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martes, 3 de agosto de 2010
Página Editorial Latinoamericana
Diario "La Tercera" de Santiago de Chile
Honduras: bien, pero tarde
El gobierno de Chile ha decidido reconocer a su similar de Honduras, tras el cese de relaciones diplomáticas que provocó el derrocamiento del anterior gobernante de ese país, Manuel Zelaya, a mediados de 2009. Este es un paso positivo y necesario que La Moneda hizo mal en posponer hasta hoy.
El Gobierno de Chile ha decidido reconocer a su similar de Honduras, tras el cese de relaciones diplomáticas que provocó el derrocamiento del anterior gobernante de ese país, Manuel Zelaya, a mediados de 2009.
Este es un paso positivo y necesario que La Moneda hizo mal en posponer hasta hoy. Aunque Chile, correctamente, condenó el golpe contra Zelaya -principal causante, por cierto, de la crisis política que derivó en esa acción-, Honduras ha dado sobradas muestras de su compromiso con la democracia y de su intención de reintegrarse al sistema interamericano: aceptó el Pacto de San José, logrado bajo auspicios internacionales, y luego organizó un proceso eleccionario que fue validado por todos los sectores políticos del país.
Sin embargo, Chile no reconoció al nuevo gobierno, sumándose a la postura de los países del eje bolivariano y Brasil, en un aparente intento por no antagonizar a esos gobiernos. Ello, pese a que la Unión Europea y países como México, EE UU, Colombia, Perú y Canadá reconocieron a las autoridades hondureñas surgidas de una elección legítima.
El canciller chileno ha dicho que, ahora que el gobierno ha recibido el informe de la Comisión de Alto Nivel de la OEA sobre Honduras, nuestro embajador puede retornar a Tegucigalpa. No obstante, las razones para dar ese paso existían desde que el país centroamericano tomó las medidas para superar por la vía democrática, y de cara a la comunidad internacional, su grave crisis política.
Hubiera sido deseable que el gobierno de Chile valorara antes esos esfuerzos, pues al haber esperado hasta ahora es difícil evitar la impresión de que consideraciones erradas de orden táctico pesaron más en su análisis que las convicciones democráticas.
La Tribuna de Tegucigalpa
Negociaciones con el FMI para salir del caos
Comienza la ronda de negociaciones entre el Gabinete Económico y la delegación del FMI con miras a alcanzar un acuerdo “stand by”, de corto plazo. Esta modalidad no sería la misma que el denominado “acuerdo puente” que tuvo la pasada administración. De cierto tiempo para acá el “cuenta costillas” ha sido más flexible. Ofrece, parecido a la variedad de menús que sacan los restaurantes de comidas rápidas para no perder la fidelidad de sus consumidores, distintas opciones al gusto del cliente. Solo le falta incluir un juguete en la “cajita feliz” para hacer la oferta más atractiva. No son como antes de estrictos. Ni siquiera en el cumplimiento de los acuerdos, porque de exigentes que eran se volvieron tolerantes, como recién demostraron con sus clientes anteriores, que utilizaron los fondos de reducción de la pobreza para otros menesteres.
La firma de un acuerdo se ocupa, según explican las autoridades nacionales, para obtener financiamiento de apoyo presupuestario y cerrar la tremenda brecha fiscal, recuperar la confianza de otras instituciones crediticias internacionales, y de la cooperación internacional que, a veces, condicionan los desembolsos a un programa con la institución. El gobierno ya introdujo su primer paquete de ajuste fiscal, orientado a agenciarse ingresos que necesita desesperadamente, ya que los gastos son elevadísimos en relación a las recaudaciones. Hasta el momento, muy poco se ha visto orientado a recuperar la enfermiza producción nacional. La economía no se repone de los efectos del año perdido en conflicto político, del cerco tendido por la comunidad internacional, en medio de la peor recesión mundial de los últimos tiempos.
Sería interesante que esta delegación del FMI explicara ¿por qué la receta que nos quieren aplicar es tan diametralmente opuesta a las medidas adoptadas por el gobierno norteamericano para enfrentar su recesión; endeudamiento interno y externo sin precedentes, gasto público desbocado intentando disminuir la elevada tasa de desocupados? Hablan de depreciar al indito, cuando las exportaciones hondureñas difícilmente aumentarán mientras el mundo esté en recesión, con el consumo diezmado, y el precio del petróleo vaya para arriba lo que nos encarecerá, a niveles insoportables, la factura petrolera. ¿Y cómo hace el país para crear empleos golpeando más al sector productivo nacional? ¿Cómo hace para generar inversión con medidas que contraen la economía y castigan el consumo?
¿Entenderá el FMI la situación delicada del país y los peligros de inestabilidad política si no se recupera el aparato productivo y no hay respuesta urgente a las demandas sociales de la población? ¿Creen que con paquetes de ajuste se incentiva la producción, se generan fuentes de trabajo y se combate la pobreza? ¿Entienden esos técnicos, la grave amenaza a la gobernabilidad, si además de los demás factores de inestabilidad ya conocidos, en vez de dar al país un compás de espera, una tregua para reponerse, para medio despabilarse, le agregan un coctel de detonantes con las mismas recetas trilladas que no han funcionado? Esperemos que así de comprensivos como fueron, cuando hubo acceso a más recursos, incluyendo a los del perdón de la deuda, sean ahora que el país quedó más pelado que la cola de un chancho.
