El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibió este miércoles en la Casa Blanca al primer ministro sueco, Ulf Kristersson, ocasión en la que dio todo su apoyo al ingreso de Suecia a la OTAN.

Los líderes de la OTAN se reunirán los próximos 11 y 12 de julio en Vilna (Lituania) pero Turquía y Hungría todavía mantienen el veto al acceso de Suecia, que pidió hace un año entrar junto a Finlandia en el club transatlántico.

Al inicio de su reunión en el Despacho Oval, Biden declaró que Suecia es “un amigo y socio valioso” y dijo que está “esperando a que forme parte” de la OTAN.

“Es muy importante”, respondió ante las preguntas sobre la trascendencia de la adhesión sueca.

Por su parte, Kristersson agradeció “la amable invitación” de Biden a la Casa Blanca así como su “fuerte apoyo a la adhesión de Suecia a la OTAN”, una alianza a la que Estolcolmo tiene “cosas que aportar”, dijo.

Mientras que Finlandia se convirtió en el miembro número 31 en abril pasado, la solicitud de adhesión de Suecia ha sido bloqueada por Turquía y Hungría.

Turquía acusa a Suecia de tener una postura demasiado laxa con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una guerrilla que dio inicio en 1984 a una lucha armada contra el Estado turco para exigir más autonomía para los kurdos y que está considerada como un grupo terrorista por Turquía, Suecia, la Unión Europea y Estados Unidos.

Además, en los últimos días, Turquía ha expresado preocupación por la quema hace una semana de un ejemplar del Corán delante de una mezquita en Estocolmo.

El ingreso de Suecia y Finlandia en la OTAN no solo beneficia a ambos países. La Alianza se consolida en el Báltico y el Ártico con dos ejércitos potentes y bien dotados, incluidos los submarinos suecos o la ciberdefensa finlandesa, y tendría una frontera más extensa y más información sobre Rusia.

La ampliación de la alianza militar europeo-estadounidense, hacia el este de Europa desempeña un papel fundamental en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Vladimir Putin ha sacado a relucir en repetidas ocasiones el tema de la OTAN en relación con Ucrania. Según este, la Alianza Atlántica debería revocar oficialmente su invitación de adhesión a Ucrania y Georgia, pues el avance de la organización hacia el este era una de las líneas rojas marcadas por el presidente ruso.

Rusia considera a Ucrania una parte importante de su esfera de influencia y en eso ha basado su invasión. Al igual que Bielorrusia, Ucrania no solo tiene una importancia geopolítica para Rusia como Estado tapón frente a Occidente, sino que también se la considera un importante aliado cultural e histórico.

Si bien la solicitud de ingreso a la alianza de Ucrania se remonta a 2008 y es poco probable que la adhesión se produzca a corto plazo, el contexto más amplio de expansión del tratado hacia el este ha sido interpretado como una afrenta por parte de Vladimir Putin durante mucho tiempo. En diciembre, en su conferencia de prensa anual de fin de año advirtió que cualquier movimiento de la OTAN hacia el este era “inaceptable”.

La «política de puertas abiertas» de la OTAN, que se basa en el artículo 10 del Tratado de Washington y que establece que la adhesión está abierta a cualquier «Estado europeo que esté en condiciones de promover los principios de este Tratado y de contribuir a la seguridad del área del Atlántico Norte», no excluye la oportunidad de que cualquiera de estos Estados se incorpore a la alianza. Sin embargo, estas decisiones dependen de la voluntad soberana de estos Estados.

Finlandia ya ingresó wn abril a la alianza y ahoraespera hacerlo también Suecia. El apoyo de Estados Unidos ya está y así lo demostró hoy la reunión en la Casa Blanca entre el presidente de EE UU Joe Biden y el al primer ministro sueco, Ulf Kristersson.

La historia de la OTAN

Aunque en un primer momento era sobre todo una organización política, la guerra de Corea hizo que se planteara como una coalición permanente con una estructura militar. La existencia de la OTAN adquirió su pleno significado en un mundo dominado por la Guerra Fría entre dos potencias opuestas con sistemas políticos y económicos rivales -Washington y Moscú- que se repartían sin disimulos sus correspondientes zonas de influencia. El enemigo estaba claro. De hecho, la Unión Soviética (URSS) creó, como respuesta al nacimiento de la OTAN, el Pacto de Varsovia en 1955.

El derrumbamiento de la URSS y la emergencia de nuevas amenazas como el terrorismo internacional tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en EEUU hicieron que los viejos dogmas sobre los que se había creado la Alianza se tambalearan. Desde entonces la OTAN ha debido adaptarse a unos nuevos tiempos en los que los enemigos se multiplican e incluso mutan.

Según una frase célebre el primer secretario de la Alianza, Hasting Ismay, realizada en 1952, el sentido de la asociación militar era tener a «Rusia fuera, EE UU dentro y a Alemania debajo». Tras la invasión de Rusia de la península de Crimea (Ucrania) en el año 2014, en respuesta por las sucesivas ampliaciones de la OTAN desde 1997 a los países del Este y las Repúblicas Bálticas, vuelve a recobrar sentido tener a Rusia fuera, aunque precisamente ahora lo que se pide a Alemania (y por extensión al resto de los países europeos) es un papel más activo y un reparto del gasto militar más justo.