Si la pregunta del titular ocurriese se produciría en Estados Unidos una profunda confusión política, pero entre los republicanos y los demócratas, los más afectados serían estos últimos, según comenta el Diario de las Américas de Miami, Florida (DAM).Y esto se debería a que los demócratas no tienen a ninguna carta nueva y viabvle para derrotar a Trump. Y esto se debería a que los demócratas no tienen a ninguna carta nueva y viabvle para derrotar a Trump.
El conocido periódico latino-estadounidense se hace la iguiente pregunta: ¿qué ocurriría si, por la razón que fuera, uno de los dos candidatos (Biden o Trump) no participara en los comicios? En todo caso las elecciones presidenciales deben celebrarse en noviembre de este año., ya no hay vuelta atrás.
Todo indica que podría ocasionar una inmensa
confusión política. El mayor problema lo tendrían los demócratas, no tienen a
nadie destacable para sustituir a Biden que en noviembre cumplirá 82 años, y de
ganar las elecciones dejaría el cargo a los 86.
Joe Biden suele repetir que es el candidato mejor
cualificado, a pesar de que las encuestas muestran que a los votantes les
afecta mucho su edadecha para atrás su edad, y sus episodios de desorientación
en eventos públicos es otro tema de preocupación.
"¿Qué se supone que tienes que decir? 'Oh,
está bien. Va a hacer un triatlón mañana... En fin. Tiene 81 años",
declara Adam Smith, un influyente congresista demócrata. "Nadie destacable
se ha presentado contra él", reconoce el legislador. "Así que aquí
estamos", prosigue.
En el caso del expresidente Donald Trump se
enfrenta a decenas de años de cárcel en varios casos penales por los juicios
que impulsan los demócratas en un intento de frenar su campaña política. Pero
el republicano no parece dispuesto a dar un paso atrás, sigue dando la batalla
pese a la amenaza de una posible condena antes de las elecciones, algo que se
proponen los demócratas, agrega el diario.
Si Joe Biden o Donald Trump abandonaran la carrera
antes del final de las primarias, la última palabra la tendrían los delegados
de las dos convenciones, es decir, "8.567 personas de las que nunca has
oído hablar", con perfiles muy distintos, explica Elaine Kamarck,
investigadora del Brookings Institute, en una nota reciente.
Los demócratas vivieron un situación más o menos
comparable el 31 de marzo de 1968, cuando el presidente Lyndon B. Johnson
anunció públicamente que no se presentaría a un segundo mandato, en plena
guerra de Vietnam.
En cualquier caso el resultado de las convenciones
(la republicana tendrá lugar del 15 al 18 de julio y la demócrata del 19 al 22
de agosto) se conoce de antemano debido a que cada estado ha celebrado
primarias.
Si Joe Biden o Donald Trump se retiraran antes del
verano boreal, "sería el tipo de convención en la que todos los golpes
están permitidos", predice Elaine Kamarck.
¿Y si le ocurre algo al candidato nominado entre la
convención y las elecciones? En ese caso el "comité nacional" de cada
partido celebraría una sesión extraordinaria para designar al candidato.
Entre los republicanos, el partido está en proceso
de remodelación y Donald Trump ha sugerido colocar a su nuera Lara en su equipo
directivo, lo que daría al bando de Trump un enorme peso en la elección de un
posible sustituto.
¿Quién?
Esta es la pregunta más abierta.
Ninguna norma establece que el compañero de fórmula
reemplace automáticamente al candidato en ejercicio.
Joe Biden ya ha designado a la vicepresidenta
Kamala Harris (con bajos índices de popularidad) para hacer campaña con él,
pero Donald Trump aún no ha hecho oficial su elección.
Entre los demócratas, Kamala Harris, la primera
mujer y afroestadounidense en el cargo, podría tener que enfrentarse a otras
personalidades como los gobernadores Gretchen Whitmer, Josh Shapiro y Gavin
Newsom, este último con la sombra de su pésima gestión en California.
Del lado republicano, "el panel es más
pequeño", explica Hans Noel, profesor de ciencias políticas de la
Universidad de Georgetown, porque las primarias, dominadas por Donald Trump,
han dejado huella, según su juicio.
Menciona los fuertes ataques del expresidente
contra el gobernador de Florida Ron DeSantis, que ya se retiró de la contienda,
o contra la exembajadora ante la ONU Nikki Haley, odiada por muchos trumpistas,
que todavía resiste.
"Nikki Haley podría haber estado bien
posicionada antes, pero ahora a cualquiera a quien le guste Trump no le gustará
ella", dijo.
DeSantis, reconocido por la buena gestión de su
administración en Florida, respalda la candidatura de Trump. Los ataques entre
Haley y Trump, han aumentado. Ella tiene como punto de ataque la edad del
expresidente.
¿Y un independiente?
Finalmente, queda un último escenario: la aparición
de un candidato independiente.
Pero hasta ahora ningún candidato independiente, ni
siquiera uno relativamente popular, ha representado realmente un peligro para
el sistema bipartidista.
En 1992, el empresario texano Ross Perot, candidato independiente, había obtenido, por ejemplo, el 19% del voto popular, pero no pudo conseguir ninguno de los votos que realmente cuentan: los de los 538 electores que, estado por estado, determinan el resultado de la votación.
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