-
Por Walter Krohne
Las últimas manifestaciones callejeras de las Damas de Blanco en La Habana para pedir al gobierno cubano la liberación de un grupo de presos políticos, en prisión desde el 2003 y condenados a 25 años, dejan una serie de interrogantes que la prensa no sabe, no quiere o no puede responder.
Efectivamente, las Damas de Blanco, como fueron en su época las Damas de la Plaza de Mayo en Buenos Aires, están saliendo a las calles habaneras para manifestarse pacíficamente y revelar así al mundo que el régimen cubano sigue violando los derechos humanos con su insistencia de mantener en la cárcel al grupo de 53 disidentes, que son los que quedan de los 75 opositores detenidos hace siete años.
En cada uno de estos eventos callejeros, que contemplan la visita a una iglesia, las Damas, vestidas enteras de blanco y llevando una flor en la mano, son perturbadas por grupos castristas que las insultan y las acusan de ser “gusanos contrarios a la revolución”. No está del todo claro si esta semana realmente fueron golpeadas por estos grupos de civiles, aunque si se sabe por las pruebas gráficas, que recibieron duros maltratos por parte de la policía, al menos 40 de ellas que también fueron detenidas.
La existencia de los dos grupos -manifestantes y atacantes- permite definir quienes están detrás de ellos, que a diferencia del caso argentino en que se buscaba a detenidos desaparecidos, las Damas de Blanco, luchan para salvarle la vida a sus familiares. El 23 de febrero murió el preso político Orlando Zapata Tamayo tras 85 días de huelga de hambre. Ahora sigue el mismo camino el periodista y psicólogo Guillermo Farías.
Sin embargo, las Damas de Blanco estan ingresando con estas acciones, sin quererlo, en un callejón sin salida tras comenzar a ser manipuladas por poderes estatales que desean mantener el régimen castrista o provocar una apertura para un cambio político tras 50 años de revolución socialista.
Mientras los "atacantes" no son más que "marionetas" manejadas por la seguridad cubana para mostrar al mundo que el pueblo rechaza estos levantamientos calificados de "contrarrevolucionarios", las Damas de Blanco, en cambio, serían un objetivo de la inteligencia estadounidense que les estaría dando asistencia a través de la Sección de Intereses de Estados Unidos (SINA) en La Habana.
El jefe de esta misión diplomática es Jonathan D. Farrar, un funcionario de larga trayectoria del Departamento de Estado en Washington. Farrar, que ya ha participado en procesos democratizadores en América Latina y Asia, es de la idea que el cambio en Cuba debe ser pacífico y así las Damas de Blanco cumplirían plenamente con este objetivo.
Sin embargo, la labor de las Damas de Blanco es permanente y las obliga a mantener una coordinación de buen nivel y con buen financiamiento (alimentos, gastos diarios y costos en tecnología como son equipos de Internet). La pregunta salta a la vista…¿De donde sacan estas Damas el dinero para subsistir y realizar el trabajo político?
Visto así, todo parece indicar que aquí estamos frente a un nuevo montaje en el que cada parte cumple con su papel. Mientras en Cuba los disidentes están en prisión, en Estados Unidos hay cinco cubanos en la cárcel acusados de espionaje que Fidel y Raúl Castro desean liberar.
Observadores en la isla caribeña opinan que el camino de las Damas de Blanco no es precisamente el más fácil o adecuado para pretender provocar un cambio político en Cuba, porque habría que mirar mucho más arriba, en las más altas esferas, donde está la corrupción, el escándalo y millones de dólares en juego. Todo esto, que causa serios dolores de cabeza al gobierno de Raúl Castro, no es tampoco fácil de destapar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario