Por Miguel Á. Gayo Macías

En muchos lugares del mundo donde se desencadenaron hechos dramáticos que cambiaron la historia suele haber una placa o estatua. En la primera planta del infame mercado de Wuhan, donde empezó a cambiar el mundo hace un año, todo lo que quedan son tiendas vacías y pasillos que huelen a desinfectante. En la segunda planta, solo hay algunos puestos de baratijas y gafas de sol. El virus que partió justamente allí ha contagiado a casi 82 millones de seres humanos y ha matado a 1,7 millones en todo el mundo.

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