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miércoles, 4 de agosto de 2010

Página Editorial Latinoamericana

Diario "La Razón" de la Paz, Bolivia

Surco, ¿le creemos?

El senador tuvo la entereza de reconocer lo obvio: que estaba alcoholizado a las 10 am

Primero fue el ex ministro de Aguas Abel Mamani, removido de su cargo tras ser sorprendido por una lente fotográfica con su asesora legal en la fuente italiana de Trevi. Luego, Félix Patzi quien, próximo a llegar a la Gobernación de La Paz, tropezó con la mala costumbre (o la enfermedad) del alcohol y, así, el mundo se le vino encima. Ahora le tocó el turno a un senador y alto dirigente del MAS, Fidel Surco.

Las vueltas que da la vida: es el mismo Surco que cuestionó a Patzi cuando éste chocó su vehículo en estado de ebriedad. Y su caso se asemeja al de Mamani, en sentido de que ambos lideraron grupos sociales importantes en la estructura orgánica del partido en función de gobierno: el primero en El Alto y el segundo entre los colonizadores del país.

Surco, como representante de la ciudadanía en la Asamblea Legislativa Plurinacional, dio un mal ejemplo que no puede ser perdonado, especialmente si se toma en cuenta la actitud asumida por el MAS con Mamani y Patzi.

La aclaración, a manera de justificativo, de que no conducía el vehículo que colisionó el martes en El Alto o que no le tocaba trabajar ese día, ¿lo exculpa de responsabilidad? ¿Cómo salva la imagen deplorable que recorrió el país y que lo muestra fotografiado mientras dormía, chocándose cabeza a cabeza con otra persona, en oficinas policiales? También negó que haya recibido un trato preferencial en Tránsito. ¿Le creemos?

El senador tuvo la entereza de reconocer lo obvio, que estaba alcoholizado a las diez de la mañana. Si bien en la conferencia de prensa de ayer, lejos de la humildad y el arrepentimiento sentido que se esperaba, volvió a mostrar una actitud desdeñosa, se debe ponderar que, como fuera, dio la cara.

Los primeros análisis que van saliendo a la luz pública señalan una supuesta crisis interna del MAS. Si fuera así, será una crisis moral o de valores. En días pasados, aunque refiriéndose a otro tema, el vicepresidente Álvaro García reconoció que “hay problemas en el instrumento, los arrastramos de años. Tiene que haber una reideologización para dejar de lado las pugnas personales y por cargos…”.

Ayer, mientras los parlamentarios pedían la renuncia de Surco, el Vicepresidente dijo que “no hay privilegios para nadie”. El senador, ¿pagará el mismo costo político que Patzi? Por lo pronto, el MAS tendrá que frenar la tendencia de algunos de sus miembros a emborracharse de poder.


Diario "El Universal" de Ciudad de México

Las drogas ya no son tabú

Apenas hace un año el gobierno federal de México y el PAN (Partido de Acción Nacional) se negaban siquiera a discutir el tema. Los gobiernos del PAN argumentaban que legalizar cualquier droga era “poner en riesgo” la salud y la seguridad de “las familias mexicanas”, como si no existiera educación, variación de dosis, medidas preventivas. Ayer, el presidente Felipe Calderón se encargó de desmontar el dogma: “Es un debate medular que debe darse”.

Algo sucedió que hizo al gobierno federal cambiar la rígida postura de los cuatro años anteriores. ¿Perdió respaldo de la población? Sea cual sea el motivo, es de celebrarse la disposición a revisar la estrategia. Demuestra vocación democrática.

Ahora es tiempo de fijar los términos del debate.

Impulsores y detractores de la despenalización del consumo de droga han de reconocer, de inicio, que el tema es una caja de pandora. Existen muchos factores por tomar en cuenta antes de aceptar o descartar esa alternativa. Hay matices e implicaciones variadas en salud pública, convivencia social, economía, cooperación internacional, entre otros ámbitos.

La circunstancia geográfica, por ejemplo, nos determina. La vecindad con el mayor consumidor de drogas del mundo impone a México una condición insalvable para el éxito del combate al hampa: acciones conjuntas. Una amplia despenalización en México, sin ir de la mano con Estados Unidos, conduciría al país a ser puente en el trasiego de drogas ya no sólo de América Latina sino de otros continentes. No hace falta esperar una decisión federal al norte del río Bravo. Algunos estados en la Unión Americana ya han legalizado drogas. Se puede trabajar con ellos.

Una política antinarcoticos que funcione requiere también de la cooperación de Colombia, el mayor proveedor de los cárteles mexicanos. La despenalización conjunta en esos tres países sería la única forma de hacer efectiva la legalización de las drogas.

Lo importante es que ya se dio el primer paso: el empleo de razones y argumentos, en pluralidad, para definir una política de Estado. Desde hace varios años EL UNIVERSAL había solicitado esta apertura y la búsqueda de alternativas. Celebramos que el Ejecutivo federal lo haga por fin. Hay que esforzarse ahora por mantener el camino trazado.

El presidente Calderón admitió ayer que su gobierno ha sido incapaz de explicar a la sociedad la necesidad de combatir al crimen organizado. El debate que hoy nos ocupa puede ser el inicio de esa comunicación perdida entre autoridades y sociedad. A partir de ahí puede germinar la tan socorrida unión de todos en contra de los narcotraficantes.

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