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martes, 23 de julio de 2024

EL TORTUOSO CAMINO DE VENEZUELA HASTA LAS ELECCIONES

 


Por Eduardo Garcia – Descifrando la Guerra

Tras meses de negociaciones, Venezuela certificó un acuerdo tácito, ambiguo pero suficiente para la celebración de elecciones presidenciales el 28 de julio de 2024 para las que la oposición acordó mayoritariamente abandonar la táctica abstencionista y concurrir en torno a la candidatura del diplomático Edmundo González, junto a otros nombres secundarios como Antonio Ecarri, José Britto o Javier Bertucci.

La presidencia de Nicolás Maduro ha sido turbulenta desde sus inicios. Empujado a la primera línea por el grupo de poder bolivariano tras el fallecimiento del presidente Hugo Chávez en 2012, Maduro nunca ha logrado consolidar un liderazgo tan sólido como el de su predecesor y, a pesar de haberlas subsanado con cierta agilidad, las grietas internas en el movimiento han florecido durante la última década. Un ejemplo de estas divergencias es la confrontación entre el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fuerza central del chavismo, y el Partido Comunista de Venezuela.

No obstante, las vicisitudes que ha afrontado el “madurismo” han ido mucho más allá de la interna del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB), la coalición gobernante liderada por el PSUV. La economía venezolana es casi enteramente dependiente del crudo, una limitación que ni Hugo Chávez ni Nicolás Maduro acertaron a superar.

Los períodos de crecimiento del país están ligados a los precios del petróleo, lo que conecta irremediablemente todo plan de desarrollo auto centrado a los designios de la economía internacional y de la lucha por los recursos energéticos. Otros fenómenos como la inflación, la inseguridad y la crisis migratoria se han acumulado a lo largo del período del presidente Maduro.

El puzle opositor


Desde sus inicios, los diversos sectores de la oposición en Venezuela han apostado por casi todas las vías para tratar de poner fin a los veinticinco años de gobierno ininterrumpido del chavismo: participación en comicios, golpe de Estado –como en 2002–, gobierno paralelo –como en 2019 con Juan Guaidó–, boicot electoral –como en 2017, 2018 y 2020– e incluso agitación en las calles –mediante las “guarimbas”, movilizaciones antichavistas en ocasiones violentas conocidas popularmente con este término–.

Entre los distintos partidos y coaliciones que constituyen el puzle ,las divergencias no solo han aflorado en el campo de lo ideológico –en la oposición confluyen espacios socialdemócratas, conservadores, liberales, nacionalistas e incluso marxistas–, sino que lo han hecho también en torno a lo táctico.

La autoproclamada presidencia de Juan Guaidó no solo fue perdiendo apoyos con el paso del tiempo, sino que inicialmente no logró congregar tras de sí a todos los partidos opositores.

En los comicios de 2024, a pesar de una considerable agitación durante las semanas previas a la fecha límite para la presentación de candidaturas, la oposición venezolana ha puesto mayormente fin a la estrategia de boicot y abstencionismo que muchos sectores habían seguido desde las elecciones parlamentarias de 2015, cuyo resultado dio lugar a una Asamblea Nacional de mayoría opositora que fue desautorizada por el oficialismo tras promulgar una Asamblea Nacional Constituyente.

En octubre del año 2023, el oficialismo y algunos sectores de la oposición firmaron el Acuerdo de Barbados bajo la supervisión de representantes diplomáticos de varios países: Barbados, Colombia, Estados Unidos, Noruega, México, Países Bajos y Rusia. El texto constituyó un marco de trabajo para posibilitar las negociaciones de cara al proceso electoral en 2024.

Según la interpretación del oficialismo, el texto ratificaba la inhabilitación de María Corina Machado (foto abajo derecha), coordinadora nacional del partido Vente Venezuela y principal líder del amplio espacio opositor; pero según la oposición, el Acuerdo de Barbados confirmaba exactamente lo contrario, es decir, que Machado podría participar por cuanto se acordaba aceptar “a todos los candidatos y partidos políticos”. En medio de esta discrepancia, la oposición de la Plataforma Unitaria llevó a cabo sus particulares elecciones primarias y designó a Machado como su candidata presidencial, pese a la vigencia de su inhabilitación.

En las inmediaciones de la fecha límite para la inscripción digital de candidaturas presidenciales, el 25 de marzo, el espacio político de Machado no había definido una ruta alternativa para solventar la inhabilitación de su candidata designada. Tras haber sostenido durante meses que la decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) no impediría su postulación a la presidencia de Venezuela, finalmente Machado nombró a Corina Yoris como sustituta, pero la Plataforma Unitaria no fue capaz de inscribirla, alegando errores de la plataforma virtual.

Finalmente, fue Edmundo González, quien a priori se había inscrito para “cuidar” la papeleta del bloque, quien recibió el aval de Machado y el resto de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para ser el candidato presidencial del espacio.

¿Puede ganar Maduro?

La estrategia de sanciones que Estados Unidos ha venido sosteniendo desde 2005 contra Venezuela ha sido particularmente nociva para el sector petrolero del país, intensificándose durante la presidencia de Donald Trump y alcanzando la crisis Washington-Caracas su pico más alto en 2019 con el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente por parte de la Casa Blanca y con el endurecimiento de las sanciones contra PDVSA (Petróleos de Venezuela, SA), el principal activo económico del Estado venezolano.

En el marco del proceso de normalización política en Venezuela, el gobierno de Joe Biden implementó un alivio de
algunas sanciones que recaen sobre el sector petrolero venezolano que se vieron, no obstante, caducadas en abril de 2024. Inicialmente, este alivio había sido una medida de presión política por parte de Washington para intervenir en el proceso electoral venezolano, buscando forzar al CNE a la rehabilitación de Machado. La negativa del organismo sirvió como justificante para que Washington no extendiese los alivios, aunque ello no supuso el quiebre de los frágiles acuerdos para las elecciones de julio de 2024.

El gobierno de Maduro obtuvo una victoria electoral clave en diciembre de 2023 en el marco del referéndum nacional por la soberanía del Esequibo (Región del Escudo guayanés con una extensión de 159 542 km² que administra la  la República


Cooperativa de Guyana como propio, pero cuya soberanía es reclamada por la República Bolivariana de Venezuela basándose en el Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966).

Aunque el “sí” iba a ganar inevitablemente, el oficialismo tenía el objetivo de lograr una notable movilización en comparación a la mostrada en las legislativas del año 2020, en las que apenas se alcanzó un 30% de participación –en torno a seis millones de ciudadanos– tras el rechazo de buena parte de la oposición antichavista a participar. En efecto, la consulta por el Esequibo superó los diez millones de sufragios, cifra que representa al 51% del censo total.

Fuente: Agencia Others News de Roma.

 

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