Hace algunos años, varios ya, leímos un artículo que llamó nuestra atención por la aparente contradicción del título que decía, algo así como: Predicciones de los monjes Carmelitas.
Decimos contradicción, porque de acuerdo a la disciplina vaticana, no se debe hacer premoniciones, hechizos, conjuros y trabajos por el estilo.
Es oportuno recordar que los monjes Carmelitas crearon su Orden en el siglo XII para venerar a la Virgen María, que ellos denominaron Virgen del Carmen, emplazando su sede en la cima del Monte Carmelo (foto abajo derecha), hoy territorio de la república de Israel.
Pues bien, dichas predicciones, efectuadas a mediados del S.XII, decían más o menos así: ...en un futuro lejano, el hombre se irá apartando de Dios...; crearán unas piedrecillas que al tomarlas las mujeres no podrán procrear; los hombres se vestirán como mujeres y dejarán crecer su cabello como ellas y las mujeres se vestirán como hombres y tomarán costumbres de ellos...
Obviamente, aquello de las “piedrecillas” se refería a las pastillas anticonceptivas, que irrumpieron en los años 60, hecho que corroboró la predicción de los monjes de casi 800 años más tarde. Poco tiempo después, hizo su aparición de manera importante, el movimiento hippie, una de cuyas características en los hombres era el cabello largo.
Casi paralelamente, a mediados de los años 60 también, hubo otro “mensaje” que llamó nuestra atención. Simone de Beauvoir, colega y compañera de Jean Paul Sartre (uno de los exponentes principales del movimiento Existencialista) presagiaba en su obra El Segundo Sexo, que algún día los hombres vivirían con los hombres y las mujeres con las mujeres. Nos conmovió el acerto, lo encontramos audaz y exagerado, y en aquel tiempo, con escasas probabilidades que llegara a ocurrir.
Pero a principio de los años 2000 está ocurriendo. Al parecer las premoniciones de los Carmelitas fueron un verdadero preámbulo del presagio de la Beauvoir (foto izquierda).
Dados los hechos, entramos en reflexión. Cada ser humano tiene un derecho inalienable que es el libre albedrío; cada pueblo tiene el derecho democrático a elegir los gobernantes que consideren apropiado; cada sociedad evalúa, aprueba o rechaza lo que hacen los gobernantes; éstos, que son humanos, aciertan o se equivocan. Claro que no hay que olvidar que existe una ley natural, ineludible, que establece la causa y efecto de las cosas, y este efecto es o puede ser la causa del próximo efecto y así “ad infinitum”.
Entonces, enfocamos nuestras observaciones y reflexiones hacia la Madre Naturaleza quien es la que nos cuida en nuestra vida material.
Entiendo que en la actualidad hay a lo menos, tres insectos prediluvianos: las libélulas, las hormigas y las abejas.
Estas reflexiones las iniciaremos tomando a estas últimas como objeto de comentario, para decir que han pasado miles de años y la estructura social de la colonia en un panal continúa incólume, es decir, una reina, las obreras y los zánganos. Cada cierto tiempo, como se sabe, la reina sale del panal para efectuar lo que se llama el vuelo nupcial, seguida por un grupo de zánganos de los que, el más vigoroso la fecunda y luego muere.
Continuando, diremos que cuando niños, con ocasión de una visita al zoológico, nos detuvimos en la jaula de los pavos reales donde había un par de ellos, con sus vistosas colas extendidas a lo que nuestra madre nos advirtió que esos eran los machos, y eran así para atraer a las hembras.
En otra ocasión, un muy completo documental sobre animales salvajes africanos que nos tocó presenciar, pudimos ver una feroz pelea entre un melenudo león y otro animal intruso, que osó acercarse a la leona, mientras amamantaba a sus cachorros.
Y una abuelita me dijo un día, que para ahuyentar los malos espíritus de una casa había que poner una mata de ruda a un costado de la puerta principal, pero al otro lado una mata de rudón.
Cuando tuvimos que construir una lámpara de mesa, en trabajos manuales, en el liceo, el profesor nos indicó tener cuidado con la postura de los polos, positivo(+) y negativo(-) porque de no ser así podríamos producir un corto circuito y adiós ampolleta.
Para seguir con estos recuerdos, reflexiones y observaciones, diremos que un grupo de amigos visitamos cerca de Osorno el fundo de un conocido el que muy orgulloso nos mostró su reciente adquisición: un magnífico ejemplar de toro Hereford traído de Holanda que ayudaría a incrementar la producción de leche y carne.
Dentro de estos recuerdos, no puedo olvidar tampoco la imagen de un paisaje campesino, muy pinturero, como diría un español, que pude observar cerca de Nuevo Imperial: un recio gallo de cresta grande y roja, con abundante cola de plumas que emitían brillantes tornasoles, paseándose entre un grupo de gallinas de las que un par de ellas, eran seguidas por numerosos polluelos.
Estos recuerdos y observaciones hechas sobre lo que muestra la naturaleza, nos da necesariamente a una conclusión que no admite discusión: la unión de un macho y una hembra o un positivo y un negativo nos lleva a una creación, a una preservación, a un avance.
En la actualidad está dentro de las primeras líneas de la discusión pública, el destino de la familia, tema a nuestro juicio, extremadamente delicado, y que está más allá de religiones o doctrinas, pues se está manipulando, sin lugar a dudas, la célula básica de la sociedad. No olvidemos que la familia constituye barrio, ciudad, región, nación y por lo tanto, forma de vida que a la postre se transforma en cultura.
Pensamos que es extremadamente delicado porque se estaría trastocando el amor espiritual primordial, profundo y aglutinador que debe haber y que hay entre padre, madre e hijos y que por reflejo llega al resto de sociedad. Decimos trastocando por un amor material, tal vez circunstancial y sin la descendencia que es lo que une o ata de por vida.
Un amigo, estudioso de materias antropológicas y sociales, dedicado a la metafísica y astrología nos comentaba que la historia de la pareja humana no era tan simple como el mito de Adán y Eva, pues los investigadores han descubierto que al ser humano le demandó cerca de 5000 años tomar conciencia del concepto de familia y el rol que le tocaba a cada uno de sus integrantes.
De paso nos aclaró que aun cuando la apariencia de la pareja humana es similar, cada cual tiene sus características que son recíprocamente complementarias, lo que permite formar una unidad creadora; así es que al hombre lo denominamos “Natura Naturans” y a la mujer “Natura Naturata”; al hombre le corresponde el signo positivo, es espíritu activo, fuego, seco, es Sol; a la mujer le corresponde el signo negativo, es materia pasiva, frío, húmedo, es Luna. Y lo más importante en la mujer, alta sensibilidad e intuición, con gran espíritu de sacrificio y resistencia al dolor tanto físico como espiritual.
Es debido a estas características femeninas que el hombre puede tener el “puente” que le permite tomar contacto con la esencia de la Naturaleza y avanzar en la existencia.
Bueno, mientras tanto, nosotros seguimos observando la Naturaleza para descubrir en ella cualquier cambio extraordinario que nos llame la atención y que hasta el momento no ha ocurrido.
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