Por Alvaro Pina Stranger (*)
Rodrigo Hinzpeter no ordenó que la patrulla saliera esa noche, ni la conducía, ni indicó donde estaban los jóvenes ni disparó su arma. Y sin embargo, si se confirma que fue un miembro de Carabineros quien disparó a Manuel Gutiérrez Reinoso, Hinzpeter debe asumir la responsabilidad política de lo sucedido.
¿Por qué asumir la responsabilidad, si él está en la cima de la jerarquía y quién se presume disparó no mantiene ninguna relación directa con él? ¿Cómo puede la falta de un ejecutor, su improvisación o el incumplimiento de un protocolo recaer en un alto dirigente político? ¿Por qué no basta con dar de baja al ejecutor para que la confianza pueda restablecerse entre Carabineros y la ciudadanía?
Si se confirma la implicación de carabineros, Hinzpeter deberá asumir su responsabilidad pues el cargo que él ocupa es el que más peso tiene en la regulación y la definición de los comportamientos legítimos en esta institución. Una autoridad política de la importancia del Ministro del Interior está cargada de un inmenso poder formal y simbólico pues de ella depende la identidad que construyen diferentes comunidades. Las encuestas de opinión dan cuenta de esta relación entre la autoridad política y la comunidad en la que su poder se ejerce.
Como se suele decir, un líder político con baja popularidad no logra que la gente se identifique con él. Es decir, no logra que se le acepte como una autoridad legítima que los ciudadanos puedan utilizar poder reconocerse en el otro, y crear un espacio de identidad común.
La ciudadanía en Chile muestra hace meses que Piñera e Hinzpeter no son autoridades representativas útiles para forjar esa identidad común. Frente a esta situación, las autoridades pueden jugar dos cartas: o cambian su manera de ejercer el poder, en busca de otras formas de identificación; o deciden enviar de vuelta a la ciudadanía sus propios defectos exacerbando las diferencias identitarias entre todos aquellos que están “sujetos” a su autoridad.
Todos en Chile estamos sujetos a la autoridad de Piñera e Hinzpeter pero aún así podemos decidir no utilizarlas para forjar nuestras propias identidades. Somos libres de adherir a ellas, por más que éstas ejerzan un poder real en nuestras vidas.
Una autoridad responsable debe considerar que su voluntad, expresada o sugerida, se reproducirá y amplificará a medida que todos los que dependen de ella, y que no tienen la capacidad de construir su identidad en otra parte, intenten anticiparla y adecuar sus comportamientos a ella. Todos, salvo aquellos que dependen en términos formales y jerárquicos de esas autoridades, como es el caso de Carabineros de Chile.
Los miembros de esa comunidad no pueden escapar a la autoridad de Hinzpeter como lo hacemos la gran mayoría de los chilenos, pues para ellos su autoridad no refleja solamente la dimensión política y simbólica de la construcción común de una identidad, sino también la dimensión profesional, el trabajo y, en definitiva, las perspectivas de futuro.
En una organización fuertemente jerarquizada como Carabineros de Chile, los que están en la parte inferior de la pirámide tienen solo una estrategia para “hacer carrera”: anticipar los comportamientos que se esperan de ellos, anticipar los deseos del “superior”, ser “más papistas que el Papa”. No hay espacio para la creatividad, el ocio, la reflexión o la iniciativa. En un trabajo en donde se manipulan armas y se arriesga la vida, el poder de decisión es un asunto de vida o muerte. La decisión es un poder que recae en manos de las autoridades. Sin embargo, una autoridad responsable debe considerar que su voluntad, expresada o sugerida, se reproducirá y amplificará a medida que todos los que dependen de ella, y que no tienen la capacidad de construir su identidad en otra parte, intenten anticiparla y adecuar sus comportamientos a ella.
¿Por qué tiene que renunciar Hinzpeter?
Porque el poder formal y simbólico de las autoridades políticas modelan y demarcan el tipo de disciplina que los “sujetos” se imponen. Él es el responsable político de lo sucedido, pues el generó esa versión de la polis, e incitó, con sus provocaciones, con su estrategia y su forma de ejercer el poder, que ese carabinero, de pronto, sintiese que disparar era un comportamiento legítimo que correspondía con lo que se esperaba de él.
Si se confirma que fue un miembro de Carabineros quien disparó al joven Manuel Gutiérrez Reinoso, Hinzpeter debe renunciar pues ha demostrado ser una autoridad política irresponsable que –en el mejor de los casos – ignora las consecuencias de sus actos.
(*) Ph.D (c) en Sociología en la Universidad Paris-Dauphine e Investigador asociado al ICSO, Universidad Diego Portales. Publicado en El Mostrador de Chile.
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