Por Felipe De La Parra
Por esas cosas de la vida y la causalidad jungiana, sesenta y tres años después, en la actualidad, el 25 de septiembre, el país cultural tuvo un terremoto de iguales magnitudes en el Teatro Regional Cervantes de Valdivia. Los vecinos y vecinas, los invisibles de siempre, estrenaban a tablero vuelto un extracto de la obra icónica de Isidora Aguirre con la musicalización de Francisco Flores del Campo. Y lo hacían de manera profesional, con el rigor del canto y la actuación, con una orquesta de primer nivel, con un vestuario colorido, un sombrerero de alta alcurnia y una escenografía moderna, que rescataba la original.
La Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Valdivia, bajo la dirección teatral de Eugenia Fernández y con el concurso de las y los dirigentes vecinales, montaron un sueño que hizo que Isidora Aguirre resucitará en el mundo que más amaba: su pueblo.
La misma “Nené” Aguirre que se la jugó desde los primeros días de la dictadura, poniendo su casa a disposición para reuniones clandestinas de los comunistas, socialistas, mapucistas y miristas. Por su departamento, en la calle Rengo de Ñuñoa, pasaron connotados dirigentes políticos -talvez, los más buscados- por los aparatos represivos del régimen militar. Por esos días escribía con rebeldía su “¡Lautaro! Epopeya del Pueblo Mapuche”, estrenada recién en 1982.
Cuando terminó la presentación, el Teatro Cervantes de Valdivia explotó en ovaciones. La gente lloraba desde la alcaldesa y el Gobernador, todas y todos de pie celebraban emocionados. La prensa valdiviana y el canal de televisión municipal fueron los únicos que dieron cuenta de este terremoto.
Lo triste de esta historia es que este sismo artístico, de la más alta consideración, tuvo la mudez de los grandes medios de comunicación, del “mainstream” de la farándula nacional. La soberbia del menosprecio a lo popular pareciera importar más que un portonazo que, aunque vienen a la baja, fueran más noticia que la alegría y la lucha territorial de las floristas de la Aguirre.
Este ejemplo, podría sumarse al de la intérprete chilota Pastora Alfonsina y su banda, que triunfó en el Festival chileno-argentino de la Patagonia, y que ha renovado la expresión musical de la isla, sin renunciar a los orígenes del cantar isleño. Sin embargo, este valioso logro no existe en nuestros medios de comunicación tradicionales y nacionales.
Lo mismo habría que decir del Teatro El Riel que estrena sus obras en los sectores populares con convocatorias de muchos asistentes y sin noticias en la prensa.
Lo mismo qué pasó con los miles de actos poéticos, obras de teatro, exposiciones, conversatorios, lanzamientos de libros, festivales de canto en la Conmemoración por los 50 años del Golpe.
La voz oficial dice que se invertirá en más infraestructura, iniciando obras en al menos nueve comunas apartadas de los centros urbanos tradicionales, como Puqueldon, Lonquimay, Saavedra, El Carmen, Petorca, entre otras…dando énfasis en las bibliotecas públicas, mejorando los museos para que puedan abrir sus puertas de lunes a domingo. Gran cosa. Nueve comunas versus 345…Poca cosa.
(*) Felipe de la Parra, periodista, poeta, director de Entramacultural.cl
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