijos a colegios particulares subvencionados porque la gente sabe que la educación es el pasaporte al éxito y optimizan calidad. El problema de la educación es de regulación, costo y acceso a la información. El modelo es un vehículo cuyo motor sólo necesita ser afinado.
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Desde la rigurosidad científica corresponde cuestionar el supuesto de que la despolitización es intencional y dañina para la democracia. Para que sea convincente, el análisis de los datos debe descartar hipótesis alternativas. Por cierto, la despolitización supone que hubo politización. En Chile, la incorporación política de los sectores históricamente marginados se dio con rapidez desde comienzos de los 60. En 1964 votó un 61% de la población en edad de votar. En 1973 lo hizo un 69,1%. La incapacidad para incorporar exitosamente a los marginados causó una polarización que llevó al quiebre de la democracia. Si vamos a repolitizar, debiésemos ser cuidadosos. Apurar el tranco demasiado puede inducir a una nueva desestabilización.
Aunque es una lectura fascinante, a ratos el análisis deviene en panfleto (“El Chile neoliberal arroja a los individuos a la soledad más absoluta” o “la transparencia… acompañará a las instituciones a hundirse en el abismo, en el infierno, en la purga de sus infamias y pecados”).
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Aquellos que comparten la convicción de Alberto Mayol de que
el modelo está a punto de derrumbarse y aquellos que creen que está más fuerte
que nunca encontrarán suficientes insumos para echar leña a sus respectivos
fuegos. Aquellos que esperaban un análisis más riguroso, basado en evidencias
más que en dogmas, resultarán menos satisfechos con la lectura.
Patricio Navia - Profesor universitario en Chile y en EE UU
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