Economía
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La economía mundial crecerá este año un 3,5%, cuatro décimas por encima del ritmo de crecimiento con el que acabó 2016, según la proyección que ha publicado este martes el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esto supone una leve mejora (+0,1) sobre la proyección que realizó el organismo hace cuatro meses y cambia la tendencia respecto a los años anteriores en que cada previsión suponía una rebaja. Libia sera la economía que más mejorará su PIB, un 53,7%, muy por encima del segundo país que más crecerá según el FMI: Etiopía al 7,5%. España, que crecerá un 2,6%, se queda en el puesto 115 de un total de 191 Estados.
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FMI PRONOSTICA UN CRECIMIENTO MUNDIAL DE 3,5% EN 2017
América Latina avanzará a un ritmo mucho más lento: que Europa este ejercicio (un 1,1%) y al mismo en 2018 (2%)
La economía mundial crecerá este año un 3,5%, cuatro décimas por encima del ritmo de crecimiento con el que acabó 2016, según la proyección que ha publicado este martes el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esto supone una leve mejora (+0,1) sobre la proyección que realizó el organismo hace cuatro meses y cambia la tendencia respecto a los años anteriores en que cada previsión suponía una rebaja. Libia sera la economía que más mejorará su PIB, un 53,7%, muy por encima del segundo país que más crecerá según el FMI: Etiopía al 7,5%. España, que crecerá un 2,6%, se queda en el puesto 115 de un total de 191 Estados.
Por regiones, los pronósticos del FMI revelan un crecimiento económico desigual: Europa avanzará un 2% interanual en los dos próximos años, similar al ritmo de América del Norte (2,2% en 2017 y 2,4% en 2018). En cambio, las economías emergentes crecerán al 4,5% y 4,8% en 2017 y 2018, respectivamente. Asimismo, en Asia el crecimiento será de más del doble que en las principales economías (5,5% en 2017 y 5,4% en 2018), mientras que América Latina avanzará a un ritmo más lento que Europa este ejercicio (un 1,1%) y al mismo en 2018 (2%).
Entre las grandes economías desarrolladas, las que más van a crecer en 2017 según el pronóstico del FMI son España, Estados Unidos y Reino Unido. La expansión alcanzará el 2,6% en España en 2017, lo que supone una mejora de tres décimas respecto a la última estimación, del pasado enero, pero supone un frenazo en comparación con el avance del 3,2% registrado en 2016. La ralentización se agravará en 2018, cuando el Fondo espera que el crecimiento se reduzca al 2,1%, lo mismo que en el último cálculo.
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En el caso de EE UU, la proyección de crecimiento del FMI es del 2,2% para 2017 y del 2,4% en 2018. Esto supone una tendencia alcista para la economía estadounidense, que en principio no acusará las nuevas políticas de Donald Trump. Con Reino Unido sorprende también el alza del 2% previsto para 2017, dos décimas por encima del crecimiento registrado en 2016. Los efectos del Brexit, según el FMI, sí se notarán en 2018, cuando la mejora económica se reducirá al 1,5%.
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Además, la proyección de crecimiento económico mundial para 2018 es del 3,6%, una décima por encima que la previsión de este ejercicio. A pesar de ello, existe la preocupación por el tímido avance de las economías desarrolladas y por la ralentización de China, que crecerá un 6,6% y un 6,2% en 2017 y 2018, respectivamente, una y dos décimas por encima de la última estimación.
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Venezuela y la inflación
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La grave crisis que golpea Venezuela tiene que ver con la tendencia hiperinflacionista que vive el país. Esto provoca que no consiga dejar atrás la recesión en la que está inmerso. En 2016 la economía decreció un 18% y el Fondo prevé que se deje un 7,4% este año y un 4,1% en 2018.
