Por Hugo Latorre Fuenzalida
Como consecuencia de las movilizaciones estudiantiles y el petitorio de la juventud, surge la necesidad de esclarecer quién paga impuestos y en qué montos en Chile. Tanto los periodistas de televisión Julio César Rodríguez como el director de Radio Universidad de Chile Juan Pablo Cárdenas se han preguntado y han preguntado a las autoridades a dónde se van las platas de los innúmeros impuestos que día a día pagan los chilenos de clase media en cada una de sus miles de actividades cotidianas.
Se podría hacer el listado de los cobros mensuales: TAG, gasolina, tarjetas, créditos, estacionamientos, contribuciones, peajes, transacciones, colegios, universidades, IVA, ISAPRES, gas, electricidad, seguros, televisión, impuestos sobre salarios, compra de bienes durables, diversiones (cine, espectáculos), cuentas bancarias, etc. Por nombrar algunos.
Amigos que visitan Chile quedan admirados con el costo de vida de los chilenos. Aquí todo hay que pagarlo, dicen.
¿Cómo se las arreglan para vivir ustedes?
Bueno, les respondemos, simplemente los más pobres viven como los pobres de Africa y la clase media, vive endeudándose.
Esta realidad podría hablar de que tenemos un exceso de consumo o salarios insuficientes para el nivel de ingreso nacional.
Porque cuando una sociedad va subiendo el ingreso total, una capa de la población, la más pudiente, va imponiendo un nivel y estilo de consumo que tiende a ser imitado por el segmento que sigue hacia abajo y éste sector es imitado, a su vez, por el que está más abajo. De esta manera se define un patrón nacional y cultural de consumo imitativo que es propio de las sociedades humanas.
Como la masa de dinero se concentra excesivamente, entonces el sector financiero trata de hacer circular el capital y relaja las oportunidades de consumo, pero en aras de incrementar las tasas de ganancias propias. Entonces viene la posibilidad del endeudamiento que, cuando se inicia, pareciera difícil controlar sus límites. El fenómeno de La Polar vino a develar esta lógica, llegando a más de 600.000 los involucrados en repactaciones ilegales y más de un millón de personas con créditos problemáticos, sólo en esta empresa.
Este fenómeno se hace universal en el modelo especulativo financiero, propio del sistema neoliberal. Por este fenómeno han caído los Estados Unidos, Europa y de manera subrepticia (bajando por la escalera), viene cayendo Chile.
Lo que acontece con nuestra realidad es que en nuestro país las ganancias son tan espectaculares, por el lado de las empresas, y la población endeudada es tan limitada en sus consumos, que las caídas son manejables por la vía del disfraz financiero de las deudas como por el poco control que se ejercen sobre los actores especulativos. Entonces, al producirse los reventones, siempre se las pueden arreglar para externalizar el fenómeno y apagar los incendios.
Pero regresando a la tributación formal e informal, debemos recordar que la CEPAL ha expuesto que la realidad tributaria se caracteriza en América Latina (también incluye a Chile) por la siguiente fórmula distributiva: del total tributado al Fisco, con lo que paga fundamentalmente la clase media, se transfiere al 20% más rico de la población entre el 8% y el 12% de ese ingreso, y otro 28% al 20% más pobre de la población. La clase media, no recibe beneficio alguno (es decir, el segmento de los otros tres quintiles intermedios).
Esta realidad ya conforma una situación anómala, se podría decir que escandalosa. Pero es la radiografía donde se visualiza el esqueleto deforme de nuestra desigual estructura.
Peor aún. En el caso de Chile, los que aportan al ingreso Fiscal son los que pagan el IVA, en cerca del 63%; mientras que las empresas (y empresarios) casi no pagan IVA y de sus ingresos finales sólo aportan con poco más del 3% al ingreso Fiscal. Lo demás va por cuenta de lo que paga CODELCO, el impuesto de los asalariados pertenecientes a la economía formal (empleados y obreros), los impuestos por importaciones y otros tributos menores.
Las empresas españolas instaladas en Chile no tributan en nuestro país, sino en España, gracias al acuerdo firmado entre el presidente Lagos y Aznar, quien lo exigió como peaje para la entrada de Chile al acuerdo con la Unión Europea. Bien sabemos que las empresas transnacionales mineras casi no tributan en Chile, gracias a las mil formas de elusión fijadas en la normativa de inversiones extranjeras dejada por Pinochet y nunca modificadas (más bien empeoradas) por la Concertación, durante sus 20 años de entreguismo.
Los empresarios nacionales también eluden el pago de impuesto sobre sus ingresos, mediante el subterfugio de las sociedades de inversión y los multirut en sus empresas, las compras de créditos ante SII, por acumulación de pérdidas o quiebras y tantas otras artimañas para lo cual dispones de ejércitos de contadores y abogados.
En un país de estas características, ciertamente el Fisco bajó de un 54% del PIB en los 70 al 19% que tenemos como participación del sector público en el PIB, en la actualidad.
Las prioridades del gasto público constituye otra anormalidad: gastamos la tercera parte de lo que se debe gastar (según nuestro nivel de desarrollo) tanto en educación como en salud, pero gastamos tres veces más de lo que deberíamos en el gasto militar.
En consecuencia, Chile requiere una cirugía mayor para enderezar lo que se ha torcido, pues estamos generando una sociedad monstruoide y propensa a enfermar de todos los males que acarrea el abuso y la injusticia.
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ResponderBorrarYo pienso que otra gran razón del costo social es la existencia de '+14 Partidos [millonarios]subvencionados'. Es hora de ponerse a pensarlo seriamente.
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