Diario "El Mostrador" de Santiago de Chile
Honduras: Se equivocó el Presidente Piñera
Por Boris Yopo H.
En un marcado cambio con la política seguida hasta ahora, y que se encuadraba dentro los lineamientos mayoritarios seguidos por los países de la UNASUR, el Presidente Piñera decidió reconocer al gobierno de Honduras, que surge de unas elecciones convocadas después del golpe de Estado que tuvo lugar en ese país en junio del 2009. Las actuales autoridades de gobierno han buscado explicar este cambio, como resultado del reciente informe que sobre Honduras preparó la comisión de alto nivel de la OEA, y que fue entregada al Secretario General en días pasados.
Sin embargo, las recomendaciones de este informe no avalan la existencia de un cambio sustantivo, como señaló el Canciller Alfredo Moreno, para justificar este cambio de política en una materia tan sensible no sólo para Honduras, sino para toda América Latina. Porque si bien el informe reconoce los esfuerzos del Presidente Lobo por promover la reconciliación nacional, entre ellos, la creación de la comisión de verdad y reconciliación, y las bases de una institucionalidad para proteger los derechos humanos, por otra parte, el informe consigna que “persiste un clima de amenazas y hostigamientos contra los defensores de los derechos humanos, contra comunicadores sociales, y sectores que se opusieron al golpe de Estado”, y en su acápite 4d. pide explícitamente el cese de la impunidad en la violaciones a los derechos humanos ya verificadas por la CIDH de la OEA, y por la Oficina del Alto Comisionado de los DD.HH de la ONU.
La decisión parece responder más bien a las presiones de sectores conservadores en Chile y la región, que han estado haciendo “lobby” hace meses para que se reconozca al gobierno de Lobo.
Aún más, hace pocos días, tres relatores de derechos humanos de la ONU en Ginebra, deploraron la persecución política que llevó a la destitución de varios jueces que se opusieron al golpe de Estado del 2009, poniendo así además, en tela de juicio la independencia e imparcialidad de los altos tribunales que existen en este país. Por otra parte, el ex presidente de Guatemala, Eduardo Stein, Coordinador de la Comisión de Verdad y Reconciliación, declaró hace poco, que la situación política sigue “altamente intoxicada”, con pocos espacios para avanzar en la reconciliación nacional. Finalmente, el informe no hace ninguna recomendación respecto a la reincorporación de Honduras a la OEA, pero sí pide, como un paso crucial, que se ponga fin a los juicios iniciados durante el régimen de facto contra el ex presidente Zelaya y sus colaboradores, que al haber sido formulados en un contexto de golpe de Estado, son “acusaciones percibidas como políticamente motivadas”.
Entonces, ¿cuál es el avance significativo que justifica ahora este cambio de postura del actual gobierno? La verdad es que no la hay, y la decisión parece responder más bien a las presiones de sectores conservadores en Chile y la región, que han estado haciendo “lobby” hace meses para que se reconozca al gobierno de Lobo, apoyados además por Estados Unidos, quién hace poco envió a la región al subsecretario para asuntos del hemisferio occidental, para hacer una solicitud en el mismo sentido. Es muy lamentable además, que con este paso, se haya provocado una fisura en una política de acercamiento con un sector mayoritario de países de la UNASUR, respecto de los cuales Chile tiene intereses importantes y permanentes, y se haya optado por criterios de “alineamiento ideológico” que aunque apaciguan el “frente interno” del gobierno, dañan a nuestra política exterior y la imagen de nuestro país en el vecindario.
Y es que más allá de las expresiones de buena voluntad del actual presidente hondureño, sin la presión y supervisión constante de la comunidad hemisférica, no habrá cambios significativos en una situación de “democracia tutelada” donde los poderes fácticos (oligárquicos y militares) de siempre, siguen dictando los términos y grandes decisiones que rigen a este país. Honduras debe reincorporarse a la comunidad hemisférica de naciones, pero una vez que al ex presidente se le hayan levantado todos los cargos y se le reconozca su status de ex mandatario, y cuando hayan habido avances sustanciales en materias de reconciliación y derechos humanos, que hasta ahora, como el propio informe de la comisión de la OEA, de la Alta Comisión de DD.HH de la ONU, y del Coordinador de la Comisión de Verdad y Reconciliación, atestiguan, no se han producido.
Avalar ahora el retorno a la OEA sin estos requisitos, no hará sino consolidar el actual estado de cosas en Honduras, y constituirá un triunfo político para los sectores golpistas que verían ratificados ahora a nivel internacional, actos que han significado un importante retroceso para el avance democrático en América Latina, y que nuestra región no puede volver a tolerar. Una elección ex post facto, no debe servir para “blanquear” un golpe de Estado. Hoy hay también instrumentos internacionales para defender la democracia, y en este caso, el gobierno de Honduras debe cumplir plenamente con las recomendaciones que plantea la comisión de alto nivel de la OEA, antes de que este país sea aceptado nuevamente como un “miembro responsable” de la comunidad hemisférica de naciones.
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