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Asimismo, el camino inflacionista no tiene vuelta atrás por el momento y hace que se multiplique cada año el precio de los productos. La previsión del FMI es que los precios se multiplicarán por ocho en 2017 (una subida del 720,5%) y volverán a multiplicarse por más de 21 en 2018 (una inflación del 2.068,5%), lo que significa que el nivel de precios se multiplicaría por casi 178 en dos años. Es decir: el equivalente a una subida de precios del 17.692% en solo dos ejercicios.
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La economía mundial cobra impulso, por ahora
Análisis de Maurice Obstfeld (FMI)
La economía mundial
ha cobrado impulso desde mediados del año pasado, lo cual nos permite
reafirmar, como habíamos pronosticado, que este año y el próximo el crecimiento
mundial será mayor. Nuestras proyecciones indican
que la economía mundial crecerá a un ritmo de 3,5% en 2017, lo cual representa
un aumento frente al 3,1% del año pasado, y 3,6% en 2018. La aceleración tendrá
amplio alcance y abarcará economías avanzadas, emergentes y de bajo ingreso,
sobre la base de los avances que ya hemos observado tanto en la manufactura
como en el comercio internacional.
Nuestra proyección
para 2017 indica un crecimiento ligeramente superior al que habíamos previsto
en nuestra última actualización. Esta mejora es atribuible fundamentalmente a
las novedades económicas favorables para Europa y Asia, y dentro de Asia, en particular
China y Japón.
Pese a estos signos
positivos, muchos otros países seguirán bregando este año con tasas de
crecimiento considerablemente inferiores a las registradas en el pasado. Los
precios de las materias primas se han afianzado desde principios de 2016 pero
siguen en niveles bajos, por lo cual muchos países exportadores de materias
primas, en especial en Oriente Medio, África y América Latina, continúan
estando bajo presión. Al mismo tiempo, ante la conjunción de condiciones
meteorológicas adversas y disturbios civiles se cierne el peligro de hambrunas
en varios países de bajo ingreso. En África subsahariana, el crecimiento del
ingreso podría ser ligeramente menor que el crecimiento demográfico, pero
definitivamente no en la misma medida que el año pasado.
El contexto político
y la incertidumbre en torno a las políticas económicas
Persiste el
interrogante de si podrá mantenerse el impulso actual. Se presentan
posibilidades claras de una evolución positiva. En las economías avanzadas, la
confianza de los consumidores y las empresas podría seguir mejorando, aunque
los indicadores de confianza ya muestran niveles relativamente elevados. Por el
otro lado, la economía mundial aún enfrenta vientos en contra. Por una parte,
el crecimiento tendencial de la productividad sigue siendo limitado en toda la
economía mundial, debido a razones complejas que hemos analizado en un estudio reciente y
que probablemente persistan durante cierto tiempo. Asimismo, varios riesgos
importantes amenazan nuestro pronóstico de base.
Por un lado está la
incertidumbre en torno a las políticas macroeconómicas en las dos mayores
economías mundiales. La Reserva Federal de Estados Unidos ha iniciado el
proceso de normalización monetaria y es posible que pronto comience a
redimensionar su balance. Debido a que la recuperación en Estados Unidos ha
sido más rápida, la Reserva Federal se adelantó al Banco Central Europeo y el
Banco de Japón, para los que aún no se prevén aumentos inminentes de las tasas
de interés. Sin embargo, al mismo tiempo aún parecería que la política fiscal
estadounidense será más expansiva en los próximos dos años. Si el grado
de capacidad ociosa remanente en la economía estadounidense es pequeño, existe
la posibilidad de inflación y de un aumento de las tasas de interés más rápido
que el previsto, lo cual podría provocar una brusca apreciación del dólar y
podría generar dificultades para las economías de mercados emergentes y en desarrollo,
sobre todo aquellas economías cuya moneda está vinculada al dólar o que tienen
fuertes pasivos en dólares. En China continúa un beneficioso proceso de
reequilibramiento, que se observa en la redución del superávit en cuenta
corriente y el aumento de los servicios como proporción del PIB; con todo, el
crecimiento ha seguido apoyándose en un aumento del crédito interno tan rápido
que podría causar problemas de estabilidad financiera más adelante. A su vez,
estos problemas podrían propagarse a otros países.
