LA INTERVENCIÓN ELECTORAL DEL GOBIERNO DE DERECHA
Por Walter Krohne
Hay que pensar que es un ministro aún en funciones, que tiene en sus manos las finanzas públicas y que le quedan al menos ocho meses para ejercer el cargo. Sus palabras tuvieron además un tono absolutamente antidemocrático porque manifestó que no estaba dispuesto a aceptar ninguna otra idea o pensamiento económico que no fuera el de la derecha, asunto que finalmente deberán decidir los electores y no él.
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Esto demuestra una vez más que los partidos gobernantes están asustados porque al no haber hecho lo que había que hacer en estos últimos cuatro años, como las anunciadas reformas estructurales en la economía, es muy posible que sean descartados o ignorados por un electorado que hoy es fuertemente crítico y consciente de los problemas reales que tiene Chile, cuyas posibilidades de solución son mínimas por chocar con el camino capitalista extremo de la derecha y también con ciertos sectores de la oposición que se inclinan igualmente por el modelo de libre mercado hoy vigente en Chile.
Realmente es una situación contradictoria y triste la que vive Chile porque el hecho de hablar de creación de una AfP estatal, o de proponer un sistema educacional gratuito o una salud para todos los habitantes del Estado chileno, son demandas que para algunos dirigentes de la derecha parecen pecados mortales que deben ser combatidos y erradicados como el terrorismo. No se puede mantener una política que se aparte del neoliberalismo.
La derecha sabe que el sistema de pensiones de Chile no da para más y que se ha convertido en un engaño para los trabajadores chilenos que recibirán sumas miserables de jubilación, que sólo contribuirán a futuro a aumentar la pobreza. Lo ha reconocido el mismo Presidente de la República. Saben también que el sistema de Isapres es malo y está también agotado por los altos precios y cobros injustos que le impiden a la gente de menores recursos recibir una atención médica humanamente digna.
Todos saben que el sistema de isapres es un gran negocio de los grupos económicos que hacen lo que quieren y más encima se están adueñando ahora de todas las clínicas y hospitales privados para poder ganar dos veces y triplicar sus ganancias. Ni siquiera mantienen una política para la tercera edad, cuyos afiliados deben asumir callados los aumentos de los planes cada año sin que la jubilación aumente en la misma proporción o porcentaje.
Si seguimos por este sendero crítico caemos en las farmacias que continúan igual que siempre: coludidas, escondiendo los medicamentos bioequivalentes más baratos como son los genéricos, para poder ganar más dinero con los caros. “Los poderosos contra los pobres y más miserables”, podría ser el título de una película o de un libro que describiera la atroz situación económico-social que vive el ochenta por ciento de los chilenos.
Si seguimos por este sendero crítico caemos en las farmacias que continúan igual que siempre: coludidas, escondiendo los medicamentos bioequivalentes más baratos como son los genéricos, para poder ganar más dinero con los caros. “Los poderosos contra los pobres y más miserables”, podría ser el título de una película o de un libro que describiera la atroz situación económico-social que vive el ochenta por ciento de los chilenos.
La educación tampoco ha sido resuelta por la derecha a pesar de tantos anuncios espectaculares que hizo el Presidente Sebastián Piñera pero que al final todo ha quedado casi en nada, como también ocurrió cuando gobernaba la Concertación. Justamente hoy en la mañana la ex presidenta Michelle Bachelet ofreció un programa educacional que promete llevar a cabo si es elegida nuevamente Presidenta. Realmente cuesta creerlo, porque ofrece “un paquete” de educación gratuita para todos en seis años y la creación de dos universidades estatales, una en la región de O´Higgins y otra en Aysén. Pero ¿quién puede creer esto si durante su Gobierno de cuatro años no hizo nada relevante en educación ni tampoco en salud?
Palabras que sólo traen más palabras, pero a diferencia de hace ocho años hoy los electores están mucho más preparados para darse cuenta y diferenciar entre fábula y realidad. Al fin de cuentas este electorado tiene hoy mucho más poder que antes al tener la posibilidad de decidir tranquilamente en su casa si va o no a votar.
Pero la derecha no sólo se asusta por estas demandas, sino también por otras como una Asamblea Constituyente o la realización de una reforma tributaria en forma. Sólo escuchar estos conceptos les causa a sus dirigentes un malestar generalizado porque significa que deben darle cuenta a los grupos empresariales y a los dueños del capital, a los que representan, sobre lo que puede llegar a pasar en Chile si llegara a ocurrir algo de lo que hemos señalado.
Ellos, encapsulados en sus barrios exclusivos creen que Chile puede volver a una revolución a la chilena con empanadas y vino tinto, sin percatarse que lo que ocurrió hace más de cuarenta años fue producto de un desarrollo distinto y una realidad local y mundial muy diferentes a la actual. Pero así y todo tienen miedo, no por la política y los políticos, sino por tener que llegar a soportar otra vez los controles tributarios, y dar cumplimiento a leyes laborales y de justicia social, aplicadas hoy en todos los países civilizados del mundo. Claro, seguramente son medidas que les impedirán seguir caminando por la senda que les ha permitido llevarse al extranjero o apropiarse indebidamente de la riqueza de Chile, lo que han hecho con más fuerza en los últimos años. Los tiempos han cambiado: El cobre debe ser chileno y ya no deben aceptarse en Chile inmensas fortunas creadas en menos de 30 años. Esto sólo origina sospechas.