El estrepitoso ruido de las cacerolas, blandidas por ciudadanos que quieren hacerse oir, llegó a las puertas de la Casa Blanca después de un largo recorrido de décadas, sobre todo por América Latina. Hay quien sostuvo que el cacerolazo o caceroleo fue un invento de los chilenos, pero el origen histórico es, al parecer, bastante más remoto.

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