Más allá de la
incertidumbre coyuntural en torno a las políticas, una amenaza concreta
proviene de la expansión en las economías avanzadas de movimientos políticos
internos escépticos con respecto a la integración económica internacional,
independientemente de que la integración se promueva a través de sistemas
multilaterales basados en reglas para la conducción del comercio internacional,
de acuerdos regionales de mayor alcance, como la zona del euro y la Unión
Europea, o de normas acordadas internacionalmente para la regulación
financiera. Un repliegue general del multilateralismo podría provocar heridas
autoinfligidas; por ejemplo, el proteccionismo generalizado o una competencia
por quién reduce más la supervisión financiera, en una pugna de todos contra
todos de la que quizá todos podrían salir perdiendo.
¿Ya pasó el peligro?
La economía mundial
puede estar cobrando impulso, pero no podemos estar seguros de que haya pasado
el peligro. ¿Qué pueden hacer los países para resguardar y estimular la recuperación
mundial?
No hay una receta
universal sobre las políticas que los diferentes países pueden tomar en
diferentes coyunturas. En general las presiones deflacionarias se han atenuado,
pero debe mantenerse una orientación monetaria acomodaticia en los casos en que
la inflación se sitúa persistentemente por debajo de los niveles fijados como
meta. La aplicación de medidas fiscales favorables al crecimiento, en especial
en los casos en que se dispone de espacio fiscal, puede apuntalar la demanda en
las economías que aún lo necesitan y contribuir a aumentar la oferta y reducir
los desequilibrios externos. En todos los países existen oportunidades para
realizar reformas estructurales que eleven el producto potencial y creen mayor
resistencia a shocks, si bien las prioridades específicas de reforma son
diferentes para cada economía.
Para evitar el daño
que acarrarían las posibles medidas proteccionistas se requerirá un renovado
compromiso multilateral para respaldar el comercio, conjugado con iniciativas a
escala nacional que ayuden a los trabajadores perjudicados por una serie de
transformaciones económicas estructurales, incluidas las relacionadas con el
comercio. El comercio ha sido un motor del crecimiento, que ha permitido elevar
extraordinariamente el ingreso per cápita y reducir la pobreza en todo el
mundo, especialmente en los países más pobres. Pero sus beneficios no siempre
se han repartido equitativamente dentro de cada país, y el respaldo político al
comercio externo seguirá debilitándose a menos que los gobiernos tomen medidas
para invertir en su fuerza de trabajo y contribuyan al ajuste ante los
trastornos que se produzcan. En otro de nuestros estudios recientes,
en coautoría con el Banco Mundial y la Organización Internacional del Comercio,
analizamos los posibles enfoques de política económica. Es importante destacar
que estas medidas no solo deben respaldar el comercio sino también facilitar el
ajuste ante una serie de cambios estructurales, entre ellos los derivados del
rápido cambio tecnológico. También pueden elevar el producto potencial.
La cooperación
internacional es clave
A escala
internacional, el crecimiento y la estabilidad dependen de la colaboración
multilateral para superar una variedad de problemas que trascienden las
fronteras nacionales, y que se derivan no solo del comercio. Los retos son
variados: supervisión financiera, elusión de impuestos, cuestiones climáticas,
enfermedades, política sobre refugiados y socorro ante el hambre. La historia
muestra que se logran mejores resultados abordando la interdependencia mediante
la cooperación y la inclusión en lugar de negar los problemas. Sin embargo, a
las autoridades nacionales les toca el trabajo duro de asegurar que los
beneficios que conlleva la interdependencia, que son sustanciales, se
distribuyan de manera amplia.
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