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domingo, 1 de agosto de 2010
Cuba: Sin fanfarrias, pero sin resultados
Imagen tomada de adn.es
Por Yoani Sánchez
El acto por el 26 de julio (*) comenzó temprano, temiéndole a las lluvias vespertinas y huyendo del sol que provoca picor en la nuca y molestias en el auditorio. Tuvo esa solemnidad que ya es inherente al sistema cubano: pesada, anticuada, por momentos polvorienta.
Nada parecía salirse del guión si no fuera porque Raúl Castro no subió al podio, no se dirigió a una nación que aguardaba por un programa de cambios. Su ausencia del micrófono no debe leerse como la intención de descentralizar responsabilidades y permitirle a otro hacer uso de la palabra en tal conmemoración. El general no habló porque no tenía nada que decir, no lanzó un paquete de reformas pues sabe que con ellas se juega el poder, el control que su familia ha ejercido durante cinco décadas.
En los discursos anteriores -por esta misma fecha- las frases del segundo secretario del PCC habían creado más confusiones que certezas, así que esta vez evitó que los analistas de uno u otro lado lo reinterpretaran. Ya bastantes dudas trajeron sus augurios en 2007 sobre el acceso masivo a la leche, el pronóstico incumplido de no tener listo el acueducto de Santiago de Cuba y la desafortunada frase de “sólo soy una sombra” con la que comenzó su arenga el año pasado.
Quizás también por eso prefirió callar y dejar la alocución al hombre más inmovilista de su gobierno: José Ramón Machado Ventura. Unas premonitorias salvas de artillería estremecieron la Ciudad de La Habana, justo cuando el primer vicepresidente se acercó a la tribuna e inició una arenga plagada de lugares comunes y declaraciones de intransigencia.
En referencia a las impostergables medidas a aplicar en la economía y la sociedad, Machado Ventura aclaró que se harán “paso a paso al ritmo que determinemos nosotros”. La vieja confusión de la primera persona del plural, la conocida anfibología de lo aparentemente consensuado. El ritmo, la velocidad y la profundidad de esas ansiadas aperturas se decide en un pequeño grupo que tiene mucho que perder si las aplica y tiempo que ganar si las dilata.
Habrá quienes digan que este silencio de Raúl Castro se inscribe en su estrategia de no desplegar demasiadas fanfarrias. Pero, más que discreción política, lo de hoy es puro secretismo de estado. No hacer compromisos públicos con los cambios, no implicarse visiblemente en una secuencia de transformaciones puede ser la manera de advertirnos de que éstas no obedecen a su voluntad política, sino a un desespero momentáneo que –piensa él- terminará por pasar. Al no pronunciarse, nos ha enviado su mensaje más completo: “no les debo explicaciones, ni promesas, ni resultados”.
(*) El cuartel Moncada adquirió relevancia histórica el 26 de julio de 1953 cuando un grupo de 135 guerrilleros antibatistianos (opositores a la dictadura de Fulgencio Batista) divididos en tres columnas comandadas por Fidel Castro, Raúl Castro y Abel Santamaría realizan el asalto al mismo. Este acto, que resultó fallido, fue el comienzo de la lucha que acabaría el 1 de enero de 1959 cuando las fuerzas rebeldes entraron triunfantes en la ciudad de La Habana, dando comienzo a la revolución cubana.
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Si se autorizan pequeñas empresas, que puedan contratar mano de obra legalmente :
ResponderBorrar¿que productos podran fabricar y a quienes les podrán vender? ¿ a qué precios y en que mercados?
Está por aclararse lo fundamental : ¿se entregará tierra a campesinos en arriendo o propiedad? ¿estos campesinos después de 50 años sabrán cultivar la tierra?