Columna de psicología familiar y social
¿QUÉ CONSECUENCIAS
TIENE EL DESARROLLO DE UN PAÍS EN EL AMOR?
Por Jessika Krohne
La universidad de Harvard publicó un estudio hace poco tiempo que se
denomina: “Schooling can`t buy my love”, donde se analizan las dificultades que
tienen las mujeres con altos grados académicos en América Latina para casarse.
Eso se debe según este estudio a que en esta región, el hombre aún le atribuye
el rol de madre y dueña de casa a la mujer y le cuesta asumir ese rol o
compartirlo con la mujer.
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De alguna manera se puede concluir que la mujer se ha desarrollado más rápido que el hombre asumiendo otros roles y el hombre todavía se siente responsable y le acomoda el rol de ser el proveedor único o principal de un grupo familiar.
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Si él es el proveedor principal se puede sentir más “libre” de no colaborar en la casa, así podría pensar un hombre. Claramente si una mujer tiene más estudios, hay menos probabilidad que se quede en casa. Cuando los dos trabajan fuera del hogar y el hombre no asume su participación en los quehaceres de la casa se produce un desequilibrio natural dentro de un grupo familiar. Eso puede traer, estrés, peleas, malos entendidos y una vida de pareja que se va deteriorando.
Estas dificultades no ocurren en los países desarrollados donde los hombres han evolucionado un poco más en sus pensamientos y asumen que tienen que ayudar en la casa. Los quehaceres de la casa son compartidos. Si los niños realizan una actividad en la tarde ambos padres se sienten responsables de organizar sus reuniones en sus trabajos respectivos para poder llevar al hijo a esa actividad. Eso no ocurre en nuestro país donde solamente la mujer toma este tipo de responsabilidad. El hombre se desentiende de ese rol. Eso hace que finalmente la mujer tiene que dejar de trabajar, ya que no puede coordinar las labores de la casa con los del trabajo. Muchas mujeres se terminan frustrando y eso también puede llevar a una crisis en la pareja.
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En los países modernos el hecho de que una mujer tenga más estudios es un plus, ya que pueden progresar más en el ámbito económico y además los dos se pueden desarrollar y realizar como personas. Ahí está claro que ambos tienen que aportar económicamente en el hogar. Eso también es distinto en nuestro país. Muchas veces ambos trabajan, pero la mujer tiene la convicción de que lo que gana él es para el hogar mientras que el sueldo de ella es para sus gastos personales sin sentirse responsables de los gastos del hogar. Eso tampoco es correcto, ya que se le otorga toda la presión de la economía familiar al hombre lo que también a la larga puede llevar a una fuerte crisis de pareja.
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En Chile estamos lejos de ver al matrimonio como una “sociedad” como ocurre por ejemplo en Estados unidos, ya que los hombres todavía tienen el pensamiento de que los hijos están mejor si la mujer está en la casa y las estadísticas dicen que las mujeres casadas son las que menos son activas laboralmente. Eso genera una contradicción, ya que las mujeres cada vez se están incorporando más fuerte a la universidad.
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Los países que se van desarrollando más económicamente es inevitable que la mujer ingrese a la universidad y se quiera desarrollar intelectualmente.
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En resumen, vivimos en una crisis social y mientras el hombre no se haya adaptado a este cambio en la sociedad vamos a vivir un tremendo desequilibrio lo que va a llevar a tener menos casamientos en nuestro país, ya que el hombre “arranca” de esta mujer profesional y la mujer no está dispuesta a sacrificar sus estudios y su trabajo y menos por quedarse en casa para formar una familia.
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De alguna manera se puede concluir que la mujer se ha desarrollado más rápido que el hombre asumiendo otros roles y el hombre todavía se siente responsable y le acomoda el rol de ser el proveedor único o principal de un grupo familiar.
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Si él es el proveedor principal se puede sentir más “libre” de no colaborar en la casa, así podría pensar un hombre. Claramente si una mujer tiene más estudios, hay menos probabilidad que se quede en casa. Cuando los dos trabajan fuera del hogar y el hombre no asume su participación en los quehaceres de la casa se produce un desequilibrio natural dentro de un grupo familiar. Eso puede traer, estrés, peleas, malos entendidos y una vida de pareja que se va deteriorando.
Estas dificultades no ocurren en los países desarrollados donde los hombres han evolucionado un poco más en sus pensamientos y asumen que tienen que ayudar en la casa. Los quehaceres de la casa son compartidos. Si los niños realizan una actividad en la tarde ambos padres se sienten responsables de organizar sus reuniones en sus trabajos respectivos para poder llevar al hijo a esa actividad. Eso no ocurre en nuestro país donde solamente la mujer toma este tipo de responsabilidad. El hombre se desentiende de ese rol. Eso hace que finalmente la mujer tiene que dejar de trabajar, ya que no puede coordinar las labores de la casa con los del trabajo. Muchas mujeres se terminan frustrando y eso también puede llevar a una crisis en la pareja.
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En los países modernos el hecho de que una mujer tenga más estudios es un plus, ya que pueden progresar más en el ámbito económico y además los dos se pueden desarrollar y realizar como personas. Ahí está claro que ambos tienen que aportar económicamente en el hogar. Eso también es distinto en nuestro país. Muchas veces ambos trabajan, pero la mujer tiene la convicción de que lo que gana él es para el hogar mientras que el sueldo de ella es para sus gastos personales sin sentirse responsables de los gastos del hogar. Eso tampoco es correcto, ya que se le otorga toda la presión de la economía familiar al hombre lo que también a la larga puede llevar a una fuerte crisis de pareja.
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En Chile estamos lejos de ver al matrimonio como una “sociedad” como ocurre por ejemplo en Estados unidos, ya que los hombres todavía tienen el pensamiento de que los hijos están mejor si la mujer está en la casa y las estadísticas dicen que las mujeres casadas son las que menos son activas laboralmente. Eso genera una contradicción, ya que las mujeres cada vez se están incorporando más fuerte a la universidad.
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Los países que se van desarrollando más económicamente es inevitable que la mujer ingrese a la universidad y se quiera desarrollar intelectualmente.
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En resumen, vivimos en una crisis social y mientras el hombre no se haya adaptado a este cambio en la sociedad vamos a vivir un tremendo desequilibrio lo que va a llevar a tener menos casamientos en nuestro país, ya que el hombre “arranca” de esta mujer profesional y la mujer no está dispuesta a sacrificar sus estudios y su trabajo y menos por quedarse en casa para formar una familia.
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