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jueves, 5 de septiembre de 2024

RUIDO DE SABLES -- POR MARTIN POBLETE PUJOL

"Dónde iremos a llegar con Alessandri y sus locuras (Orrego Luco: La Viuda de Apablaza, primer acto)."

Hace cien años, un siglo, el 2 de septiembre de 1924, un grupo de oficiales jóvenes del Ejército de grados entre tenientes y mayores, asistió a la sesión del Senado chileno en la cual se discutía la Dieta parlamentaria, se ubicaron en las tribunas, cuando la sesión no tuvo el desarrollo esperado por ellos, manifestaron su desagrado golpeando con los sables en sus altas botas de cuero, de ahí viene la expresión "ruido de sables", posteriormente usada para indicar expresiones de inquietud política en las Fuerzas Armadas.

Detrás de la manifestación en las tribunas del Senado, emergió la figura del Mayor (pronto sería ascendido a Coronel) Carlos Ibañez del Campo, desde 1921 Director de la Escuela de Caballería; a su lado, ayudantes y confidentes, el Capitán Oscar Fenner Marín, redactor de la mayoría de los documentos en apoyo a las ideas planteadas por Ibañez; y el Teniente Alejandro Lazo, aquel de la frase, autorizada por Ibañez: "No hemos venido a pedir, hemos venido a exigir".  Político cauteloso, juega sus cartas sólo cuando está plenamente convencido de la oportunidad; Arturo Alessandri no lo estimaba, pero sabía que no podía prescindir de ese militar de pocas palabras, siempre inevitable, por eso en el segundo tiempo de su gobierno lo llama a integrar el Gabinete en el cargo de Ministro de Guerra.   El estilo y liderazgo político y social de ambos protagonistas del acontecer, llevó al Profesor Mario Góngora a describir esos años como "el tiempo de los caudillos".


El incidente del "ruido de sables" venía precedido por el creciente desprestigio de los políticos y los partidos, alentado por el descontento ante las maniobras parlamentaristas, cuyo fin era impedir el despacho de los proyectos de ley relacionados con las políticas sociales del Presidente Arturo Alessandri.   En los díez días siguientes, se sucedieron acontecimientos en muchos casos de rasgos revolucionarios, tres le dieron un pulso singular a la situación: 1) Desintegración y fracaso terminal del experimento parlamentarista; 2) Irrupción de los militares en política, marcada por la preeminencia del ya Coronel Carlos Ibañez del Campo; 3) Salida del país, con permiso por seis meses, del Presidente Arturo Alessandri.

Cuales eran esas leyes, postergadas, alguien dijo taponeadas, en el Senado por la contumacia de la oligarquía?  Aquí van:
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Ley 4503.  Regulación del contrato de trabajo, y del desahucio para ponerle término con acuerdo de las partes.  Estableció la jornada de ocho horas y el pago del salario en dinero efectivo en la faena; nunca en tiendas, almacenes y/o pulperías.  Creó la Dirección del Trabajo y las Inspecciones  pertinentes.
Ley 4054.  Estableció el Seguro Obligatorio.  Cobertura de enfermedades, invalidez, vejez, y accidentes de trabajo.  Se financiaba con imposiciones de trabajadores y patrones, administración entregada a la Caja de Seguro Obrero.
Ley 4055.  Estableció, de cargo patronal, la indemnización por accidentes del trabajo, así como también la obligatoriedad del seguro de accidentes del trabajo.
Ley 4056.  Reguló en detalle los conflictos del trabajo:  el "pliego", petitorio, de los asalariados; la conciliación, el arbitraje, la huelga y el lock-out.
Ley 4057.  Reconoció jurídica y legalmente a los sindicatos y organizaciones de trabajadores.
Ley 4058.  Estableció las cooperativas.
Ley 4059.  Formulaba normas previsionales para los desde entonces llamados "empleados particulares", a diferencia de los obreros cubiertos en la Ley 4054.  Posteriormente dio origen a la Caja de Empleados Particulares.

Una vuelta a la manivela de la moviola, estamos en el Siglo XXI.  Cualesquier parecido con el presente desprestigio de los partidos políticos, y el atascamiento de legislación en el Congreso, podría no ser, necesariamente, coincidencia. 

Para los curiosos, hay abundante bibliografía, en su mayoría títulos solamente disponibles en bibliotecas universitarias y en la Biblioteca Nacional; de todas maneras, aquí van algunas sugerencias.
Sobre el Presidente Arturo Alessandri Palma.   La biografía, totalmente carente de sentido crítico, del novelista Luis Durand: Don Arturo.  En la vereda del frente, el importante trabajo del historiador Ricardo Donoso:  Alessandri.  Agitador y Demoledor (2 tomos).   De fecha más próxima, la colección Siete Ensayos Sobre Arturo Alessandri, dirigida por Claudio Orrego Vicuña.

Sobre el Presidente General Carlos Ibañez del Campo.  Los historiadores que han incluído en sus obras estudios detallados de su persona, tienden a considerarlo un caudillo a secas, sin flecos; en esto coinciden Alberto Edwards Vives, Francisco Antonio Encina, Mario Góngora y Gonzalo Vial.  Los autores de biografías, en cambio, califican;  Alejandro Vergara Vicuña tituló: Ibañez.  César Criollo.  Alejandro Magnet: Ibañez.  Caudillo Enigmático.  En trabajo de reciente publicación, fácilmente obtenible en librerías, Enrique Brahm:  Ibañez. Caudillo Revolucionario.      

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